viernes, 17 de marzo de 2017

La tormenta perfecta



L
ucen vientos de tormenta heredados por tormento, quiebra alma al momento, pues occisos enterrados en mi coleto burlan tierras que los hacen prisioneros. Y la guerra voy perdiendo en el adentro enfrentado a su mirada, resurgiendo sentimiento que me tara cual humano entregado en la pugna introspectiva por adicto a la vida.
Muerdo labios, desvío ojos y aprieto los puños…Por dios no es nada, musito nervioso, ganando las claras en sentir vigoroso…Estalla mi alma mermando gesto y el fuego se asoma por mis ventanas, resisto segundo que pare delirio y agarro sus manos del todo cautivo…
Lucen dudas que caen cuando ilumina mi diosa su encaro, un suspiro que atrevido chilla en el vértice de la locura sin diabluras, letras pequeñas o excusas, sólo silencio que nos acerca hacia la tormenta…
Beso que yace descontrolado, convertido en el siervo de sus labios, ella estremece en la centésima donde nuestras almas se encuentran…Voy buceando por sus poros, recuperando creencia, rozamos celestes con los pies en la tierra, engullidos ambos en la tormenta perfecta…
Lucen vidas cual pecado de nuestras almas entregadas, de nuestros cuerpos comulgando…La miro, y callo…
Lucen vientos de tormenta en destellos que mato al agarrarme a la cordura y negar evidencia que me convierte en ser humano.
Y ella…Ella sonríe nerviosa desde el tiento de la carne dictando negativa a la culpable que propone, su alma…frente a su esclavo…

P.D. Es un capítulo errático que desembocó en el presente, no pudimos actuar como máquinas éticas y nos consumimos en nuestra tormenta perfecta sin tormento aflicción.
Por cierto, la diosa se llama María y el siervo Pepe (yo)
Ambos somos conscientes que otras tormentas podrían albear en nuestros sinos, nunca se sabe e incluso no se piensa. Vivirnos nos regala vida, ¿qué más se puede pedir?
De pecados yacieron milagros maravillas en este viaje de sensaciones que es un regalo con nombre propio…Vida.
Consciente del premio a la entrega convertida en religión, me despido no sin antes desearles de lo bueno lo mejor con un hasta entonces, hasta ahora.
©Dadelhos Pérez