Todo tiene cabida en
la ensalada vida, aunque no ande sazonada con mágicos aditivos
enfrascados y con etiqueta que finita su poderoso deguste, si gusta,
por supuesto. Lechuga fresca en cualquier variedad entonando
esperanzas por su color existencia; tomate alegría cual azúcar
frente pimienta que queda reservada al gusto de cada cual. Sí, la
existencia es una buena ensalada servida en tabla veraniega a
milímetros de la arena playa por hermosa princesa, esclavizada al
horario agobio en pro del adverso que disfrutan los atendidos,
miradas alegría, comentarios jocosos. Brisa rompiendo barreras
vergüenza y el cántico de la eterna salada en su vaivén relajado.
Un cuadro reservado para el disfrute de los superados por el marchado
vigor y atiborrados de sabiduría, puesto siendo zagal las apetencias
rondan otros universos tan finitos como este... Toda perfección anda
sometida a lo imperfecto, sin duda.
―Es
un loco entregado del todo a su locura. Puede que sólo un ignorante
amarrado a esa tonta felicidad del no saber, ni pretenderlo.
¿Chascarrillos de
buena mañana? Me sorprende su reacción frente a mi humilde
exposición, señor. Esperaba tensión decadente, abocada al
descontrol que pare súplica frente al negro panorama.
―Bueno,
soy consciente que llevo la marca del lado oscuro desde que me atreví
a adentrarme en este sórdido universo tan dado a la imaginación.
Siento en el alma no resultar una víctima perfecta. Pero, como bien
dijo, la perfección anda sometida a lo imperfecto, siendo mi
quehacer eso mismo, ¿no cree?
Sinceramente, cuando
me llegue la hora espero reaccionar como usted, agarrando lo tétrico
y convirtiéndolo en vulgar. Sabe, también estoy agotado, tantos
años dando matarife a demasiados y demasiadas por comanda, sin más
explicaciones que el monto a percibir una vez acabado el trabajo,
claro está. Al principio me imaginaba que eran crueles inhumanos
asesinos de niños, colocando al imbécil de turno en lo más alto de
la escala macabra. Hasta que me di cuenta que ese lugar no era de
ellos ni de ellas, me pertenecía por méritos propios. Supongo que
por eso acepté la comanda, esta misma. Estoy cansado de liquidar a
inocentes, padres de familia adictos al juego, al sexo, a tantas y
tantas enfermedades (…) Pero usted, amigo mío, usted si merece el
destino que le traigo por las ingentes atrocidades cometidas, sin
medida, disfrutando en cada una de ellas, recordándolas sonriente al
anochecer mientras espera otro nuevo recado sanguinolento. Puede que
usted y yo parezcamos lo mismo, sólo puede, porque nunca disfruté
torturando a inocentes hasta la muerte... Me da asco incluso mirarle.
―¿Qué
cambia hoy? Siempre la misma monserga, te plantas delante del espejo
con la cara a medio enjabonar mientras observas ido la puta navaja de
afeitar soltando gilipolleces, para acabar donde siempre... Tú y yo
somos lo mismo... De nada te servirá tratarme cuan otra personalidad
diferente puesto que ambos tenemos la jodida marca del lado oscuro al
ser la misma persona. Ahora, termina de una puta vez de afeitarte y
salgamos en busca del nuevo divertimento. Me apetece rajar gaznates.
Lo que cambia hoy,
maldito indeseable, es la certeza que ganó mis carnes; resquemor
irritante que no para de cuestionar en el despierto y en el dormido.
La certeza cegada, el ansia vencida, en definitiva; el juicio
clausurado tras los martillazos del juez consciencia. Hoy no
terminaré de afeitarme, hoy simplemente pondré fin a esta
pesadilla.
―Ayer
soltaste la misma bazofia y al oscurecer seccionabas los pechos de
aquella ramera, sonriendo, empalmado, degustando la auténtica
ensalada que casa perfecta con lo que somos. No harás más que
aquello que siempre haces, que siempre hacemos, lo que sabemos hacer
bien, muy bien. Perfecto... Si viviéramos mil años, mil años
andaría la perdida policía rompiéndose los cuernos para no sacar
nada en claro...
No viviremos mil
años, ni siquiera uno más, puede que algunos minutos dentro del
tormento impuesto a tantos y tantas durante demasiado... Me gustaría
estar en la terraza playa...
―¡No
seas gilipollas y baja la puta navaja!―Gritó
su reflejo desde el otro lado del espejo enfadado, humillado,
asustado, y sobre todo, vencido.
… Pedir una
ensalada a la hermosa camarera que me sonríe...
―¿De
qué nos servirá? ¡Acaba de una jodida vez de afeitarte y
marchemos!
… La brisa romperá
la barrera vergüenza y por fin le dedicaré palabras que ella
acogerá con gesto agrado, inclinándose para servir plato, para
servir vida, para cambiar rumbos y converger en mundos liberados de
la pesadilla... La vida es como una buena ensalada servida en mesa
veraniega a milímetros de la arena de la playa... Como cuando era un
crío...
Fin
® Dadelhos Pérez
Parte de un relato
corto (que terminó siendo novela) dentro del género negro negruzco
(asesino en serie) alcanzando buena cota que abrió varias puertas
editoriales en América Latina. Cierto es que gané algunos cuartos
escribiendo cual negro para algunas (sobre todo argentinas) de las
que guardo un especial recuerdo afectuoso. En muchas ocasiones caminé
por las calles de Buenos Aires, por sus barrios, charlando con sus
gentes en mercados, etc. Me impresionó (al menos en mi primera
visita) la cantidad de arte que destila, sobre todo literario y
teatral. Estuve tentado por aquellos años en mudarme allá al
parecerme un universo perfecto, siempre dentro de mi imperfecto cual
satélite desorientado, caminando contracorriente o alejado de las
sendas habituales... No pretendo desmarcarme del resto o auparme a
extrañas posiciones de mejores y peores puesto no creo en esa
imbecilidad de la competencia, me aferro más a lo innato del ser
humano, su creatividad sin lindes capaz de lo imposible aun imperando
nulas posibilidades.
Hacía tiempo que no
me adentraba en el género y me apeteció tras ojear el libro; no es
una de mis preferidas pese a que me costó mucho sacarla adelante por
el tema de investigación. De todas formas, espero disfrutaras del
breve deseándote de lo bueno lo mejor, cómo no. Espero leerte
pronto en la red de redes (que no pesca pescados, aunque haberlos los
hay) hasta entonces... Hasta ahora.