jueves, 30 de marzo de 2017

Éticas sin empatía


Como dijo Albert Einstein, todos somos grandes ignorantes al no saberlo todo (a lo que añado de mi propia cosecha) ni siquiera sabemos lo que creemos saber al ser interpretaciones de objetividad generalizada (amor, educación, etc.) desde nuestras propias experiencias (menudo royo, ¿verdad?)

Todo para aterrizar en lo que molesta o no molesta tras leer escueto filosofal en mi red predilecta (G+) donde un avispado ponía a caldo la forma de expresarse de una pareja en la edad del pavo, mostrando su desaprobación taxativa hacía la nueva jerga juvenil que resulta ser la misma de nuestros años tiernos (y este recto condena desde su olvido) me refiero al autor de la reprimenda, por supuesto.

Bueno, me ato los cordones de mis flamantes mocasines, bebo café sin azúcar y deletreo lo que yo no soporto (te sorprenderá)

No soporto no ser capaz de empatizar con cualquiera, ser víctima de mi propio ombligo aun en mísero segundo. No soporto dar lecciones de ningún tipo por el simple hecho de no haber terminado la carrera de la vida (queda demasiado por aprender)

Para no extenderme demasiado, tomaré cual ejemplo cercano el raciocinio del inigualable Charles Chaplin, cuando dijo aquello de (más o menos)

La tierra donde aro se encuentra dentro de mí, la consciencia valora el fruto y mi visión ante el resto lo enriquece. Tanto; verdades, mentiras, expresiones divinas o auténticas soeces…En cuanto a la reputación, bueno, es versión fantaseada que el resto escribe acerca de mí.

Seguro que el maestro lo expresó mucho mejor, no estoy en mi casa para ojear el libro.

Al tiquismiquis le recomiendo un espejo…Este mensaje sin botella ya le llegó debidamente firmado.


Quedan todos saludados, sin excepción. Al responsable de la soez represiva, también, faltaba más, saludos.