Cargaste aplomo cediendo terreno a
los inseguros, callaste ante falacias por comprender que informan tanto o más
que las verdades de quien se miente. Guardaste en el olvido los prejuicios al
ser desde siempre alguien prejuzgado y consciente de que detrás de la cáscara
habita lo importante.
Permitiste templos en tu barrio,
aguantaste sus verdades paciente (…) te hablaron no respetando tu ideal de
alumno hasta la muerte, aquellos aferrados a las letras de un libro...frente a
los cientos que leíste.
Cruces marcan los asustados frente a
la existencia, pues necesitan oligarquía que la estructure y razón capaz de
convertir la muerte en otra vida regalo en el celeste. Y sonreíste sin entrar en
debates pues encima te exigen que respetes tras llamar a tu puerta para venderte
una parcela en el cielo...Y tú dijiste (Soy ateo) no sirviendo más que para
comprobar su nivel de respeto pues soltaron, incitaron, pero jamás te
convencieron...
P.D. No tengo nada en contra de
cualquier creencia, pero si llamas a mi puerta comerciando con fe, escucha y
respeta mi ideario, recoge los bártulos, saluda y llama a la
siguiente.
La enorme diferencia entre creyentes
y ateos es que jamás llamará a tu puerta un ateo intentando, no vender, sólo
convencerte.
Esta pataleta viene por la visita
inesperada de dos evangelistas que intentaron convencerme tras confesar mi
ateísmo.
La existencia no es para mí obra de
un creador con ejércitos de ángeles, más bien un crisol efervescente donde
cohabitan millones de criaturas, no solo el ser humano...En parcas, lo que
tenemos aquí (la propia existencia) es el ansiado milagro que tanto buscan
algunos devotos.
Sin más me despido no sin antes
desearte de lo bueno lo mejor con un hasta entonces, hasta luego.
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©Dadelhos Pérez