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scapó sin huidas hacia la nostalgia de la
esclavitud, cruzando alegorías penosas que siempre daban recuerdo, hasta
alcanzar el vértice interno donde esperaba el niño desterrado por las razones
que lo doblegaron, al que mano ofreciera cambiando su rumbo
muerto.
Tarde, dijera el muchacho herido por su
propio ego consumido en el océano de los equívocos, para escuchar perdón
cuartado de quien nada debía…Primero quitó el hierro que pesa enseñando torso
blancuzco y olvidado del astro vida, deshaciéndose de los lastres que buenos
parecieron en el reflejo engañoso que fulgurante llama arrasando gracias de
inocentes convertidos en culpables, sin opción de purga por
ofuscamiento.
Reza y clama los silencios que lo
constituyeron a los pies de la salada imperturbable, escuchando el gimoteo
dulcificado de quien sólo repetía (es tarde) en aquella noche de verano que
esquivaba condena por andar finiquitado su destino...
Amor soltara, quebranto sintiera, elipsis
rompió por el vaivén relajado de la madre mediterránea, mirara la luna hermosa
que le sonriera, avanzando hacia el líquido amigo, hacia la última frontera…Sin
dejar de escuchar las mal alabanzas de quien le repetía…Tarde es, pues tarde
desde siempre fuera.
P.D. Azúcar glasé en el acto más valeroso
que cualquier ser humano puede alcanzar desde la conciencia, alejado del
arrebato y en la soledad desértica que no obre llamadas de socorro por no
necesitarlo.
El suicidio es una equivocación tremenda
que nos equivoca al caer rendidos en aquello de que los débiles sucumben en acto
del todo valeroso. No compartirlo no significa descalificar al ser que escoge la
vía más complicada, complicando a todo el que le rodea.
No defiero en liquidarte sin más, negando
las sensaciones que quedan por culpa de secuestrarte en el mundo ficticio del
cotidiano. Somos libres, pero libres de verdad. No necesitamos las monsergas de
lo social, esa maquinaria explotadora que no repara más que en aquello que
interesa a unos pocos.
Antes de negarse a bailar con la señora
existencia, desaparecer en tierras vírgenes, visitar parajes de ensueño, vivir
de la pesca en cualquier isla desierta…Hay mil opciones y en todas ellas, a
pesar de edades o montañas infranqueables, no existe esa maldita palabra que
azuza locura nada transitoria…Tarde…Nunca es tarde si la dicha es buena o está
de vacaciones indefinidas.
©Dadelhos Pérez