martes, 28 de febrero de 2017

Mi debilidad por Ángela.



Los avatares en amago de sus reales provocaron nuestro primer encuentro en el centro casi exacto de mi ciudad amores, Valencia, cuando simple impericia de este escriba ensoñado en despierto y apagado, provocara tropiezo acertado que entonces representó mar de disculpas.

Ella restó importancia dedicando mirada destello donde descubrí universos que me llamaban. Supongo que por eso quedé petrificado al nunca congeniar con la señora vergüenza (soy escriba descarado desde el primer latido del constante) Ángela soltó carcajada cuando espontáneo, sin pensar demasiado o nada, le dije que no entendía su llegada al ser ateo convencido, que por lo vislumbrado, estaba en erro o equivocado por la evidencia de su porte… Ángel caído del cielo.

Preguntó tras la risa si esa era mi guisa para lanzar anzuelo, a lo que respondí sorprendido: “Le preguntó el pescador al pescado”

Es verdad que entre ambos reinó atracción carnal consumida en intermitencia por motivos, ideas o estilos de vida. Yo adoro la libertad heredada por nacimiento y ella, ferviente y apasionada poetisa, anclaba por entonces en el mismo mar hambrienta del mismo mal, el eterno aprendizaje personal alejado de la doctrina mentira o la domesticación velada… Suele decir: “Casi siempre es más salvaje el dogma que el asilvestrado, el segundo vive y deja vivir, el primero domina para vivir del resto.” Verdad que comparto.

Nos seguimos viendo con asiduidad en aras de buen rollo, es lo que regala amistad desnuda sin escudos ni excusas. Mi debilidad por ella, su creatividad o el halo que la envuelve, quedará intacta hasta la eternidad cuando ésta llame a mi puerta.
Cosa que sabe, siente y comparte… ¿Verdad que la vida es maravillosa? Al menos así es para mí, cada mañana un nuevo fulgor y/o aliento antes de encarar el escenario de la existencia…


lunes, 27 de febrero de 2017

La Leyenda Del Olvidado Capítulo 3º




Capítulo 3º

EL DESENCUENTRO DE OLOTE CRISPÍ

 

C
repúsculo alcanzaba mientras me perdiera en el vasto fulgor de su mirada sin pronunciar palabra, correspondido por la hermosa victoriosa de nuestro lance que se llevó cual trofeo mi corazón y alma. Sin duda aquel primer encuentro debió cabalgar a lomos de la bonanza al azuzar el avispero vida con beso mejilla, roce de manos y juego incipiente de amartelados por nulo azar en nuestros sinos, al estar escrito en el destino nuestra unión hasta las últimas consecuencias.
Por lo contrario, a pesar de que Moteado figuraba en la escena, intervino desdicha postergando amorío adolescente, rompiendo con estruendoso cruce de hierro en algarabía a las puertas de la única casona noble.
―Es mi señor.
Confieso el toque perverso que paralizó mi alma entre temores por comprender que aquello no era entrenamiento con vara y al primer toque. Cuando el filo de Olote sesgara extremidades dando de beber al adoquinado templada vital.
― ¡El escudo, zagal!―Chilló en el fragor carnicero desclavando acero de inerte.― ¡Date prisa!
Tu madre besó mi mejilla entregando el reclamo de mi señor, sacando ergo diminuta saeta que lanzó contra la nutrida guardia real borrando vida con maestría cual témpano de hielo, mirarme, y desaparecer en la densa arboleda hacia la montaña.
Mis dudas peligraron la vida de mi mentor, aquel que siempre me trató como vástago, hasta que agarré la empuñadura desenvainando a la divina con perspectivas enfrentamiento que afloró gesto cómplice en mi señor el cual desalojara:
―Soldados del ducado, consecuentes que existe tártaro aun desconociendo la mano de dios. Este muchacho, mi fiel escudero, terminará lo comenzado enviándoos al infierno.
Puede que fueran una veintena, no me paré a contarlos, sólo caminé hasta el centro arrastrando el acero por los charcos malva, alzar avizoro para erigir a la divina liberado de miedos o dudas.
Mi señor colgó el escudo en su espalda sabedor del desenlace, para silbar advirtiendo a los experimentados Trueno y Moteado.
― ¡Ahombre! Disponéis de medio instante.―Montando a lomos de Trueno.
―No os preocupéis, señor. Me basta con un suspiro.
El arte del acero resulta danza delicada tras advertir las notas de las celesticas. Un paso del contrario da comienzo al baile, momento de vislumbrar el retroceso del hombro adverso adelantando estocada al son que fijas pierna ahorrando movilidad que ralentiza, es la clave que ofrece ventajas frente a imposibles. El malherido torna escudo que empujas hacia el flanco que te interesa obligándoles al movimiento, el mismo que debes evitar.
Aterrizada la primera víctima cual muro de contención resta acariciar con la divina los puntos del noqueo, ojos, piernas y brazos. Es vital eliminar amenazas para ergo cobrar sus vidas.
Recuerdo como percibí a los arqueros apostándose en las ventanas, señal inequívoca que la arena del reloj culminaba el tiempo del destino.
― ¡Moteado!
―No hay tiempo.
Compartí silla de montar con el maestro a las riendas del corcel más rápido del reino para escuchar como impactaban las endiabladas en el escudo de Olote Crispí. Moteado cabalgó abriendo brecha hasta ganar el aparente resguardo de la arboleda, a las faldas de las serradas.
Mi primer examen de muerte me convirtió junto al valeroso Olote y tu madre, en un proscrito. Así comenzara la auténtica cruzada, la guerra.
P.D. La precipitación amaga intenciones hundidas en densas al estallas rugido acero en lo que no debiera. El joven e inexperto Ahombre, el mortífero caballero Olote y la enigmática Glacial cual eje gravitatorio destinado a desenmarañar el enigma.
¿Qué les espera en el desfiladero? ¿Por qué el enfrentamiento con el duque?
No te pierdas el próximo capítulo de la semana que viene. Me despido no sin antes desearte de las buenas las mejores con un hasta entonces, hasta ahora.
©Dadelhos Pérez
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Chas




―Las cosas vienen dadas a toro pasado resultando de chiste cualquier advertencia. Es muy cómodo calzarse el papel de psicólogo desde el trono consulta para redundar la evidencia con prospecto falaz que sólo le falta cual rúbrica un, ya te lo dije…
―Señor…
―…Es obvio que la sopa se enfría, hasta ahí podríamos llegar. El mal del comensal sibarita que espera plato con estilográfica y papel preparados para valorar el resultado. Eso sí, sin tener en cuenta el quehacer arduo del cocinero subyugado a presupuesto de risa por parte del propietario, que gastó lo que no está escrito en el pomposo escenario. Si no hay pollo, no importa, es lo de menos…
―Señor…
―…Ponle a la sopa gorrión que es más barato y que el metre lo venda como pollo entrenado, con dos carreras y virtuoso al piano. Cobrando la cacerolada a precio prohibitivo para que el comensal refinado suspenda el plato con crítica cuchillo, crucificando al cocinero y omitiendo el verdadero pecado. Usted actúa de la misma manera…
―Señor…
― ¡Qué! Para ser un afamado comecocos no para de interrumpir.
―Eso mismo trataba de decir, soy un simple limpiabotas, la consulta del psicólogo está más abajo. En el portal 23.
― ¡Diantres! Disculpe mi erro. Ya me parecía a mí que el aire acondicionado está algo subidito.
―Bueno, estamos en la calle. Está perdonado.
Agarró su bastón ojos tranqueando avenida abajo víctima de su ceguera, para alcanzar objetivo y sentarse decidido con alguna dificultad…
― ¿Qué tomará el señor?―Le preguntó el atento camarero.
―Las cosas vienen dadas a toro pasado…

P.D. El personaje del micro es invidente, pero su búsqueda de oreja comprensión es extrapolable a cualquiera. Muchos aceptamos e incluso adoramos la soledad al percibir únicamente sus ventajas, libertad verdadera, quedando ingente ristra de mortales que se desesperan intentando desterrarla. De todo hay en la existencia por existir.
Un micro que relata  tara desde la empatía y alejado de crítica, reproche u ideario.
Te deseo de lo bueno lo mejor con un hasta entonces, hasta ahora.
©Dadelhos Pérez (uno más del paraíso o averno, depende del día) 

viernes, 24 de febrero de 2017

UN DÍA CUALQUIERA EN MI MUNDO


A veces tercian conversas cotidianas que sufren extraño BIG BAN yaciendo vastas constelaciones e insuflando incómodo silencio por no saber qué decir. Aunque de éstas florecen pocas alcanzando raciocinios que alimentan con aprendizaje de novedad o tumbando manifiestos sagrados hasta la centésima exacta de la parrafada perfecta.
En realidad poco importa el hilo primario que condujo al segundario convertido en poderoso halo de luz destellante en el mismo instante de su concepción o semanas después, nunca se sabe.

El pretexto ronda la sencillez haciendo buena la cita que corona la impresión frente a la revelación para caer en el entendimiento días más tarde. Cosa agradable si se es perspicaz milimétrico capaz de estudiar cada detalle gracias a la constancia del entrenamiento. Es lo que conlleva escribir pues vuelves al aprendizaje de la lectura que creías superado para mirar de mil maneras diferentes el mismo entorno (…) escuchar, leer, volver a escuchar para observar con nueva forma y tener el fondo o la base para construir personaje o escena. Es ejercicio presto a quedar pasmado durante horas mirando el oleaje de la santa y hermosa Malvarrosa para percibir el zarco exacto de su porte, por ejemplo (suelo perderme en su magia de vez en cuando para charlar con el coleto descargando mente)

De ahí las buenas sensaciones que te produce conversa monótona, aburrida y tediosa por predecible, cuando estalla quiebro sorpresa que fractura a su vez el incómodo silencio por parte del contertulio haciendo que te sientas íntegramente lo que siempre has sido, un mero ignorante frente al aula de la vida.


(Un trocito del cotidiano propio compartido) Me despido no sin antes desearte de las buenas las mejores con un hasta entonces, hasta ahora.

Theodore Kant (2ª parte)



La solución de Theodore Kant  (2ª parte)

E
n esperanzas muertas por meta alcanzada, Theodore agitó la muestra con gesto alegre no sin antes lanzar la pelota juego hacia el largo corredor, silenciando así al perro o entidad superior al poner pies en polvareda tras su arranque frenético al grito pelado de…
― ¡Ya es mía!―Atrapando la esfera endiablada para rubricar con satisfactoria mirada.―Mis patas son más rápidas, saltadora convulsiva.
―Canes.―Habló el miau entrometido, amante de los líos y siempre víctima de la curiosidad.
―Tú no sabes del peligro, León, puesto no existe animal más rápido que la pelota colorada teniendo en cuenta que no tiene patas, ni cabeza, ni cola o pescuezo donde dentellar. Es el diablo emperrado para cualquier can al ni siquiera gruñir o jadear. Antes se cansan mis patas o la extremidad del dueño que la maldita, la cual, espera descarada para volver a jugar.
Paso arrogante aun hermoso por el porte felino practicó, abandonando lecho compartido lejos de lo marital, para ronronear repetido restregando su lateral en el costado derecho del balancín, ergo, avizoró burlón para decir…
―Es sólo una pelota inerte, Lobo. Si no la lanzara el mono sería igual…―Interrumpido por el can.
― ¡El ovillo de lana se escapa!
Salto diera en vertiginosa pirueta aterrizando en pose militar, para acabar descubriendo que su enemigo eterno estaba donde siempre está. Apostillando Lobo la mofa con carcajada fofa al no saberla pronunciar…
―Necesitaré experimentar.―Dijera pensativo Theodore Kant.―Puede que probando con otro individuo y contrastar, halle la respuesta al rejuvenecimiento que parece acelerar desmesurado conduciendo el milagro hacia la calamidad…
―Enseñé bien a la mascota, ¿verdad? “Perréa” mejor que el perro monarca en su discurso ñoño de navidad.
El científico rascaba suave su barbilla en estado introspectivo por lo advertido tras el aumento lupa, observando a la extraña pareja parlanchina y voltear cara hacia la jeringa para volverla a su lugar. Hablo de la mirada duda que encendió alertas en el felino, más dado a la desconfianza que su hermano ladrido.
―El mono comienza actuar con sino parecido, o igual, que su marchado regreso. ¿Recuerdas las que nos hizo pasar?
―Cómo olvidar aquel tormento, era un cachorro, es cierto, pero grabado quedó la ligereza loquesca, quijotesca, pirada o desencajada que casi nos costó la existencia en el reiterado que luego nos persiguió, nos sigue persiguiendo cual pesadilla que gracias a San Bernardo no termina orillada o a la vera del averno maldad.
―Pues éste nos mira igual y ya sabes lo que significa, como siempre me iré a la cocina esperando que esta vez me sigas y no te quedes pasmado. El asunto merma discerniendo novedosas como la parla perruna internacional que en las otras no dominaba y ahora practica sin dificultad.
Fuere cuando los cabellos de Theodore adquirieron tono grisáceo burlando el blanco, alisando piel e incluso engordando.
― ¡Ranas salidas vestidas de rosa para equivocar al príncipe y ganar beso! Se acelera el retroceso sin tiempo para experimentar.―Rallando con el lápiz en cuentas claras mientras sus manos menguaban a la segunda juventud.― ¡No hay tiempo de cálculos manuales o mentales al ritmo vertiginoso que desando en el tiempo, sí, pero yo solo! Cosa que no entraba en el plan.
León retrocedió disimulado colándose en el corredor en busca de seguridad allá en el desastre de la cocina, siguiendo guion, mientras Lobo alucinaba anonadado ante la magia de su amo en su regreso a la infancia, aunque para eso aún faltaba. Supongo que fue el motivo de quedar expectante a que el viejo alcanzara niñez, al amar con locura las buenas diabluras de infante inocente por lo pío que pierde con la edad, en escasa media hora. A sabiendas que lo ocurrido de la ocurrencia es lo que ocurrirá a ciencia cierta y con pulcra puntualidad.
Ladrido, viejo compañero, tú serás el primero. ¿No irás a dejar que mengüe perdiéndome en la nada?―Sonrisa falaz de verdugo que tranquiliza para evitar espantada de condenado.―Sólo tienes que beber la pócima y dejar que te extraiga muestra de sangre, no te dolerá.
Su cola que mostraba a cada habla de su amo movimiento acelerado calcando abanico, limpiaparabrisas o tentempié bailoteando tras el empuje de admirador abstraído por su monótono danzar, frenó en seco amagándose o adquiriendo su pose miedica ante la plica sin lacra o exenta de sello temporal, pese a la cuenta nada susurrada del cantante relojero y su tema predilecto, el tictac…
―Verás, podría volver a probarlo aunque estoy harto de nunca alcanzar la madurez. Esta vez, preferiría abandonar la repetida ya que por fin te adiestré en la parla. Llego a comprender tu reiterada intentona que me fascina sólo durante la media hora de juego donde te enseño lo que ahora dominas, el vocabulario perruno internacional. Por eso estaría bien que solucionaras el dilema reja que nos conserva en escueta reiterada, para poder presentar mis avances al respetable, pasear por el parque convertido en toda una celebridad.
― ¡Sal pitando, Lobo! Esta vez no parece igual.―Gritó desde las entrañas de la cacerola escondite el desconfiado felino, para ergo murmurar.―Doscientos años viviendo lo mismo y no  advierte merma grotesca en la intención del anormal.
Cuclillas ganase el ahora castaño cuarentón de Theodore Kant, conquistado por la tara en serie de León, la curiosidad, para entre bisbiseos y gesto extraño con centellas en pupilas frente al excéntrico reporte familiar, cercano en lejanías milimétricas o acabado de soñar; preguntar al can por la viga en el ojo propio que no era capaz de vislumbrar.
―Nunca recuerdas, cosa rara.―Dijera sentándose, ladeando leve la cabeza.―Rejuvenecerás hasta la infancia donde abandonas tu guerra para jugar conmigo, todas las veces han sido igual, idénticas o clones, no dialogando distendidos cual viejos conocidos como hacemos ahora, gracias a mi tesón cual mejor adiestrador de mascotas a dos patas, llamadas piernas.
― ¿Esto ya ha pasado?
―No, esto no para de pasar.
Alzó desorientado, recuperando convencimiento que negara para mirar sus manos veinteañeras en aras epifanía o flas back al albear en su mente rejuvenecida, el cómo escribía misiva antes de culminar el rápido proceso que lo convirtiera en infante inocente, chas alucinante transmutado en aberrante que moría en el desconcierto aplastante del desintegro por no recordar…
― ¡Dios santo! Yo soy el “bata blanca” que interpretó el formulario. Escribí acelerado concentrando el mal a corregir al andar doblegado por el tiempo en el consumo desproporcional que me retrocede hasta la casilla de salida o el linde primario del empezar. Atrapado en los muros invisibles dentro de celda imposible en bucle sin final por coger traviesa provocada por Calcetines… Logré adivinar los ingredientes restando sólo acertar con las medidas ofertadas por el hado del azar, y en vez de estudiarlas las tragué diluidas en la taza (…)
―No hay ningún mal, media hora de lección en tiempo concreto que se lleva repitiendo unos cien…
― ¡Doscientos siete!―Rectificó León a pulmón abierto.
―…Doscientos siete años. En verdad te ha costado aprender perruno, teniendo en cuenta que es más difícil que el inglés.
No vio más solución que escribir epístola argumentando las taras del resultado experimental en ingente ristra que sólo describía mal, al son que sus tersas entraron en la pubertad siguiendo la balata inversa del solista y su tema tictac, en la vorágine adversa difícil de racionalizar que absorbía la vieja esencia de su porosa mar del todo desterrada.
Apresurado, guardara las advertencias en el bolsillo de su chaqueta volteando mirada hacia el pequinés que aparentaba porte de pastor alemán.
― ¡Hola Lobo!―Infante de no más de ocho.―Te prometí promesa azúcar y aquí estoy otra vez. ¿Dónde está León?
―Guau.―Respondió jubiloso con salto y lametazos amistad.
―Esa palabra no la conozco, ¿qué significa?
León apareciera tras escuchar la voz del entrañable, con ánimo cambiado frente al disfrute celestial del trío bien avenido y atrapado en el tiempo dulzor o reflejo del paraíso perfecto.
Theodore lanzó el ovillo lanero y la endiablada pelota colorada aprendiendo nuevos verbos, culminando su retroceso en cierto estallido entre tierras del dormido y del despierto para despabilarse con sensación agradable, divina, en la mecedora centenaria.
―He tenido el mejor de los sueños.―Buena esperanza.―Espero que sea augurio del mejor de los días.
Recogió del suelo sus ropas para vestirse, descubriendo un sobre con el distintivo del hospital en el bolsillo interior de su chaqueta favorita.
―Había olvidado por completo el dichoso cáncer.
Leyera ergo las analíticas recordando el funesto gesto del médico, reglón seguido, encontrara documento adjunto, un breve manuscrito que comenzó a leer.
“El tiempo restante es mínimo y no existe cura para el mal, la única vía posible se halla dentro de la ciencia pues los atajos reiteran…”
En ese preciso instante irrumpió estruendo desastre tras colarse por la vieja tronera Calcetines
Y vuelta a empezar.
Fin.
P.D. Theodore Kant encontró la solución sin descifrar el enigma (en apariencia falaz) que lo rescatara del paraíso. Pues comienza el reiterado en las sombras para alcanzar plácida luz en media hora escasa. Conservando la pasión científica de hacer posible lo imposible a la vez que saborea la más nítida humanidad junto a Ladrido y Calcetines (como los llama el adulto) o Lobo y León (como los bautizó el niño)
Con el único pretexto de entretener, me despido no sin antes desearte de las buenas las mejores con un hasta entonces, hasta ahora.

©Dadelhos Pérez.

Para mamá

Para mamá

L
a fragancia de la fragilidad denota fortaleza a pesar de brumas, sombras o densas tinieblas. Alcanzamos el iris de nuestro tiempo, no albergo dudas. Pero observando tu guerra con la paz y derroche al restar importancia, asumo que tu fragancia es portadora de verdad, templanza, y por tanto, fuerza.

Mamá, soy un ido cuerdo enfrascado en pentagramas y letras, como bien sabes. Pero en el regazo creativo de mis soledades, te respiro, vivo y alzo al jardín de las divinidades donde guardo lo más importante (…) O dicho sin verborrea diseñada desde mi alma siempre tuya (…) TE QUIERO en mayúsculas y te quiero en minúsculas.
Un amor imperecedero que me acompañará hasta el último aliento. Gracias por ser, estar… Gracias por existir.

¿Te acuerdas del mágico momento? Hace cerca de 18 años, tu gesto mostraba radiante felicidad, pura, clara y siempre entregada para con los tuyos que son los míos.
Con toda certeza y sin menoscabar al resto pululante por mi existencia regalo, estas dos divinidades (Mi madre y mi vástago) son las almas más importante de mi vida. No existe mayor maravilla, lo digo o confieso con el corazón en la mano, de pie o hincando rodillas.

P.D. ¿Me invitas a un café?

jueves, 23 de febrero de 2017

Mirada ciega




Nuestra mirada ciega nunca se produce de adentro afuera, viene a ser todo lo contrario y a la inversa.

 

N
o existe nada que no se encuentra, pues poco importa la riqueza que albergue por desconocida. De ahí aquello introspectivo que estalla hacia afuera por necesidad (…) Pero no monten castillos en el aire malentendiendo el espíritu de mi mensaje con la egolatría enfermiza del figurante fuera del guion y escena.
Les hablo del hecho necesario de vaciar en segundos lo tejido en momentos arropados por el manto soledad. No escribiendo forzado tras leer estudios que vierten interés general, al componer con otro egoísmo más humano y nada divino, no pensando en más resultado que encontrarme entre líneas o párrafos con afán de hablar conmigo mismo, o para ser más concreto y no faltar a mi verdad, escucharme.
No existen formas alternativas alejadas de la creatividad al ser única senda o vía que converge adverso en lo considerado normal, siendo la voz coleto la que escucha o lee sin mermar intereses del subconsciente (…) y el consciente despierto y sujeto a la presión de afuera que se alía con la de adentro, quien se expresa o queja.
Como ven, los papeles que damos por lógicos, son ilógicas que nos atan a dichos papeles. Por eso cualquier artista de cualquier vertiente, nada cual loco diferente a contracorriente. La fama, gloria y todas esas bobadas son otra historia que nada tiene que ver con lo expresado (…) ya que hasta el escritor más prestigioso, adorado, admirado e incluso divinizado. Cuando escribe lo hace solo, gritando el consciente a golpe de tecla y el subconsciente… Creo que lo dejé claro.
P.D. Es complicado explicar la motivación que te lleva hasta el final de cada composición. Los cuerdos (es evidente que yo no lo soy) describen su quehacer literario alegando que no dejaron nada al azar, cuando el mismo acto de la composición es abordado por la condición contextual del momento personal, o dicho en mi lengua, una clara oportunidad del consciente sometido a dos tierras: el afuera cotidiano y el adentro déspota. Que inteligente utiliza filtrando aquello que atormenta, yaciendo parrafadas gloriosas que sorprenden al propio autor al releerlas.
¿Por qué? Muy sencillo… Porque es el calce del consciente quien lo escribió, y el coleto que siempre ordena y cree releer, quien lo descubre… No hay cánticos de sirena más bien súplica o rogativas delante de la pantalla de la computadora o el ángulo muerto del espejo por culpa de nuestra mirada ciega. La cuestión queda clara… ¿Quién domina? ¿El que vive adentro filtrando y ordenando mandato? ¿O el que se enfrenta sin trincheras al afuera soportando la egolatría infantil de su coleto?
Entre ambos vaga la inspiración que sólo escribe uno… El más vivido, ¿no creen?
No me enrollo más y me regreso para escucharme tras teclear, no sin antes desearte de lo bueno lo mejor con un hasta entonces… Hasta ahora.
©Dadelhos Pérez


miércoles, 22 de febrero de 2017

Theodore Kant (primera parte)




La solución de Theodore Kant


S
entado a la vera de la espera, hacía cantar con chirrido vaivén la ancestral mecedora que conoció el esplendor de su mentor consanguíneo mucho antes de que naciera.
Mano al bolsillo rescatando papel condena que leyó tras dar aire al viejo balancín, con el único fin de depurar ofusco y clarear idea… Escapar del entuerto o aceptar lo perspicuo…
―Mal, lo expresó directo y sin desviar mirada (…) Mal, mal y más mal a cada apreciación tras interpretar el formulario. Si mi cuerpo anda harto dejándose llevar por cualquier habladuría de virus falaz o célula revolucionaria. No puedo más que aceptar la derrota felicitando al vencedor (…) Yo mismo, por matarme sin mediar suicidio redención, que no rendido.
Theodore hundido en la soledad del laboratorio al que dedicó toda su vida, dando espalda al amor de dama al bastarle el de pago esquina. Sin la felicidad otorgada por los vástagos que no tenía, pues se conformó con la independencia de su gato Calcetines y el aprecio desmesurado del pequinés Ladrido, colocando sus esfuerzos vitales tras la meta anhelo de conseguir doblegar el tiempo para viajar hasta los confines del imposible. Albeando ergo en pesadilla…
―No es que añadiese peros, restringiese dieta o condenara a la medicación de por vida. Dijo mal con palabra y gesto copiando juez en mal día, que sentencia reo por no querer lectura (…) Mal, mal sin peros…
Calcetines, entró por la vieja tronera ejerciendo de saltimbanqui para aterrizar sobre la tabla del laboro, con tan mala pata que tumbó probetas, mezclando productos y formando verdosa humareda irrita sentidos que pronto advirtió Ladridos haciendo lo propio, es decir, ladrar.
Sin duda fue bastante para rescatar al decaído por compadecerse releyendo lo absoluto con pretexto vacío al quedarle cual carta de juego la espera.
― ¡Diantres con perfume a perro mojado!―Gritó encolerizado por la escena y lo palmario.―Todo el avance del mes, Calcetines, todo lo has frustrado. ¡Maldito felino acrobacias!
―Miau.―Se explicara con cara arrepentimiento.
―Guau.―Recriminó su hermano perro.
―No es momento para pleitear, esta nube puede acelerar en parco instante lo irremediable.―Abriendo el enorme ventanal.
Ladrido alzó orejas escondiendo cola para mirar a su hermano piedra, estatuado frente a la advertencia de su dueño, saliendo ambos corriendo en aras del por si acaso hasta el enorme cojín donde compartían sueños. Pues escuchar cualquier tormento de la de negro les producía pesadilla, mientras cerca de la repisa desastre; Theodore reorganizaba descubriendo nueva baza en rincón de la tabla habitado por excéntrica fluorescencia.
― ¿Qué reacción es ésta?―Desconcertado ante el resultado acertado tras la torpeza felina.―Tan simple como complicado hallar el grial del tiempo gracias a ingrediente insospechado, el azar que dicha da o quita alejado del raciocinio, penas o sus adversas, ésas que desconozco.
Cauto primero, agarró lápiz del lapicero recogiendo muestra brillante que depositó en probeta transparente, para de repente, caer abducido en las cuentas del cuaderno donde resultados apuntaba, frustrados hasta el momento del felino accidente, para hallar lo evidente gritando jubiloso…
― ¡Eureka sin rebeca de otoño! Encontré la llave que domina el tiempo por torpeza estrafalaria de gatuno.―Admirando el fulgor luminiscencia.―Sólo queda la ingesta para llegar al núcleo del tiempo y pararlo, acelerarlo o retrocederlo al convertirme en (…) ¿don tiempo? (…) Mejor me daré a conocer como el señor Cronos.
Mezcló lo esplendente con agua del pozo en la taza mañanera del caliente azabache, santiguarse, para reglón seguido tragar en un suspiro la mezcla sentencia o milagrosa, poco importaba tras la proclama funesta del “bata blanca” anunciando pasión embocada a sepelio despedida, con carro ataúd del noche penoso tirado por corcel penumbra y perseguido por reducido séquito contrariado, cómo perro y gato bautizados cual Calcetines y Ladrido aun sin vestimentas duelo.
―De momento no me he muerto, aunque azúcar debí servir al brebaje milagroso para endulzar lo absurdo o hermoso que me espera sin remedio.―Murmurara nervioso, al borde del arrepentimiento.―Si algo me pasara siempre queda Clara para que se ocupe de Ladrido y Calcetines.
― ¡Estoy harto de ese mote mariquita!―Refunfuñara aguda voz de la nada.― Me llamo León, hijo de Pantera y Parranda, el afamado gato pardo en noche y día.
― ¿Quién me habla?
― ¡El amo sabe hablar perruno!―Dijera claramente Ladrido frente al anonadado.―Lo ves, León, te dije que conseguiría enseñar a nuestra mascota hablar perruno. Todo mi esfuerzo persiguiendo pelota por fin da su fruto. Aunque confieso que la primera palabra que esperaba escuchar era pelota, poco importa pues soy el primer can que lo consigue entrando en el prestigioso libro del Guau cuando la comunidad del hueso descubra mi proeza.
―Yo no lanzaría las campanas al vuelo.―Recriminó desconfiado acomodándose en el cojín.―El mono pelado es el único animal que se viste incluso para dormir, no sabe cazar y se pasa horas mirando las rayas del papel…
―Eso es leer, una técnica humana para pasar desapercibido. Puro y astuto camuflaje…
― ¡Basta!―Chilló superado por lo absurdo e increíble.―El brebaje me ha trastornado. En vez de dominar el tiempo escucho cháchara de gato y perro en perfecto castellano.
―No soy castellano, soy pequinés. ¿Es qué no lo ves?
Rareza engulló al excéntrico científico copiando el mal que borrara de la lista normal a su mentor y abuelo, para ponerlo en la de ido recluido en habitáculo acolchado y con camisa de fuerza.
Desorientado, cazó la jeringa extrayendo sangre para averiguar si la toma rejuvenecía sus células, prueba vital, necesaria en la teoría que creyera para dominar el tiempo corpóreo, o cómo bautizó su abuelo, el grial de la eterna juventud.
― ¿Por qué te provocas herida?―Extrañado el can siempre pendiente.―Deberías dejar tus juegos y atender pues te resta todo por aprender de la cultura existencial.
―No insistas, Lobo.―Desanimara León tras acicalarse a lametazos.―El pelado repite sin comprender lo que dice, lo mejor será retomar el viejo lenguaje, ronronear para que sirva agua o comida, restregarse consiguiendo el sagrado masaje tras la sobremesa…
―Soy un científico, maldita sea. Capaz de comprender la lengua microscópica y la propia, Calcetines.
―Ahora ni siquiera reconoce su raza.―Mofa gatuna descarada.―Y me llamo León, el can se llama Lobo y tú eres el mono pelado, mascota tonta que le cuesta entender lo que cualquier animal comprende de primeras: Un elefante, jirafa, tigre, águila, gorrión u hormiga. También incluyo insectos, pescados (…) Entran todos menos los atolondrados monos pelados y sus incongruencias tontainas.
―Tú, maldito minino desagradecido, comes de mi mano, te cobijas bajo mi techo. Deberías mostrar agradecimiento para con quien te protege, es decir, yo, tu dueño.―Abandonando el autoestudio por enfado repentino.
―Guardad compostura pues mala es calentura entre miembros del mismo clan.
―Tienes razón, Ladrido.
―Me llamo Lobo, tu mentor, o maestro… O protector, o…
Diese vuelta dando espalda al siempre atento can, para observar lo imposible por el mirador del microscopio, rodando ruedecilla para aumentar el milagro del cambio sustancial escuchando a lo hondo del profundo cercano, la metralleta voz de Lobo
―…O Dios. Bueno, puede que sea excesivo… Mejor me tratas de vuecencia pues a ciencia cierta soy un ser superior…

P.D. Una primera parte que no ofrece solución en la locura extravagante de Theodore Kant.
Regreso corriendo a ultimar preparativos del último lanzamiento propio, Don Saña, y nuevo compendio de relatos para principios de marzo, Breves.
Me despido no sin antes desearte de las buenas las mejores con un hasta entonces, hasta ahora.

©Dadelhos Pérez 

martes, 21 de febrero de 2017

La Cruz , Capítulo 1º


Don Diablo



Fuera accidente que despertara a la bestia en la aldea perdida de mi infancia. Supongo que es imparable la naturaleza que rige indiferentemente de luces o… Macabros…

En una aldea cualquiera, 20 de enero de 2001
S
upongo que interpuso su vocación por encima de lo estrictamente profesional, es algo que nunca sabremos. Lo cierto es que un buen día apareció en la aldea comprando a tocateja el viejo almacén en desuso del señor Blof, situado junto a la parroquia, pared con pared.
Su presencia avivó comentarios tratándose de quien se trataba, experto en temas ocultos muy célebre a finales de los ochenta, Romano Alcahuete De Pavía o don diablo, sobrenombre que heredó tras su famoso programa televisivo.
Verá, es verdad que los pocos vecinos lo agasajaron con atención empalagosa, pero no crucé mirada con el foráneo al estar inmerso en mis quehaceres. Trabajo y más trabajo que sólo procuraba un plato caliente sobre la solitaria mesa.
Fue demanda del señor Blof que acompañara al artista hasta los lindes de la vieja granja abandonada. No pregunté más que por mis honorarios que atendió de inmediato con su estar patriarcal, denotando cercanía aun con excesiva amabilidad que bien entendí al ver suculento extra en el monto…
 Así comenzara ergo la tragedia

―Cómo seguro sabe, don Romano es experto en temas ocultos. De ahí su interés por conocer la granja del riachuelo, simple curiosidad, supongo. La cosa es muy sencilla, quiero que lo lleve hasta allí sin contarle las viejas habladurías de la cruz.
―Lo único interesante del lugar es la cruz, señor.
―Es una espléndida oportunidad para vender el maldito terreno baldío y no quiero espantarla con chismes asusta viejas.
Sobre el alto cerro donde erigían las ruinas, pululaban terribles historias de muertes sanguinolentas ejecutadas por extrañas energías que cazaban hombres para saciar la tierra estéril de la granja. Mera habladuría que nacía de verdad contrastada, pues entre sus lindes no crecían ni las malas yerbas. Era de todos los bienes del pudiente el único que no sumaba gananciales, más bien todo lo contrario.
Recuerdo perfectamente cuando el gobierno expropió vastos terrenos para la construcción de la nueva línea de ferrocarril donde entraban las susodichas, que haciendo honor a su macabra leyenda, quedaron descartadas tras producirse desgraciado accidente el primer día de trabajo, varios operarios perdieron la vida imperando cierta desconfianza que provocó lo que provocó, muy a pesar de don Blof y su malogrado intento para que el gobierno cumpliese lo firmado, una tragedia que sirvió tragedia en el hábil acaudalado con distinto resultado. Los operarios salieron perdiendo a vista de cualquiera, incluso de ciego.
Preparé mi vieja tartana, una pickup de los setenta que usaba para todo, comprenderá que para trasladar a tal eminencia tuve que adecentarla un poco, limpiar aquí y allá, llenar el depósito, para reglón seguido dirigirme a la plazoleta donde me esperaba don diablo conversando con varios vecinos a las puertas de su nueva adquisición…
Novela corta (capitulada) de terror clásico, rozando las viejas fórmulas narrativas que espero sea del agrado de los amantes del género. Entrega semanal.
Autor: Dadelhos Pérez  Genero: Terror (novela corta capitulada) entrega semanal.

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