lunes, 3 de abril de 2017

TARDE


E
scapó sin huidas hacia la nostalgia de la esclavitud, cruzando alegorías penosas que siempre daban recuerdo, hasta alcanzar el vértice interno donde esperaba el niño desterrado por las razones que lo doblegaron, al que mano ofreciera cambiando su rumbo muerto.
Tarde, dijera el muchacho herido por su propio ego consumido en el océano de los equívocos, para escuchar perdón cuartado de quien nada debía…Primero quitó el hierro que pesa enseñando torso blancuzco y olvidado del astro vida, deshaciéndose de los lastres que buenos parecieron en el reflejo engañoso que fulgurante llama arrasando gracias de inocentes convertidos en culpables, sin opción de purga por ofuscamiento.
Reza y clama los silencios que lo constituyeron a los pies de la salada imperturbable, escuchando el gimoteo dulcificado de quien sólo repetía (es tarde) en aquella noche de verano que esquivaba condena por andar finiquitado su destino...
Amor soltara, quebranto sintiera, elipsis rompió por el vaivén relajado de la madre mediterránea, mirara la luna hermosa que le sonriera, avanzando hacia el líquido amigo, hacia la última frontera…Sin dejar de escuchar las mal alabanzas de quien le repetía…Tarde es, pues tarde desde siempre fuera.

P.D. Azúcar glasé en el acto más valeroso que cualquier ser humano puede alcanzar desde la conciencia, alejado del arrebato y en la soledad desértica que no obre llamadas de socorro por no necesitarlo.
El suicidio es una equivocación tremenda que nos equivoca al caer rendidos en aquello de que los débiles sucumben en acto del todo valeroso. No compartirlo no significa descalificar al ser que escoge la vía más complicada, complicando a todo el que le rodea.
No defiero en liquidarte sin más, negando las sensaciones que quedan por culpa de secuestrarte en el mundo ficticio del cotidiano. Somos libres, pero libres de verdad. No necesitamos las monsergas de lo social, esa maquinaria explotadora que no repara más que en aquello que interesa a unos pocos.
Antes de negarse a bailar con la señora existencia, desaparecer en tierras vírgenes, visitar parajes de ensueño, vivir de la pesca en cualquier isla desierta…Hay mil opciones y en todas ellas, a pesar de edades o montañas infranqueables, no existe esa maldita palabra que azuza locura nada transitoria…Tarde…Nunca es tarde si la dicha es buena o está de vacaciones indefinidas.


©Dadelhos Pérez