sábado, 19 de marzo de 2016

LA BANCA SIEMPRE GANA por Dadelhos Pérez




LA BANCA SIEMPRE GANA por Dadelhos Pérez


En una de tantas ocasiones conocí a uno de esos solitarios, gente que huye de la gente, del bullicio, de la luz del día, de la oscuridad nocturna e incluso de su propia sombra. Ya sabe, los que cuando pasas junto a ellos no percibes su existencia, andan tan quietos que parecen estatuas, cualquier mobiliario urbano, puede que seto de jardín adecentado o quizás una de tantas palomas que aterriza en centro plaza picoteando insistente. De no haber tropezado con él no sabría que pasó décadas malviviendo en las mismas calles que transitaba a diario, aunque eso mismo me ocurra con cualquiera...
No sé dónde pretende llegar, señor. Pero sé cómo terminará, como todos.
Algo parecido le dije cuando extendió palmas solicitando clemencia. Yo y mi mundo perfecto dando lecciones al maestro de la vida, porque aquel destartalado con mirada experimentada y arrugas tara heredadas de tantas y tantas batallas perdidas, era eso, un auténtico superviviente sin pertrechos ni refuerzos; se ofuscaba empeñado en seguir respirando alejado de todos nuestros males, que según me dijo, son causa de mera hipocresía no tildada de maldad en la mayoría de los casos. Aunque hay perversiones que van más allá de lo justo desde su concepción. Sabias palabras, sin duda, y más teniendo en cuenta lo que se le vino encima.
Todos inventamos excusas frente a determinadas situaciones, echamos la culpa a los demás, al tiempo, al presentador del noticiero, a la prensa o al quiosquero de la esquina.
Eso no es verdad, quien inventa excusas tapa sus faltas aun siendo evidentes, a la vista de todo el mundo. Esa parte de nuestro ruinoso universo, lo impuesto, lo políticamente correcto, el falso crédito que desacredita minuto a minuto la sociedad. Dejando claro que existe dicha sociedad sólo entre los cuatro de siempre, y el resto...
¿El resto? Todos los días escucho lagrimal con variopintas historias que señalan culpables ajenos a los que pierden, los mismos que se sientan donde usted está sentado, y lo hacen con gesto lástima. Nada de lo que pueda decir cambiará la política del banco, señor. Somos una empresa, no las hermanas de la caridad.
No, no son una empresa. Si fueran una empresa al uso aceptarían las duras como cualquier otra, ustedes se han convertido en el hampa legal, el cáncer de la productividad amparándose en los ahorros de millones de trabajadores. Hurgan consciencias con esa cantinela mientras asaltan la caja común frente a cualquier desmán generado por ustedes mismos. El quiosquero de la esquina que mencionó, cerró el pasado invierno y ahora, tras perder hasta la ropa interior, malvive en una habitación mugre en el barrio de los desheredados. Ese mismo donde invirtieron levantando ejércitos de rascacielos y solo habitan las ratas. Aunque poco importa, ¿verdad? Sus inversiones están a salvo gracias al rescate, al hurto, a la enorme estafa que deja a las claras que tipo de empresas son ustedes. Verá, yo también soy empresario, autónomo eterno, aun no tan grande, y nadie viene a rescatarme al ir en contra de la naturaleza de mi profesión. No existen segundas oportunidades por mucha literatura ambigua escrita sobre mí.
Ahora si que me he perdido, me encuentro en evidente fuera de juego.Carcajeó leve, mofándose.
No se preocupe, en mi profesión uno se acostumbra a oír infinidad de escusas variopintas: (No lo sabía, no puede ser, aún no es la hora, o la más recurrente... ¿Dónde está Dios?)... Aunque debo señalar la fortaleza de muchos y muchas que ustedes tachan cual débiles, esos a los que diariamente finiquitan sus sueños con desahucios programados para seguir acaudalando sin importar lo que les ocurra, lo que generará su desmesurada ambición errónea. El solitario que conocí apenas hace unos minutos, el mismo que le hablaba, comprendió con endereza mientras otros que dicen poseerla se esconden tras grandes marcas que suenan amenaza redunda que infunda temor, y por lo tanto, control sobre las masas. Usted es de ese tipo de gente, nunca alcanzará el zenit por creerse sus propias falacias. Un envoltorio atractivo que no envuelve nada. Un adicto al ensoñado despierto que juró fidelidad echando las culpas a otros desde su cómodo sillón asalta viejas. Incluso los atracadores con arma en mano y calza embutida en la cabeza muestran más nobleza, aceptan los riesgos y suben la apuesta colocando en el centro mesa su vida. Me sorprende siempre que me toca recoger alguno, ¿sabe lo que me suelen decir?
¿Es usted Alfonso Quijano? Creo que le confundo con otra persona.—Agarrando el teléfono negro de su inmaculado despacho para llamar a su despampanante secretaria.
Muestran gesto amistoso como si mi presencia fuera la de un ser querido, algunos incluso bromean animándome a cortar el hilo. Y sueltan airosos: “Te esperaba, hace unos años pensé que por fin te conocería, cuando me rajaron en el trullo. Me sorprende tu imagen, confiaba ver osamenta con manto noche y guadaña”... Ya le dije que hay demasiada literatura sobre mí.
Susana, pasa a mi despacho, por favor.—Ordenó sin prestar atención a su extraño contertulio.
En cierto modo y aun pareciendo injusto, adoro a los ladrones con pistola en mano, esos rebeldes que se atreven con la vida ignorando a los cobardes que esclavizan al resto sin apostar siquiera una de sus extremidades. Ellos comprenden que el sentido frente a sus existencias no lo marcan las leyes, las normas diseñadas para los asustados como usted (…) Los que abandonan el barco a la mínima oportunidad alegando vanas excusas que muestran sus auténticos rostros.
Y no. No soy Alfonso Quijano. Hace cinco minutos lo recogí de la acera tras arrojarse desde el apartamento que le ha embargado, rodeado de su savia vital tanto como por la muchedumbre que comenzó el rosario falaz: “Era una gran persona, trabajador, padre de familia. No se merecía este final.” Y durante su periplo para satisfacer vuestras exigencias todos le dieron la espalda.
¿Quién es usted?
Soy un trabajador de la banca, esa otra banca que solo opera con hipotecas. Vengo para zanjar la suya, señor.
La única hipoteca que tengo es con esta entidad.
Lo ve, tanta endereza piden a los fustigados que se sientan donde estoy sentado. Tachando de excusa su torturado presente y sobre todo exigiendo desde la verdad verdadera que cree suya por derecho revenido de cierta resaca de poder, que en realidad es gran mentira. Intenta inventando excusa, pero no le servirá de nada. Cómo usted bien dijo: “No sé donde pretende llegar, pero sé como acabará … Cómo todos...” Porque a diferencia de su empresa, la banca, mi banca, siempre gana... Ahora, estimado desestimador, cortaré el hilo, se acabó su insulso tiempo. Su crédito vitalicio queda abortado.




jueves, 17 de marzo de 2016

CIELO E INFIERNO




CIELO E INFIERNO por Dadelhos Pérez
Sé que estáis puestos con las diferentes clases de ángeles que militan en los ejércitos de Dios, que si los generales arcángeles y sus alucinantes batallas contra “Luci” (así es como lo llamamos por estos lares, no os rebotéis) Pero estoy seguro que poco o nada os contaron de la tropa, ¿verdad? Es un secreto, lejos de la vista de los creyentes, porque esa es otra, no existe ser vivo en el planeta que no lo sea, diga lo que diga; ya que no creer es creer que no crees en aquello que creen los demás, esos mismos que no creen en lo que crees tú, aunque no significa que crean o no en ti, es asunto más terrenal éste que confunde a los mortales, que no a los alados o cornudos (así llamamos a los diablos, ya sabéis)... Está contemplado en las leyes y comportamientos adecuados para los “pollos”(que es como nos llaman los presumidos generales y la alta alcurnia de los cielos.) Y también figura en la contraportada del boletín “contra azufre” que sale a final de cada mes, para que no nos olvidemos de la jurisprudencia en la guerra más larga que existe y existirá por seguir existiendo o por los siglos de los siglos (para que los creyentes me comprendan) Hay que ver, pregonando la paz y concordia entre los vivos y andamos a guantazo limpio entre nosotros. Manías de lo divino.
Os contaría cosas de Dios que os arrastrarían a pedir hora en el concesionario del averno con toda seguridad, suplicando que os vendan una plaza cuanto antes... Debo deciros que los malos no actúan como nosotros; para conseguir una parcela de tercera en el barrio lucero (el más humilde del cielo) los requisitos son claros, toda una vida portándote ajustado a los cánones de nuestra alteza divinidad. Ir a misa y depositar diezmo del sueldo mensual o del paro, que en cuyo caso, ejerce un gravamen de dos puntos para los del primer mundo y siete para el resto, en pro del sacrificio para obtener el préstamo hipotecario del único banco existente en el paraíso, el Banco Judas, que reza cual eslogan (Beso en mejilla y te quito las “pelillas”) o algo por el estilo. Y es extraño porque en el cielo no hay ningún banquero, o al menos en la sección profesión de la solicitud pusieron otra... Mendigo, sin techo; que son de los que más pululan por el reino de Dios. Eso sí, los que fueron sin techo reales no son dados a la gresca, almas pacíficas que hacen caso omiso a lo de las alas, ya sabéis, ganar las alas para ser un ángel. Ellos prefieren pasar la eternidad leyendo o conversando como si fueran meros mortales, sin ofender ya que yo también lo fui (…) mortal, digo, porque tenía techo comprado a toca teja, uno encima de otro, sin hipoteca, nada de eso...
Sin embargo, para conseguir un apartamento en el barrio “A la brasa”, el equivalente en cuando a humildad pero abajo, los requisitos también son muy claros. Pasar la vida como te dé la gana y una vez termina, rellenar un simple formulario y para dentro. Todo eso qué si no obedeces en vida hormiguearás el resto de la eternidad en el infierno es publicidad engañosa. Los diferentes comerciales (de ambos lados) lanzan sus cañas en la cola de los recién palmados para acrecentar los distintos ejércitos, así es como llegué a la guarnición de San Miguel, tras escuchar al diablo y ángel estando yo recién perecido.... Fue algo así:
Veo que se masturbó a los quince años, encerrado en el cuarto de baño mientras miraba a su vecina que tendía la ropa. Es un pecado menor, no se altere, por suerte cuando su solicitud sea aprobada le quitaremos el pene y sus colgantes; es un requisito ineludible...
Señor, san Ángel, ¿puedo preguntar?
Llámame sirviente o sólo señor, para alcanzar el estatus de San todavía me queda mucho trecho. Y sí, por supuesto. La gloria del señor es generosa y sabe escuchar.
¿No hay nadie en el paraíso con pilila o chochín?
Sólo nuestro señor redentor y su salva de doncellas, el resto no tenemos sexo, puede que suene catastrófico pero todo son ventajas. Además, nadie puede nacer en el cielo exceptuando al linaje divino, claro está.
Pues, no lo tengo tan claro.
Déjate de mariconadas.Entró en acción el comercial del averno.Nuestra política de libertad plena y sin peros, esa misma que no te obligó más que a vivir como te dio la gana, sigue vigente una vez la has palmado. En el infierno no exigimos castración, puedes pasarte toda la eternidad masturbándote si es lo que te va. Cada cuatro años hay elecciones para escoger a nuestro representante y no tienes que pedir créditos para comprar vivienda. En realidad únicamente estás obligado a subir a la tierra y fastidiar a todo aquel mortal que nos haga publicidad.
¿No lo entiendo?
A diferencia del paraíso, tenemos un cupo máximo para nuevos miembros. Esas mentiras de los alados que el que mal se porta castigo eterno, es eso mismo, falacias. Intentamos que no se masifique nuestro reino para poder llevar una eternidad plena, sin restricciones. Sin embargo, éstos, mucho predicar contra el aborto en la tierra y lo primero que te quitan al llegar al cielo es la pilila, abortando cualquier posibilidad de procreación, hipócritas. Beberás como mucho un litro de buen licor hasta quedarte lleno, con ganas de orinar, y pasarás toda la eternidad meándote aun sin poder mear... Yo de...Y un grito del jefe de comerciales lo silenció para luego decirme.Lo siento chico, pero ya tenemos el cupo. Aun te queda la posibilidad de insistir al encargado de “regresos a la vida” para reencarnarte. Que tengas suerte.
Y llevo cien años aguantando las ganas de mear e insistiendo que me reencarnen, cuando lo consiga, pasaré toda una vida viviendo del cuento hasta palmarla e irme directo al comercial cornudo para firmar el primero y sin preguntar.





lunes, 14 de marzo de 2016

Sepelio en vida


    Sintiera el agobio que nudo formó durante indeterminado, dado a la entrega del perdido que se sigue perdiendo dentro de lienzo unicolor, mientras mis manos sucumbieron al tembleque de cuando niño, resbalando gélido sudor parido en alma, descendiendo frente, pues ni las estrellas guiños, ni la mansa brisa de la inmensa mediterránea calman declive, por escribirte aislado de la isla compañía que mortuoria presta pesar que me vence. Y nada inteligente, agarro libreta encarando mina que baila atemorizada por la danza del marchado que queda anclado en tu estampa recuerdo.
No cita más espacio en angosto presagio vuelto presente, al llorar por los quereres con que te quise en abanico intimista, fuiste desde siempre la que eres, la que deduje que eras, la que ansiaba que fueras, la que fuiste y la negada que pudiste ser. Y ahora retumba conciencia tras cada letra que mancha pureza en el papel cuadriculado, al son alicaído de quien recuerda salva ahogado en pena cadena, en lloro amago, en sordo grito torturado que funde posibles del delante, ese paso hacia el rescate de quien no quiere ser auxiliado... Sin ti, es un sin mi pendiente, que consciente se abandona pereciendo...
Pobre espíritu en gracia vida, rogaría si creyera con temple rezo atribulado e hincando rodilla, bajando mirada y juntando palmas que lentas tocarían con mis dedos, labios. Alzaría brazo violento si con tal desfachatez provocase retornos, rescatarte del miedo inexistente que persistente golpea mi esencia, anegando incoherencias conductoras a la divagación donde sigo y prolongo perdurando por siempre y amen maldito que me maldice, igual que silencio.
No queda y presto acabado, pinto mueca adiós sin recibir nada a cambio, para cruzar las arenas que besan salada, que a su vez, acarician a la granulada que paciente la espera. Porque allá donde viera reconozco nuestra historia, el delirio romancero, el halago, el beso pendenciero que enciende tacto pasión, abrazo, susurro, gemido... Todo danza perdido en el caldero infierno de mi destruido corazón, alma occisa que oxida acelerada buscando muerte, a la Parca que me ignora... Mientras rescato belleza que viera prendado juntando nuestros labios y regalando alma, sentirte, sentirme,¡sentirte!, ¡¡Sentirme!! ¡¡¡Sentirte cómo te siento en el anhelo que me trastorna!!! Porque vivo suplico capital pena cuando muerto respiro sin querer respirar condena de no tenerte y recordarte... Sin querer queriendo pues amor es amar estando o no existiendo, vida mía. Y amar es amor sin condición materialista o etérea, sin lindes o barreras, con o sin vigor...

Caminaré hasta las entrañas de la mar para buscarte, encontrarte, sonreírte y abrazarte... Me quedaré contigo para siempre, tan incondicional como eterno resuena la mejor canción escuchada por mis oídos, cuando de tus labios brotó, aun sonrojada, el primer te quiero que me dedicaste...

viernes, 11 de marzo de 2016

Los prados Chévere




LOS PRADOS CHÉVERES por Dadelhos Pérez.





La vida es una caja de sorpresas que poco sorprende conforme adquieres experiencia, es mi humilde forma de observarla mientras ella me observa. Y vientos viejos que marcharon (o se esfumaron sin más) retornan empujando abatible en formato nueva oportunidad.
Siempre amé la soledad que me condujo a la inspiración tras la lectura entremezclada con el filme cotidiano, los cercanos y no tanto, la luz y oscuridad, lo neto y lo netamente ofusco. Bueno, ese cóctel en justo sazón con guinda ensoñada (dependiendo de quién la vislumbre, por supuesto.)
Ando en un mes duro, cargado de trabajo y pendiente de mil respuestas que debo dar lo antes posible, de entre ellas, regresar a Venezuela para ocupar humilde puesto en una editorial amiga que conocí durante mi última visita.
Hasta hace relativamente poco, era un ignorante de Internet ya que sólo la utilizaba para buscar información que costaba horas sonsacarla por las toneladas que pululan en la red, falsas informaciones o vertidas desde ideales cualesquiera. Puede que ese escollo me incitara a dar la espalda a la nube, a las redes sociales. Y fue una buena amiga, gran escritora, quien me animó a investigar por mi cuenta entrando hace menos de un año, aproximadamente, en Google plus.
Me gustaría darles las gracias por las horas y horas de lectura que encendieron la chispa inspirativa en mi alma pariendo alguna que otra composición. Y no me estoy despidiendo, sólo que desde ahora y tras mi aceptación frente a la oferta, publicaré con menos asiduidad hasta que vuelva asentarme en mi Venezuela querida después de pasar el calvario de Marzo, qué remedio.
Seguiré colaborando con EL PODER DE LAS LETRAS cada Lunes, como así acorde con los/as enormes escritores/as en su día. La verdad, ver proyectos cómo éste esperanzan alma solitaria de quién lo dio todo por las letras desde que zagal comenzara, pero como suelo decir, eso es otra historia.
Regresé a la anciana España por mi hijo hace tiempo, es un pilar fundamental en mi existencia, pero el enano ya no es tan enano e incluso me anima al retorno alegando que mi sitio natural está allá. Y puede que tenga razón, que necesite perderme por el centro del Palmar y visitar a mis viejos y viejas amantes de las letras, pasearme por las calles de San Félix, zamparme un par de empanadillas con refresco, rastrear los viejos libros de don José Gregorio en su pequeña tienda mágica, algún jugo o helado en sus puestos callejeros al son caribeño. Para sentarme en el porche de mi pequeña casita con libreta y lápiz y escribir (después de mi jornada, claro está)
En unos meses volveré a estar pleno con todos ustedes aunque con horario diferente, ha sido un enorme placer descubrirles, son tesoro inmaterial que perdurará por siempre en mi coleto gracias a sus fantásticas composiciones.
Les diré que para mí la felicidad consiste en buscarla, sin excusas, y eso mismo les deseo; una fructífera búsqueda que les traslade al nirvana de la ensoñación al mismo tiempo que pisan el suelo. Suena contradictorio pero no lo es, ustedes saben de lo que hablo al ser poetas y poetisas, que traducido como bien sabrán, poeta es quien crea desde la nada burlando así el todo, su adverso y lo que pudiera venir. El don de la magia, la magia de la verdad verdadera; tejo palabra que roza el alma transformando distancias en la lejana cercanía. Para encontrar ajena que me atrapa y me traslada en interno viaje, eso sí, sin pagar peaje.


Hasta pronto, familia.



miércoles, 9 de marzo de 2016

La rata Isidora

La rata Isidora


Cuentos, hijo; cuentos hay tantos como personas en la faz terrestre sumadas a esas otras que no pisan suelo, sino, descansan bajo él. Muchos escuché siendo zagal, más o menos de tu edad, cuando recorría las calles de la aldea con vara cual espada hasta la plazoleta, donde sigue impasible la vieja piedra grisácea de la seca fuente.
Tienes suerte, ya que tu abuelo aprendió los malos y los buenos sin cambiar coma, eran tiempos afables para mí, como lo son ahora para ti.

¿Qué historia me vas a contar hoy?

Te contaré un secreto antes de emprender nuestro momento, todas los cuentos terminan en moraleja casi pareja, muchacho; así que se puede decir que todas las fábulas se resumen en una.

Eso no es verdad. Están los cuentos de piratas tuertos con parche en el ojo, loro parlanchín al hombro y pata palo. Ah, y una espada enorme que corta mucho antes de llegar a tocar la piel. Me lo contaste ayer, ¿te acuerdas?

Cómo olvidarlo, te pasaste toda la tarde con el pañuelo de tu abuela atado a la cabeza, saltando de un lado a otro esgrimiendo cual espada mi viejo bastón. Casi nos dan las uvas intentando convencerte que tocaba dormir.

Es que me gustó cuando el pirata barba afeitada se convertía en bueno. Hasta ayer, todos los cuentos que escuché tenían buenos desde principio a fin, y malos malvados, abuelo. Pero nunca oí uno como el tuyo. Malo que secuestra y mata convertido en bueno por hacerse amigo del niño.

Es cierto, en la escuela os enseñan el blanco y negro olvidando esas otras tonalidades que imperan en la vida…

¿Qué?

Nada, hijo. Nada. ¿Te cuento la historia de hoy?

¡Claro! Empieza como empezaste la de ayer. Pero no hagas trampas, cuéntame uno nuevo.

Te contaré el más nuevo de todos los nuevos que sé, teniendo en cuenta que soy un viejo cascarrabias que podría competir con Matusalén

¿Con quién?

No importa. Anda, siéntate en la silla y deja el bastón tranquilo. Te contaré la increíble aventura de la rata Isidora, más conocida como “la cotorra” al no poder parar de hablar…

Abuelo, las ratas no hablan.

Ni los barcos piratas vuelan, hijo. ¿Verdad?

Vale, atiendo. Pero espero que tenga miedo aunque sin sustos, vale. Porque los sustos me asustan dándome miedo.

No te preocupes que entendí a la perfección tu curiosa demanda, tomo nota, aire y aliento (siguiendo extraño razonar redundo) más...

            Érase una de tantas sendas en iguales aldeas de cualquier lugar del mundo conocido y del otro; ese invisible para el hombre y sólo accesible al reino animal que en convivencia perfecta gracias a su escondite mágico, se mantenía con todo su esplendor, incorrupto. Aunque donde vida hubiere, reza el viejo refrán, muerte poblara. Y con esto no quiero más que señalar lo oscuro anidado en lo puro del paraíso.
¡¡¡Grandes garras de oso encolerizado, fauces voraces y rugido averno!!!

Abuelo, me da miedo.

De acuerdo… Un travieso oso de trapo viejo y desdentado, con ojos botones pardos, saltones, aun sin escapar de la cara y cosidos por la anciana de la cabaña del cerro… Aquella vieja que paseaba al alba recogiendo yerbas para mezclarlas en hervor y embotellarlas en arcaicos tarros de vino rancio, el mismo que nunca bebió al ser abstemia desechando el licor por el sumidero…
Trapo (que así se llamaba) vivía agazapado en la ladera donde nacía el bosque encantado para los humanos que no podían ver el paraíso ensoñado, donde un diminuto castillo construido con palillos e hilo vulgar, erigía en lo alto del árbol más veterano, justo en la rama enorme que alcanzaba sus gemelas coníferas. Dicho de forma sencilla, las copas arboleda, tupidas, que apenas dejaban pasar los rayos del sol.
Reina reinaba, pelo grisáceo, ojos negros, cola pelada y larga como día sin pan; más los ratoneros dientes tan blancos que daba la impresión que emanaba luz frente a tanto fulgor dentífrico, aunque no recuerdo la marca.

El Trapo, que ya te dejo claro que es el malo, llevaba semanas robando las sabrosas bayas del huerto real, así como galletas, mazapán, uvas pasas, chocolate suizo, algún litro de cola, varios kilos de caramelos, chuches a granel, turrón duro y blando, tres botes de leche condensada y cincuenta barras de pan. Todo un despropósito que mermó las arcas imperiales conduciendo al sacro pueblo ratón casi a la extinción por hambre… Y a este desmán hay que añadir los helados de pistacho, el arroz al horno que sobró en el último jolgorio, la horchata de chufa y las chufas a remojo de la fábrica ratonera instalada en el enorme tronco, bajo el castillo palillo que ya te mencioné.

Tratos tuvieron lugar con el reino vecino de las abejas miel, que al no ser molestadas por Trapo, declinaron trazar treta que detuviera la sangría alimenticia que engordaba y engordaba la enorme tripa del haraposo. Obligando a la monarca a lo que le obligó.

Nadie se atrevió a dar paso al frente, cuando la regente solicitó voluntarios para cazar al ladrón. Colas quietas, casi inertes, y miradas hundidas en el palo trenzado con hilo de coser que constituía el todo del edificio. Cuando salto diera el más joven de los roedores, gritando animoso que idea le llegó con solución viable, al recordar las hazañas que le contaran sobre la valiente rata Isidora.

Venció al terrible gato de la cabaña del cerro, majestad. No se sabe cómo, pero al tercer día el felino recogió su ovillo de juegos desapareciendo de la comarca.

Necesitamos un guerrero hábil con el manejo de la espada alfiler y astuto; recordad que nos enfrentamos a Trapo y su voraz apetito… Cuentan que las piedras que faltan en nuestra senda bosque se las zampó, eso sí, después de atiborrarse de higos chungos en el desarbolado del este. Enviar rata podría confundir al oso que en vez de divisar peligro atisbara bocadillo corredor.

¿Si al gato pudo vencer teniendo en cuenta a la astuta dueña de la casa, complicada amenaza?; ¿qué puede temer de un oso de peluche?

Sonaron campanas celebración mientras la elegida trepaba el tronco hasta el balcón presidencia de la emperatriz ratón, siendo aclamada por multitud de roedores tan esperanzados por la increíble solución como delgados por culpa de la inanición provocada por el glotón obeso.

Prometo promesa ante la ciudad ratonera, aquí en el alto balcón junto a su majestad la reina señora con corona pues fue coronada…―Comenzara discurso que no acababa.

¿De qué habla? ¿A qué se refiere?― Murmuró su alteza impaciente.

―… Me gusta gustar tras gustarme frente al reflejo sin eco y a luz templada, siempre antes del alba si la estación es otoñal y anda triste el día. Porque acaba soltando lluvia fina que moja mi moño perfecto que costó cuatro bocados de parmesano en la peluquería de Cantimplora, esa astuta rata que no agrada y se disfraza de mapache, perdiéndose en los arbustos noche de los adoradores de bayas…

¡¡¡Basta!!!― Impuso orden ganada por dolor de cabeza ante el inri insustancial.―Marchad en busca del ladrón y desterradlo del reino, rata Isidora. Si lo hiciereis posible os concederé una bola entera de queso holandés de importación. Nada de sucedáneo fabricado en la estepa africana y envasado en la España pandereta con etiqueta “made in Holanda”.

Pasillo formaron los más de trescientos famélicos por donde paseó orgullosa la rata cotorra hasta alcanzar el camino, bordeando charca y saltando pequeña rama, dejó la muchedumbre galopando cual caballo aun siendo roedor, hasta salir del bosque encantado y entrar en la desencantada ladera.
Lo primero que advirtió fueron cortezas de plátano, envoltorios de caramelos, migas de pan blanco, latas vacías de refresco, palos plástico de piruleta, granos de arroz, envases cartón de turrón duro, blando, tres yemas, yema tostada, chocolate, chocolate crujiente, coco, Jijona… Un momento, espera, también restos de bombón y fruta variada, al menos es lo que leyó en la caja vacía que resistía al viento frenada entre piedra y simple matorral.

¿Quién anda ahí?― Grave, gravísima voz que brotó de los adentros cueva, donde figuraba un buzón con la leyenda “Casa del señor Trapo, alias el oso o botones para los amigos.”

Soy la rata Isidora, vengo de parte de la reina que impera en su reinado bosque, todo recto a la derecha, y luego, tres saltos: uno grande para esquivar piedra, uno largo para el charco, y el último… Bueno, ese lo di porque me gusta saltar aunque tú también lo puedes dar. Pero no es obligado...

¿Cómo?

Haz lo que quieras, al fin y al cabo estás en tu casa. Pero esa enorme tripa que calzas tiene mala pinta. Comer a deshoras trae grasas, engorda. Mejor aguanta hasta la cena y no meriendes… El régimen de no comer aun bebiendo siempre que azúcar no tenga, te iría bien.

No, no. No. Me refiero a quién diantres eres.

Cómo dijiste comer.

Dije; ¿cómo?

Y yo te contesté; mejor espera a la cena y no meriendes… ¿Recuerdas o estas sordo? Porque si padeces sordera tengo un remedio que remedia remediando la nula audición, si fuere el caso, o aumenta la calidad de la misma si es a medias la sordera... Teniendo en cuenta el grado de atención que pongas, a veces no atender se confunde con sordera y nada de eso, el despiste es despiste y lo del oído lo otro, lo otro que estamos hablando mientras hablamos ahora, ahora mismito. No quiero confundir, amigo oso. Tengo respuestas, es cierto, pero también tengo cuestiones (puede que debiera esperar hasta lograr o terminar la misión que me fue encomendada) No haría mal a nadie conversando contigo un ratito grande adonde…

¡Estás cómo un cencerro! Márchate de aquí.

Me gustaría aunque vengo por venir tras el acuerdo acordado con su alteza, no es alteza por alta, ¿sabes? En realidad es más enana que yo y tiene celulitis. Ella cree que no me doy cuenta, se pone esos anchos que tapan mucho pero cuando camina, se abren las aperturas y ¡¡¡chachá!!! La celulitis. Y va teñida, se aprecia en las raíces de los pelos de las narices. Para ser una reina no acude a buena peluquería, seguro que va a la de Cantimplora, esa travestida de mapache y enganchada a las bayas… Zumos de bayas, bayas con yogur, yogur de bayas, macedonia de bayas, bayas con mantequilla sobre tostada; mermelada de bayas, licor de bayas, bayas al vapor, bocadillo de sirope de bayas, arroz con pimientos y bayas; paella de bayas; chuletón salteado con setas terreras y bayas de temporada alta, rociado con polvo estrella de jengibre al toque de sal gorda… Y no me preguntes que sólo recuerdo dos gotas manchando el plato donde descansaba un delgaducho chuletón que era chuletilla, todo hueso, y una baya cual guinda. ¡Qué mal gusto tenían en aquel restaurante! Sin mencionar el servicio que andaba colocando trampas en los rincones para cazarme, cuando yo siempre accedía en plena noche por el centro sala, cosa clara fue lo estridente del color de sus paredes de naranja fosforito y techo verde, menuda locura. Ni que fuera obra del cura borracho, el del templo solitario a tres días de aquí, eso sí, si la marcha es al trote y no explorando; que si veo mariposa me entretengo, mira como vuelan las abejas, ¿estarán los peces dentro del río o ahora que no miro andan fuera? Tomando el sol, por ejemplo, mejor lo compruebo…

Así estuvo, cotorreando durante tres días con sus noches, impidiendo dormir al enfurecido oso de peluche que terminó agarrando su macuto para regresar a la casa del cerro junto a su dueña.

Volvió victoriosa al castillo palillo entre clamores de sus habitantes, tanto fue la alegría que prepararon la celebración más impresionante que nunca jamás se preparara en el reino ratón.

Mira que les costó partir la sandía traída desde las fértiles tierras labranza, trayecto que empleó semanas sino meses. Y cuando la abrieron sus tripas andaban blancas imperando desánimo entre el populacho hambriento. Fue entonces cuando Isidora compartió su bola de queso recompensa que descansaba sobre la base piedra que ejercía de tabla, y agradecidos, insistió la muchedumbre en que hablara la heroína al son que negaba con la cabeza la reina, eso sí, sin pronunciar palabra.

Fue en tarde moribunda casi besando al intermedio crepúsculo en el tercer día.―Comenzó la latosa pesada.―Le explicaba como pintar un mural sin lienzo ni pinturas al terco oso, el cual, negaba con la cabeza tapando sus orejas y cerrando ojos… No podía creer que no supiera trazar pincelada invisible en el tamiz viento… De momento, pregunté si tenía sed de beber, por supuesto, fui sensata y especifiqué dejando claro y tendido en el hilo evidencia, que no me refería a la sed de alma o consciencia sino a la física del beber. Cuando terminé mi escueta pregunta aliñada con argumento expresado con sumo tacto, voz delicadeza y gesto siempre cordial… Miré y miré… Debajo de las latas consumidas y entre las migas del pan; dentro de los envases cartón, entre las cáscaras de melón, en la cueva, en el buzón… Y nada, no estaba, se esfumó sin humo o ruido que me advirtiera de su quehacer extraño, no lo critico pues me suele pasar aunque no logro encontrar el motivo…

Cuando la rata alzó mirada descubriera lo que siempre descubrió…

¿El qué, abuelo?

La soledad, hijo, la soledad… Todos los ratones, hormigas, pájaros, viento, rutinas, agua, pan, frutas, quesos…. Todos se marcharon corriendo dejando sola a la rata cotorra que siguió hablando y hablando hasta que le entró el sueño. Para dormirse y soñar que hablaba y hablaba y no paraba de hablar…

No entiendo el final, es raro.

Tan raro como oso de peluche zampándose lo que se zampó sin tener boca, dientes y estómago… Lo cierto, que esta es la leyenda del por qué las ratas de todo el planeta que se encuentran en todos lados, donde incluyo los barcos y aviones, hablan con ese agudo y molesto tono… Sin embargo, deja que te diga que no quedó sola, al principio cabizbaja le explicaba a la nada con molesto tono mientras caminaba, alcanzando el alto cerro, y por lo tanto la vieja casa donde se instaló en el granero.

Suena a comienzo, no a final.

Cierto, chiquillo; de hecho eso mismo es pues comenzaron andanzas imposibles a lomos de bestias desconocidas. Cruzando desiertos plagados de lagartos fosforito, serpientes con patas, es decir, ciempiés gigantes. Algunas aventuras a bordo de veleros y otras, las más escandalosas, conduciendo bicicletas por el mar… Pero son otras leyendas de la rata Isidora y su sordo amigo el oso harapo, que mañana mismo te contaré en nuestro agradable rato de la tarde, como hoy o ayer.

Gracias, abuelo; me encantan tus historietas. ¿Me dejas el bastón para jugar?

Tuyo es.

© La Ranura de la Puerta.




El Iluminado

ILUMINADO por Dadelhos Pérez

Imaginad lo inmenso reducido en botella zarca de bello tallado a manos de artista del vidrio. Una imagen en movimiento quieto, emanando desde cualquier adentro experimentado que sabe apreciar hasta la más leve pequeñez, valorando sentido que comienza con el inicio del sinsentido que te deja la vida en el paladar… Esa que te acuna… Esa que te ama, te adula, mece, apacigua, enrabia, empuja, ahoga, rescata y te marca la tersa piel de la cara con arruga tara por cada batalla perdida o medio ganada. No hay más verdad engañosa que la egocéntrica. Todos y todas somos alumnos en la clase sin dogma del terremoto existencial, un segundo en una década, un suspiro soledad, una estrella fugaz en noche encapotada, miseria frente a la magnificencia que no lo sería sin nosotros, los miserables que llenamos novelas con nuestra aventura sentenciada desde el mismo momento de nacer.
¿Verdad que nada ni nadie pone límites a lo que imagináis? Y no es por extrañas magias ni por la intervención divina, ya que la divinidad real se encuentra debajo de piedra, en las orillas de cualquier riachuelo; en las risas y sus adversos llantos, en lo ancestral moderno, en lo redundo que redunda impregnando de lo mismo el todo que os constituye. El de adentro, ese que imagina gerente sin oposición gracias al de afuera, ese otro que vislumbra contando al interno las maravillas y desdichas que este filtra impaciente y esforzándose de tal manera, que no le importa si dormís o trabajáis, él sigue y sigue descifrándose, conociéndose, conociéndoos. Llevado por locura, como si el tiempo corriera en su contra, preocupado y a veces del todo desquiciado insufla malhumor que enquista la ensoñación que debiera ser la existencia para cualquier ser vivo, esté o no en este diminuto y ridículo punto azul perdido en el vasto… El universo que almacena ingente cantidad de inerte frente al reducido privilegiado existencial… Y el sabio hombre pierde el tiempo asesinando en guerras, capitalizando lo que no le pertenece y llorando dramas con excusas vanas y un “si lo hubiera sabido”.
El ideal no es palabra escrita en tinta imborrable que perdura siglos y siglos, aunque os alienten que la verdad se esconde tras esos versos, esas odas catastróficas que juegan con la vida y la muerte bautizando buenos y malos. Porque de ser así, entonces nacieron de la nada preñando los pergaminos iluminados, paparruchas románticas de idos que jamás fueron.
Esas letras nacieron de vidas reales, de momentos glorias cuan beso de madre aterrizara en mejilla quedando grabado en la memoria hasta el último momento, la expiración, la muerte o la parca; el final de los finales, el día del juicio, la victoria de los avernos… Tanto es así, que cuando dejéis de respirar engullidos por el apocalíptico mal interpretado, la vida continuará maravillando desde su hermosa botella zarca en bello cristal tallado por manos de artista del vidrio.
¿Sólo le preguntaba si quería el café con o sin leche?
Solo, lo tomaré, solo. ¿Cuánto es?
Tranquilo, señor. Invita la casa. Pero se lo suplico, busque otra cafetería, no vuelva por aquí.
Descuiden, no volveré. Gracias.





lunes, 7 de marzo de 2016

Canciones del silencio

LAS CANCIONES DEL SILENCIO


Esperar a que frene llovizna pegando nariz en el cristal gélido, suelta el infante aire pulmón tiñendo en vaho existencia al trasparente que deja de serlo, mientras el crepitar alimenta con su banda sonora la escena tierna del zagal que empieza por primera vez a ir más allá del recuerdo, tumbando su morriña de mirada húmeda en el regazo añoranza pese a su corta edad, ese primer capítulo capitulado al no poder hacer más que lo qué hace.
Un relámpago parido del más oscuro nubarrón alcanza suelo, la lluvia enerva ritmando feroz su caída mortal estampándose en la tierra madre, en el agua mar, en las copas de los árboles, en el seno de matojos o en el lomo de las inmóviles vacas que esperan que pare caladas hasta los huesos.
Linde traza mirada que ansía ajena al candor acogedor de la sala desventura, mamá marchó buscando sustento y vendió su talento a postores forasteros. Según la abuela, su segunda madre, a la Francia de uva y vino caro, espumoso refinado, junto a otros tantos en amplio abanico igual que los cientos de quesos gabachos… ¿A quién le importa eso?
Cerró ventanas del alma herida, llenó de viento esperanza hasta su barriga, golpeando frente de forma tenue sobre el cristal tambor en compás desesperado y hundido en la taza amarga del aceptar… Aceptando…
Madre ama camino en senda destino por el bien del retoño triste, pues al irse, dejó al tierno en aras de la morriña que engendrara riña despiadada en su coleto chico.

Danzará la lluvia frente a la canción de cuna rescatada por las faltas, cuando occisas figuraban en papel inexistente que daba pie a la voz de madre entonando nana; y ahora; percusión cabeza ventana muestra ruta junto al rabioso soplar de afuera, sonaban panderetas por la lluvia, timbales rugidos de truenos, flautas agudas por el colar del aire por la rendija escasa de alguna abertura de su alma… Reproduciendo la primera estrofa que versa oda aprendida por el incondicional amor de la mujer preocupada que marchó a la Francia perdida, por procurarle vestimenta, techo y un plato en mesa… Presta oído, deja que tu alma entienda y canta la nana que mamá cantaba cual canción de las canciones del silencio, pues eso queda en el momento. Aunque nubes morirán abriendo claros que suenan al tren recién llegado que trae la felicidad en sus entrañas vagones. Apagando llanto desolado por la desolación del infante sin su madre, que llegado el sol, la abrazará de nuevo.

Fuerte fuera por tiempo que entiendo, aquella tarde de invierno se convirtió en pesar la falta de mamá trabajadora, y ahora; cincuentón pausado que encaja destino cual remiendo sin hilo que nada soluciona. Débil ando tras el sepelio de la mujer que más me quiso, tanto, que dejó sus sueños para que yo pudiera alcanzar los míos.
Aquella canción del silencio no fue nada, es en este momento y hasta el final de mis días cuando suena, seguirá sonando y morirá conmigo.
Sólo me queda por poner estribillo a tan triste historia que fue plena siendo realista, y no cabe más que un “Mamá, te quiero.” Resonando en mis callados… y necesito.





MALAVIDA (el día del juicio final)

MALAVIDA” (El día del juicio final)

Estoy cansado de soportar las memeces que tornan inteligencias en tontunas por arte de magia, lo social es como un rebaño pasturando en plácido prado controlado por los perros del amo que no se hace demasiadas preguntas frente al fresco bocado. Vive la ensoñación en aparente abundancia copiando al borrego de al lado y sonriendo mientras el dueño saca filo al cuchillo. Somos la involución pese a los mínimos adelantos que la perseverancia de muchos creativos culmina con maravillas, siendo el señor capital y sus tercos sacamantecas los que paralizan los milagros.
Una bombilla que jamás caduca es un mal negocio para ellos, los enemigos acérrimos del progreso natural de la especie por mantener su estatus a toda costa. Y estoy harto de ver y oír la misma cantinela durante demasiado tiempo. Este mundo no está hecho para mí, es lo que debería decir borracho de lamento y soltando chapa dramática. Pero si actuara de esa forma mentiría igual que los jodidos cabrones responsables de la realidad, condena para el resto, sin escapatoria, negados a la libertad real que nos corresponde por nacimiento, un acto más antiguo que las leyes, las normas, estructuras egocéntricas que implantaron podredumbre por doquier, despertando adversos que fueron tratados cual enemigos de la humanidad por orden y mandato de los que hablan en nombre de todos, menuda fantochada.
Por cierto, me llaman “Malavida” y estoy dispuesto a cambiar este estercolero al menos durante veinticuatro horas…
La cárcel me enseñó el resultado real de la criba justicia, allá adentro sensibiliza mucho más debido al microcosmos rejas, normas y cien mil historias diseñadas para que la gran maquinaria de pocos funcione. Creo que en las entrañas del olvido, entre las paredes de mi angosta celda compartida, en los paseos de ir y venir de paredón a pared gemela pisando el alquitrán de la rudimentaria pista de baloncesto, en la bazofia de cada día cual rancho nauseabundo en comedor ganado; en el negocio legal e ilegal que alimentan el talego castigando al culpable y a todos sus familiares... Como dije, la cárcel me enseñó el camino a la libertad desde el frustrado intento de los jodidos religiosos haciendo negocio o los mentecatos funcionarios, aunque no la mayoría, jugando a ser los capos del hampa con auténticos capos que los controlan a cambio de lo de siempre. Porque lo de siempre abre las puertas y deja entrar la luz aireando el cuarto de los horrores que deja de serlo, para convertirse en el paraíso que tan mal venden los adictos al ensoñado.
Y esta mañana, tras afeitarme y acicalarme al dedillo, cruzaré la avenida de siempre custodiada por filas de árboles que cumplen condena en su particular encierro, sin visitas, soportando los humos y las meadas de perro. Doblaré por la esquina donde sigue malviviendo la noble anciana al frente de la frutería olvido, hasta alcanzar las puertas “ajusta cuentas” de los ladrones corbata y falaz sonrisa hiena. Es el día del juicio final. Es la hora que no esperan al igual que los borregos pasturando en prados abundancia. Llevaré paz a cambio de justicia aunque sólo sea un espejismo fugaz, un segundo robado a milenios corruptos, una sonrisa eternizada en cadáver frente a su propio sepelio, el hecho que confirma utopía que deja de serlo, y una interminable lista de ocurrentes frases que sirven únicamente para insuflarme valor, fuerza, determinación y toneladas de ofuscación para cuando comience el baile… Porque frente a la charlatanería de los falsos, los actos purifican cobrando el precio más alto… Estoy preparado, dispuesto. Mis pocas pertenencias las doné repartiéndolas entre los vagabundos de las calles tristeza, nada de esas asociaciones sin ánimo de lucro que chupan subvenciones viviendo de la necesidad ajena a cuerpo de rey, sean o no sean religiosas, que quede claro. Creo ferviente en ese Dios aunque a medias, sigo convencido que no resucitó tras la crucifixión viendo la puta mierda que solo devana y esclaviza, seguro que dijo tras palmarla; “si quieren magia que paguen la entrada”, contaminado por la realidad que supera con creces la verdad, sin lugar a dudas… Mis creencias vagan por actos alejados de palabras o raciocinios que solo conducen a que todo siga igual con estúpida coletilla; “ten paciencia, Dios proveerá” y la paciencia devora la juventud aterrizando en la vejez, alzas mirada y todo sigue parejo. Por eso siempre contesté al párroco de prisión “menos rezar y más actuar”, aunque de poco o nada sirven mis reflexiones al no existir la posibilidad de abandono ya que no soy como ellos, aunque intentara serlo raptado por sus rancias publicidades.
Mamá murió sola, sentada en su cómodo sillón mientras veía esa novela que tanto le gustaba, ella era el único vínculo afectivo que alimentaba mi existencia. Recuerdo su ausencia en prisión… Venía siempre a verme, me traía sus fantásticos bollos y me hablaba con la ternura que todavía perdura en mi mente. Su voz resuena en mi coleto nítida, sobre todo en las interminables noches víctima de mi insomne emperador. Mi padre marchó primero, llevándose el sustento y la alegría de casa, pronto vinieron los mercaderes quedándose con la vivienda, con el automóvil, con las ganas de vivir; doblegando a mi anciana madre que terminó sus días en habitación de alquiler sola, expirando sin que nadie le susurrara un sincero “te quiero, mamá”. Ellos siguen con sus desmanes aliados con el consentidor gobierno de turno, convencidos de que son intocables, y eso es bueno; creerse inmortal siendo un orgánico expuesto al deterioro convierte la hora de su verdad en algo especial, al no estar preparados porque no entra en sus planes que el jodido virus “Malavida” invada sus presentes, les robe sus futuros e imponga ese segundo a cambio de las décadas condenada por culpa de su voraz apetito capitalista. Y eso mismo cobraré, capital de carne y hueso. Vengaré a mamá a pesar de que la venganza no sirva de nada, hiera a los familiares que no tienen culpa de las cabronadas del culpable; mamá y papá tampoco tenían culpa, aunque eso no les importó demasiado como nada me importará a mí las cicatrices en los suyos.
No recuerdo temores, no existen lindes y mi novia anda repleta de píldoras contra la vida… Que comience…
Cruzó la calle bifurcando mirada en el amanecer puro de un niño que caminaba de la mano de su madre dedicándole sonrisa, levantó la manita saludando al impasible tatuado, el cual, esgrimiendo gesto amable le devolvió el saludo para abrir las puertas acristaladas de la sucursal bancaria. Una doble abatible de seguridad le separaba de la sala objetivo…
“La moderna seguridad infranqueable no evita la vieja tontuna del ser humano.” Murmuró apretando el botón para quedar encerrado entre las dos acristaladas saltando el detector de metales. “Es como una mala película de acción, eso que el espectador rechina riendo al son de que nunca caería en tan boba treta.”
Desde la caja, un empleado lo observó con avizoro mientras él levantó un pie mostrando las botas de soldador. Vestía mono de trabajo azul con mangas largas, gorro a juego y chaqueta fina con botones. El operario picó el anzuelo copiando a tantos que mordieron sus engaños hipotecarios, usureros, injustos; y un largo etcétera que no mencionaré.
― ¡Toda la peña quieta!―Gritó rescatando el revólver que amartilló apuntando al frente.―Esto no es un atraco, así que los clientes a la puerta. Los quiero fuera de nuestra fiesta privada.
Dos mujeres y un anciano obedecieron pálidos, impresionados por el nada errado quehacer del flaco tranquilo. Vieron sangre fría en mirada que rastreaba en busca de objetivo sin dejar de apuntar al cajero estatuado con ambas manos en alto. Hasta que bajó la derecha para pulsar el botón que abría la puerta, saliendo los inocentes de las entrañas anidadas ahora únicamente por culpables. Cuando la abatible cerró, comenzó la criba diseñada sobre el incómodo catre de presidio años atrás, justo desde el día siguiente a la marcha de mamá.
José Javier, ¿qué haces? ¿Te has vuelto loco?―Le dijo el calvo cajero a media voz.―Aún estas a tiempo de corregir, baja el arma.
― Siempre fuiste un buen cajero, atendiendo los intereses de interesados que jamás dan la cara. Sólo haces tu trabajo, ¿verdad? ¿No fue lo que le dijiste a mamá? No es nada personal, pero los tratos están para cumplirlos… Ella sólo necesitaba una puta moratoria, buscaba tiempo para poder vender lo que le costó toda una vida…
― Siento mucho lo de tu madre, de corazón.
― ¿Dónde está el gordo?
― El director, en su oficina, José. Y de verdad lamento profundamente tu pérdida, era una buena mujer que no aprobaría lo que pretendes.
― Tengo una idea, algo justo. Entrando en cordura, debo admitir que tienes razón aun en parte. Madre puede que no aprobara mi quehacer, lástima que no esté aquí para preguntárselo, ¿verdad?
― Si estuviera aquí intentaría detener tu locura, amigo.
― Lo más justo será preguntárselo, ¿no crees?
Cambia color cuando el aliento de la parca se acerca desde la oscura cavidad escupe plomo, sudores fríos nacidos frente al imposible posibilitado junto a la incredulidad rota y en el regazo de su adversa tras destello parco del tatuado…
― ¿De qué servirá? Esto es innecesario, condenarás toda tu vida al presidio. Tengo mujer e hijos… Mis padres están enfermos, cáncer… Yo no tengo la culpa…
― Yo sí.― Apretando el gatillo.― Yo lanzo la piedra y no escondo la mano, “hijo puta”.


EL DÍA DEL JUICIO FINAL.
Todas las balas menos una, ese era el trato, la entrada al infierno de sus familiares que no tienen culpa aunque cargarán pesadilla abono de odio desmesurado, que con el tiempo se tornará aceptación entre dientes… Ya que no dispondrán de venganzas porque la última píldora de mi novia me pertenece, es la llave que abre y cierra hermética la puerta del salón donde mamá ve desde su sillón la telenovela, papá anda liado con la contabilidad y yo, bueno; yo simplemente permanecerá sentado junto a ellos en silencio, deleitándome con eterna compañía de aquellos santos que aportaron calidez a mi fatídica existencia, olvidaré mi apodo asesino en la masacre del banco dejando de ser “Malavida” para recuperar a José Javier.
Sonando el último roba vida en las tripas de la oficina donde condenaron a la mendicidad a tantos pasados como futuribles, que entrarán con macutos repletos de ilusión picando anzuelo perverso, que durante un momento, se convirtió en criba a manos del tatuado, al son macabro del llanto noche vuelto horror en pleno día.


Fin.
P.D.: La venganza de nada sirve para el alma, y el alma detesta tumbarse en ese lecho. El amor es un reino eterno que empuja a la locura por un último encuentro sembrado de su gemela insaciable. Todos somos “Malavida” en cierto sentido.









Carta a la añoranza



Estimada y muy querida añoranza:
Soy consciente de que pueda parecer descarado el enviarle esta misiva. Pero créame cuando le digo que la nula fuerza frente a la necesidad me reduce al desespero sin hallar solución, aunque me gustaría antes de nada saludarla como es debido. No quiero que piense lo que parece aun siendo así. La única compañera que me queda es la señora soledad. Ella pasa las veinticuatro horas del día pendiente, como mamá, aunque es parca en mostrar sentires; un abrazo, un beso en mejilla, ni siquiera me dedica sonrisa. Sé que está, de eso no tengo dudas, cada vez que despierto albea a mi lado con sepulcro silencio… Pero no es lo mismo sin usted, señora.

Años atrás cuando vivíamos en armonía todo era diferente, es cierto que en ocasiones me mostré distante, deseoso de desterrarla de mi lado por su insistencia en volver una y otra vez al pasado. Compréndame, mirar atrás duele si encima mece balata que despierta sentimiento, mi hijo, mi mujer, mi familia y los retales que conforman el anciano desdentado que soy. Un pobre loco encarando más locura por las ausencias, ¿recuerda? Al principio se reducía a parcos segundos donde no sabía dónde estaba, una sensación extraña que conquistó por completo desterrándola a usted.

Peor que añorar, señora; es no recordar ni tu propio nombre, asustarte frente al anónimo del espejo; incomodarte por el buen trato de las niñas que hablan a sabiendas al loco que no entiende nada hasta que retorna fugaz la cordura, como en este momento, y aprovecho para encarecidamente suplicarle que regrese con todos y cada uno de mis fantasmas, con las risas de cuando niño. Quiero volver a ver a padre y madre. Quiero jugar en la arena con mis hermanos. Quiero besar los labios de mi princesa tras susurrarle halagos en tono cálido. Quiero bromear con mi hijo, dar pelotazos en el patio de casa… Quiero recordar todo lo bueno y lo malo…
Espero atienda mi súplica y venga antes de que quede en blanco, de lo contrario, amiga; hágame el favor de enviar a la de la guadaña para que corte el hilo que me ata a esta condena. Prefiero la muerte física…


― ¿Qué hace, don Alfredo? Me alegra verle de nuevo escribiendo, es muy buena señal.



― ¿Quién es usted?

jueves, 3 de marzo de 2016

Todo filme comienza de la misma manera (boceto)


Antes de que te adentres para inspeccionar mi pequeña promoción aun por acabar, decir que la música no está terminada ni masterizada al faltar la voz principal (recitando) de un servidor, Los efectos visuales están por poner en el segundo corte del clip, pero se puede apreciar la idea...

Dicho esto, espero que te guste, pronto podrás disfrutar esta promoción entera (terminada) aprovecho para mandar saludos, abrazos y desearte lo mejor de lo mejor. Sé feliz siempre, no te pongas excusas.. 





martes, 1 de marzo de 2016

AMOR, AMOR, AMAR por Dadelhos Pérez

AMOR, AMOR, AMAR por Dadelhos Pérez

Llamo a la luz en plena oscuridad, esa que impera cual emperatriz del día frenando toda mi rebeldía e impidiéndome volar…
… Cruzar el cielo gris soplando las blancas nubes, matando incertidumbres, nadando en la mar luz del astro sol tras disipar los humos que lo anegan.
Y músicas encerradas en mí de adentro brotaran liberándose por cada poro piel, expulsando asquerosa hiel cuando nuestras miradas se crucen.
No dudes, mi diva, porque no pienso dudar escuchando canto de tus labios encarnados, cual solista de nuestra canción que eterniza estribillo de vida ahogando por siempre en océano luz a la temida oscuridad.
Amor, amor, amar; entran pues cuatro acordes sin cambiar el tempo ni compás, y rompe sonrisa que antecede beso en mi alma amparada en la tuya, diluyéndose ambas en una, acá, mi vida, más acá que nunca; en los confines adentros, prisioneros, que despiertan afuera mermando posibles que fueran por los imposibles que son…
… Por eso llamo a la luz en plena oscuridad, esa misma que impera cual emperatriz del día tapando mi rebeldía; aun incapaz de corromper la ensoñación que me guía hacia tu vera, liberándome de la condena una noche más y un día menos, para volver a ensoñarte en paso adelante que linde atraviesa; dejando atrás el despierto reja reuniéndome con el prisionero que balata estribillo repite cual susurro de banda sonora:
Amor, amor, amar; corazón frena a manos de la condena llegándote a tocar. Sentados en la paciencia donde nada se pierde pues solo ganar, envuelve nuestro reencuentro en el insomne del abatido que encuentra brío bajo el candor de tu estar marchado… Amor, amor, amar; dulce que amarga al albear con pitido constante que arrastra al día devolviéndome al mundano de mi cárcel soledad; tras perderte en el físico y encontrarte todas las noches que me restan, en el dormido donde eres inmortal.

Amor, amor, amar…