jueves, 25 de febrero de 2016

Capítulo 13 “La cabeza de Tizón.”


REY MALDITO por Dadelhos Pérez.
Capítulo 13º, “La cabeza de Tizón.


No estaba dispuesto a conceder, Tierno Tizón conocía los fatales firmados por su abuelo en el pasado, siendo consciente que las cartas marcaban destino sin vuelta atrás. Con paso decidido caminó hasta la altura del emisario agarrando el pergamino lacrado con el nuevo sello real, para acercarse a una de las piras donde lo lanzó sin leer.
No temáis, mensajero. Yo no soy como tu falso rey, no mataría la paloma enervado por el mensaje.—Devolviendo mirada al aterrado.—Puesto que no lo leí. En vuestras manos queda destino, soldado. Podéis regresar al bastión, ninguno de mis leales osará atacaros; pero seguro que sospecháis la reacción del efímero monarca, mi buen abuelo.
Mi señor, solo cumplo órdenes.
Por eso mismo, soldado. Sólo debéis decidir el mariscal que os las dé. Luchar uniéndoos a mis legiones donde puede que la gélida os alcance. O regresar al bastión para acomodar cabeza en el tocón a la espera de la corta testas; en ese caso, la muerte sería rápida tanto como segura.
Alteza.—Hincando rodilla en el suelo.—Prefiero vuestra magnanimidad esgrimiendo acero en batalla al igual que muchos otros engañados que defienden las murallas.
Sois sabio por necesidad, puede que cualquier otra decisión os guiara hacia el desastre, o puede que vuestras palabras os condenen.—Desenvainando hermosa daga engalanada con diversas piedras preciosas incrustadas en la empuñadura.—No soporto débiles de convicción, soldado.
La batalla fue cediendo terreno al joven insurrecto y su aliado musulmán causando estragos en los afines al rey Tizno Tizón, sobre todo desde que dejó de dirigir el general Duplóh al partir en barcaza hacia el este, bajando por la poderosa corriente del río para alcanzar la salada sin ser descubierto por el enemigo, y cabalgar ergo hasta la frontera norte por la costa. Entretanto, el rey procuró estrategia que fracasó cuando tras horas de asedio las tropas de su nieto consiguieron entrar en la fortaleza provocando la rendición sistemática de los defensores, los cuales, juraban lealtad al Rey Tizón, Tierno Tizón, reverenciando al trote animoso del blanco corcel que cabalgaba entrando triunfante en el bastión del Llano.
No dio crédito al capricho del destino que le guardó idéntico final que su acero procurase en la Alta a Godofredo. Varios fieles permanecían nerviosos en la sala, a la espera del desastroso desenlace mientras el viejo se sentó de cara a la única puerta de acceso. Los vítores de aquellos que lo vitorearan al unísono clamo de rey, rompían el silencio de la hermosa sala muerte que se colaba por el balcón presidencial, sonando numerosas pisadas que avanzaban por el pasillo hacia ellos.
¡Majestad! Debe salir de aquí cuanto antes.—Insistió uno de tantos.
Soy viejo, lo bastante como para barajar los posibles imprevistos como los imposibles previsibles. Salid todos de la sala y mostrad lealtad a mi nieto.
¡Jamás! No abandonaré a mi rey.
Lo harás por mandato, ¡obedeced!
La comitiva victoriosa encaró el pasillo que moría a las puertas de la sala, donde esperaban arrodillados junto a la abatible la guardia real que se puso a las órdenes del joven Tierno cuando éste llegó a su altura. Las puertas cerradas provocaron que saltaran todas las alarmas en el aguerrido vencedor. Miró a su instructor y aliado Mohamed, silenciado, ordenando con gesto mano al resto que abandonaran el corredor.
Es el momento que esperábamos, señor. Debe coronarse y organizar la auténtica batalla.
Demasiado fácil, Mohamed. Esto no cuadra, mi abuelo es perro viejo, sobrevivió en los infiernos, reclutó simpatizantes...
Tizno, alteza, ha sido la llave que abrió matanzas, de hecho, las seguirá abriendo mientras exista. El Sultán os lo explicó cediendo sus fuerzas para acabar con la amenaza. Pronto llegará Gorín y su ejército, debemos prepararnos.
Desenvainó desprendiéndose de la capa negra, sus ropajes en pulcro blanco salpicado por sabia vital del fragor de la algarada, guerrera ilustre donde figuraba la cruz de san Andrés y la media luna en extraña comunión, imagen que lo condenaría a las llamas purificadoras en los cruzados reinos nórdicos, el vasto imperio del señor de la guerra.
Si lo preferís, yo mismo me enfrentaré al viejo, señor.—Murmulló agarrando el brazo del joven.—Entendería la dificultad de acabar con su sangre, alteza.
Mi abuelo no es mi sangre, Mohamed; pase lo que pase, esto debo hacerlo yo. Si caigo, liquidad al viejo y coronaros rey vos mismo, detened a Gorín.
Sangre y honor, majestad.
Sangre y honor.
Accedió cerrando tras de sí para descubrir al insurrecto rey Tizón sentado frente a la puerta armado con espada, la cual, aguardaba impaciente por culminar la obra de su amo...
Solitario, cabalgó entre los cadáveres resultantes de la batalla y aquellos que los retiraban en carretas tiradas por bueyes alcanzando las murallas ruinas del Llano. Descabalgando presuroso para dar mensaje al mando con hora nueva...
El letal enemigo se adentraba en las tierras del reino esmeralda con ingente ejército bien armado, maquinaria de guerra, densa caballería pesada y la horda mercenaria conocida como los leones, bravos sarracenos despiadados que no conocían la derrota.
Mi señor.—Entregando el pergamino al musulmán.
Preparad la defensa, colocad arqueros y que nuestra caballería se posicione de acuerdo al plan. En cuanto al emisario, enviadle al ducado Mar. Pronto el rey Tizón encabezará nuestro ejército, retiraos.


Llega el final del primer epílogo que pronto estará disponible en formato pdf y papel, sé feliz siempre, no te pongas excusas.





viernes, 19 de febrero de 2016

REY MALDITO Capítulo 12º, “La fuga.”


REY MALDITO por Dadelhos Pérez.
Capítulo 12º, “La fuga.


Una lluvia de rocas impactaba en los muros del bastión a la par que las tropas de Tizno Tizón se prepararon frente el inminente asalto. El rey y su nuevo general observaban desde el balcón presidencial los hábiles movimientos de los insurrectos (en extraña segunda sublevación) sin mostrar preocupación frente al nuevo escollo alentado por su nieto, el cual, conocía perfectamente los tratos asumidos por su abuelo con el auténtico enemigo; al menos así lo creía el joven Tierno Tizón, el señor de la guerra y recién coronado emperador Gorín, que según sus espías, avanzaba con sus ejércitos hacia el Llano con un solo objetivo.
Mi querido Duplóh: ¿Seríais capaz de llegar sano y salvo hasta el reino del norte?Preguntó sin apartar mirada de los movimientos militares.
Mi señor, iría hasta las puertas del averno sin recibir arañazo alguno, si así lo deseáis.
Los clanes afines a la ramera pronto se alzarán contra Godín, es cuestión de tiempo. Cuando descubran la muerte de la fulana le saldrá grano incómodo al señor de la guerra.Dedicando atención a su general.Quiero que lleguéis hasta las cuatro islas y entreguéis el colgante de la niña Adelha. Decidles que nuestros ejércitos andan bajo la jefatura de la hija de Silvyna, que estamos entablando batalla frente a su señor. Comunicad que la reina del reino esmeralda Adelha solicita su ayuda inmediata y necesita que tomen la capital nórdica ahora que carece de su grueso ejército.
Alteza, ¿y Gorín?
No aceptaré que ese puerco asesino nos robe el poder, mi buen general. Él estaba convencido de usarnos aun equivocado, aplastaremos al señor de la guerra borrándole del mapa. Enviaré emisario a mi nieto informando que le espera la corona tal y conforme negociamos en su día. Seguro que los falaces del Sultán lo ciegan con sus advertencias insulsas, vacías, faltas de veracidad.
¿Le entregaréis la corona?
¿Entregarle la corona a quien entabla batalla y decapita a nuestro fiel aliado? Nada de eso, general; pero si evitamos esta contienda y sumamos nuestras fuerzas, como así lo dictaminé en nuestra reunión, el asalto al imperio norteño no solo será realidad, si no caerá en nuestras manos. Mi joven e inexperto nieto, probará el precio de la traición en el centro plazoleta junto a su estado mayor. Detesto a los traidores, cual hipócrita interesado que soy.
Puede que los clanes afines a la valquiria no me crean, al fin y al cabo me presentaré con colgante de la guerrera. Podrían sospechar que Adelha descansa plácida con su madre y que treta enmascara mi quehacer, majestad.
Y así sería con toda seguridad, acabaríais empalado cual vulgar enemigo, si lo fuerais.
No os sigo, majestad.
Su general está al corriente de nuestros planes y los secunda. Esta opereta beneficia al valeroso guerrero harto de servir a unos y otros, ansioso por proclamarse rey de las islas. Todo atado y medido, como podéis comprobar. Llevadle la prueba de vida y encended la mecha sublevación al otro lado de la frontera.
¿Y el Sultán?
No tiene en nuestras tierras suficientes efectivos para detenernos. Además, la frontera del sur está más que protegida, superarla le costará meses. Mucho más tiempo del que precisamos para culminar nuestro plan. Construiremos el imperio más vasto de cuantos se han conocido a lo largo de la historia. Dirigiendo nuestros ejércitos hacia tierras desconocidas, Duplóh. El sueño que intenté cumplir junto al padre de Godofredo y éste me lo arrebató vil, envenenando al auténtico rey del reino esmeralda.
Un proyectil impactó en los muros de las mazmorras, generando un enorme boquete en la celda de Rigodón el galo, aunque pronto acudieron soldados reales para evitar la posible evasión del gigante. Cierto es que quedó liberado aunque arrastraba las cadenas...
¡¡¡Quieto gabacho!!!
Al gabacho le encantaba danzar cual bailarín que se deja llevar por los colchones de cuarteto cuerda endulzado, a ritmo medio, aunque más le entusiasmaba hacerlo con su inseparable “embelesada”. Cadenas se convirtieron en arma, prolongación de sus brazos cargados de amor, pues con amor repartió estopa a diestro, costado, bajo y alto. Siendo generoso con todo aquel que se acercó a la celda del ronquido tras baile.
Cuando avizoró el movimiento de los ballesteros, salió por el boquete mirando hacia abajo donde descubrió un jinete montando flaco corcel junto a un compañero, mientras comenzó la lluvia de saetas desde el interior al son del clamor de los custodiados allá adentro.
Saltó con la intención de caer sobre el caballo para descabalgar al jinete y salir al trote, olvidando que su alzada y peso podrían causar estragos en el lomo del animal, como así fue. Partió la columna vertebral de la bestia, la cual, quedo espatarrada a ras del suelo...
¡Por mil jarras vacías de hidromiel!Exclamó sorprendido tras noquear al jinete.
Todas sus esperanzas que se diluían frente a la lluvia encarnizada obra de los ballesteros, pasaba por descabalgar al lancero que quedaba, el cual, no tardó en arremeter contra el gigante trotando lanza punta. Aquello que desbarató su infalible plan de fuga, le valió para conseguir culminar el alternativo agarrando con ambas manos la lanza, bajándola hasta que su filo tocó el suelo descabalgando a su enemigo. Luego, luego sólo tuvo que montar y cabalgar hacia los adentros de la ciudad aun siendo alcanzado por varias saetas... Entretanto, el emisario real llegó a las posiciones del joven Tierno con bandera blanca y escoltado por varios de sus soldados. Aunque no se detuvo la batalla.
Mi señor, vuestro abuelo no entiende su quehacer...Arrodillado.
Levantaos y hablad.
Los preparativos para su coronación están preparados, alteza. Estáis atacando a vuestros adictos, señor.


Las cartas de Tizno Tizón están a la vista, su intención parece que alcanzará el objetivo final del maquiavelismo plan gracias a sus argucias preparadas durante décadas.
¿Conseguirá engañar a su nieto? ¿Atacarán las fuerzas de los Maristas aliadas con el Sultán? ¿Duplóh hará estallar la sublevación en el imperio nórdico? ¿Llegará a tiempo Gorín para sofocar la traición de su aliado? ¿Se esconden planes ocultos que provocarán un drástico cambio de los acontecimientos?
Todo esto y mucho más en el próximo capítulo aquí, en este mismo blog... Oye, que si le das a la publicidad de abajo te lo agradecería, y si no, te agradezco que leas mi humilde literatura.
Sé feliz siempre, ya sabes, sin excusas.
Un saludo, familia.




jueves, 18 de febrero de 2016

EL FALSO MAQUI capítulo 4º, “La quema del templo.”

EL FALSO MAQUI por Dadelhos Pérez
capítulo 4º, “La quema del templo.”


No los pudieron contener, la guardia marchó a por los cadáveres regresando a la aldea, al cuartel, donde los depositaron sobre mesas en el mismo recibidor cual reclamo de los vecinos. Y me refiero a los llegados de la urbe, los que caminaban entre idearios cancerígenos y alejados de cualquier posible convivencia. Le echaban las culpas al general Sanjurjo, a los partidos católicos, y cómo no, a la iglesia burguesa y desfasada que chupaba tanto como chupaban los políticos. Un drama que incendiara en la urbe, siendo aquel nefasto sábado... Bueno, supongo que habrá oído acerca de las quemas de templos en aquellos años, fueron realidades heredadas de atrocidades venidas desde el otro lado. Ambos irreconciliables y extremistas, comenzaron la guerra civil cuando se sublevó Sanjurjo, lo que vino después para el país fue la consecución de la misma rompiendo la legalidad de la república como la intentaron romper casi desde el inicio de esta, aunque eso es tema que les valió cual excusa para hacer lo propio con el templo de la aldea, caminando enrabietados y con chillido de libertades y derechos hacia donde esperaba el eventual asesino; asesino a la fuerza.
Padre me contó que don Salvador intentó mediar, calmar ánimos haciéndoles ver que el templo que pretendían destruir no era de la iglesia, lo construyeron los lugareños cuando se asentaron en las baldías tierras. Nadie lo escuchó, señor; cuando la ira gobierna almas, los puños destruyen, golpean, arañan; convertidos en salvajes famélicos camino de la destrucción para sentarse en terraza tasca y narrar sus ensoñaciones, sintiéndose parte de algo que liberará no sé qué, destruyendo, asesinando.
Don Salvador se vio obligado, retrocedió cuando los guardias amartillaron arma en nombre de la república. Incluso fue empujado e insultado. ¿Adivina cómo le llamaron? Fascista, le señalaron cual fascista, a don Salvador, el único político de la aldea hasta el momento por petición popular, para que defendiese los derechos, que una vez logrados, se convirtieron en pesadilla, acecho constante desde el minuto uno, tal y conforme anunció el propio edil que aconsejó mantenerse alejados de las mentiras promesa que auguraban futuros brillantes y solo traían... Pues, lo de trajo aquella tarde.
Entraron una veintena de enervados posesos encabezados por los guardias de asalto. El flaco se levantó alzando brazos y caminando hacia la boca del pasillo viéndose de nuevo en delicada situación. Aunque no tembló, nada de eso, sus ojos inyectados por el hastío de tanta violencia parida de incoherencia vendida cual verdad verdadera, comenzó a mellar en su agotado espíritu. Unos cuentan que simplemente salió corriendo escapando por la puerta que daba a la sacristía perdiéndose en las montañas. Otros, sin embargo, que se entregó sin oponer resistencia hasta que uno de los guardias disparó arma. La realidad sigue cual manto bruma por culpa de las interpretaciones políticas. Padre me dejó claro que escapó por la parte trasera junto al párroco que le prestó ayuda condicionada. El cura sabía lo que se le venía encima y necesitaba más del harapiento que el harapiento de él. El templo fue calcinado cual primer acto en la aldea, la que nunca más volvería a ser la misma, la que se contagió del cáncer de la urbe muriendo décadas después.
El resto es la triste consecución que invadió la aldea contagiada de muerte por el mal que asolaba el país. El flaco y su aliado por accidente fueron declarados en busca y captura cuando llegaron los refuerzos al poblado, medio regimiento de anarquistas sindicales pertenecientes a la (F.A.I.) que pronto actuaron cual milicia en zona de guerra. Los comandaba un capitán de la guardia nacional, Berza, el capitán Berza, que intensificó la búsqueda sin fruto alguno hasta finales de año, quedando ambos olvidados.
En 1934 retornó nuevo intento insurrección aunque esta vez del lado radical izquierdista, hasta que llegaron las elecciones anticipadas en febrero de 1936, la victoria del frente popular que meses después, el 18 de Julio del mismo año se levantó el ejército desencadenando la guerra civil. Y en los tiempos de guerra comenzó su andadura en las serradas cual defensor, como posteriormente fue bautizado por aquellos que se unieran a él... Sin duda una gran hazaña aun terminando como terminó.

Aprovecho para anunciar que esta novela, a partir de ahora mismo, la publicaré todos los Lunes con capítulos enteros y sin publicitar en Google plus. Si quieres seguirla, solo tienes que visitar el blog cada lunes o suscribirte, a tu elección lo dejo. De todas formas, gracias por leer mi humilde literatura, un abrazo sincero y sé feliz, no te pongas excusas, ¿de acuerdo?



miércoles, 17 de febrero de 2016

REY MALDITO Capítulo 11º, “En el bosque de Mar.”


REY MALDITO por Dadelhos Pérez.
Capítulo 11º, “En el bosque de Mar.


Cabalgaron durante una hora alcanzando la arboleda del frondoso y extenso bosque del este en el Ducado Mar, gobernado por el Marqués Tristán, conocido por sus formas nada condescendientes para con el régimen de poder, aun respetado por el rey Godofredo tras la contienda de los Almos. Cuando sus afamados lanceros engrosaron las filas del monarca y el Marqués cabalgó a su lado, siendo el primer señor que mostrara lealtad en tiempos penumbra animando al resto que se adhirieron contra el levantamiento del joven duque Dorth.
Aunque en las últimas dos décadas se dedicó a defender su territorio de las incontables intrusiones y saqueos padecidos en los poblachos colindantes allá en la frontera que custodiaba el Lobo de Guerra, fiel amigo y aliado, que colaboró estrechamente en su defensa.
Puede que por el conocimiento y la cercanía de los Maristas, Assin pensara que cabría la posibilidad de hallar alianzas reuniendo grueso milicia y entablar resistencia a los traidores; convencido que su amada Adelha, el general Lobo y el resto de aliados adictos a la corona del rey Godofredo, habían sucumbido.
La densa vegetación acrecentaba cuando más se adentraban en el bosque del ducado, coníferas varias se entremezclaban robledas siempre anegadas por matojos espinos que molestaban a las bestias en su avanzar, e incesante canto de riachuelos; al estar plagado de afluentes de la dulce vital al igual que ocurría en el Serrado, aun con extensión indómita. Pronto se vieron abocados a descabalgar al ser imposible el avance a lomos de los cansados corceles, ordenando acampar en un más que diminuto claro que moría en la orilla de delgado riachuelo de aguas vivas aun escasas.
Asegurad el perímetro y rotad guardia, yo intentaré descubrir de que lado anda el Marqués. Me acercaré a su bastión para echar un vistazo.Clavando su mirada en el opulento cabo barrigón con ojos derrotistas.Quedáis al mando de la columna Miedo, cabo.
¿Qué columna Miedo? Fijaos bien señor, somos una cincuentena de hombres...
Somos cincuenta soldados de la afamada columna Miedo, cabo. No nos importa el número del adversario, el color de su piel, las armas que pueda poseer, ni siquiera el vasto poder de los dioses a los que suplica plegarias. Estamos adiestrados para luchar hasta nuestro último suspiro sin retroceder. Puede que la encerrona padecida caiga cual vergüenza desalentando y hundiendo en la negación. Pero golpearemos una y otra vez aunque nos convirtamos en meros asaltadores de caminos. Mellaremos su moral, les robaremos sus valías, reclutaremos condenados y los adiestraremos hasta volver a formar un puño con el que aplastar al enemigo.Agarró su arco largo y la veintena de flechas de su silla de montar, devolviendo mirada al orondo.Está al mando de la columna Miedo, cabo.
¡¡¡Es un honor servir en la columna, señor!!!Desenvainando acero y señalando al cielo, gritó de nuevo.¡¡¡Viva nuestro General Assin!!!
Se adentró en busca de la ladera derecha por angosto sendero natural evitando la principal que moría a pies del poblacho. A diferencias de otros ducados o marquesados, los maristas únicamente poseían cual fortificación una empalizada cual muralla y la almena vigía, sin vasta construcción ni grandes lujos. El convencimiento devoto a la santa cruz del Marqués melló profundo en sus gentes, muchos clérigos habitaban sus tierras aun no desperdigados. En cuanto a efectivos, sin duda era uno de los marquesados del norte con ejército vasto aun no bien armados. Sus lanceros afamados en todos los reinos conocidos, los mismos que vencieron frente a la poderosa caballería del Sultán en la guerra divina que constituyó el reino, eran sin duda los más experimentados. Más, sabedor de la participación de estos cual mercenarios en tierras lejanas. En resumen, representaba un diminuto reino dentro del país sin depender del rey Godofredo, ya que éste concedió dicho privilegio en agradecimiento al Marqués.
Ascendió la ladera plagada de rocas salientes y densa vegetación ya mencionada divisando las empalizadas del bastión. Refugiado tras piedra, rescató el extraño aparato que permitía ver a lo lejos, el mismo que le regaló un guerrero árabe que conoció en el Serrado cuando pasó varias semanas en el acuartelamiento entablando amistad con el joven capitán, tanto fue así, que le regaló la máquina de ver lejano junto a su mano con la promesa amistad elevada incluso a la alianza. Aquel fornido de piel morena y ojos redondos en tono noche, se presentó como Mohamed, partiendo hacia el ducado de Dorth meses después.
Cuando miró a través de la mirilla empalideció de inmediato, varios soldados del Sultán pululaban en las tripas del acuartelamiento bien armados, las empalizadas gozaban de innumerables guardias y pudo escuchar el relinchar de ingente cantidad de caballos. Se sentó apoyando su espalda en la roca sin saber que diantres estaba ocurriendo, acudiendo a su mente un sin fin de cuestiones.
¿Por qué la encerrona?Murmuró abstraído.Les bastaba con proteger las murallas de nuestros quinientos hombres y esperar la llegada de las hordas comandadas por Dorth. Nada podríamos frente a más de cinco mil soldados bien armados. A no ser que desearan capturar a uno de nosotros por algún extraño motivo que no consigo comprender. ¿Adelha? Si, de todos es la única con la suficiente valía para extorsionar a la señora... No consigo entender los movimientos del enemigo.
Resonó conquistando todo varios estruendos llegados del oeste, de la ciudadela de los Llanos. Siguió ascendiendo hasta alcanzar la cima de la montaña observando de nuevo con la extraña máquina hacia la posición del enemigo, y no dio crédito a lo que vislumbró.
Las catapultas del duque disparaban contra los regios muros del bastión mientras sus tropas maniobraban preparando asalto. Infantería provista de enormes escaleras, y tras ellos, caballería ligera. Los arqueros montaron en las máquinas de asalto empujadas lentamente hacia el objetivo, el objetivo...
¿Qué está ocurriendo? ¿Por qué Dorth ataca a sus aliados?
¡¡¡Quieto!!! Deponed vuestras armas, señor.—Desde su espalda.
Adentrarse en el feudo del Marqués y descubrir el ejército que aguardaba orden, acampado en el enorme descampado al este del acuartelamiento, le valió para entender que no se trataba de insurrección interna alentada por varios señores del reino. Los cientos de estandartes verdes con la media luna del Sultán, evidenciaba que estaban en los albores de gran guerra como ya sucedió décadas atrás, cuando el padre del rey Godofredo constituyó el reino esmeralda tras su fragante victoria frente a las hordas musulmanas, las mismas que sólo pretendían defender la ciudad del sur, en la frontera, del avance imparable de los norteños con jefatura bajo el mando del antiguo rey y padre de Godín y Silvyna. Viendo como las escasas fuerzas del nuevo monarca, tras la atroz batalla en las tierras del sur, se enfrentó valerosa lanzando su temida columna Miedo y expulsando a los norteños que regresaron a sus tierras, no sin antes firmar el pacto de paz a tres bandas... El Sultán Hamirh, el emperador nórdico y el padre del rey Godofredo, Salt-emir.
El aguerrido hijo del Marqués, el capitán Assin; todo un honor tenerle en mis humildes dependencias.—Ordenando retirarse a la guardia.—Supongo que poco debo explicarle a su merced, ¿verdad? Es evidente la evidencia del mal que vuelve a gangrenar nuestras tierras. Pase y acomódese, joven guerrero.
¿Dónde está el señor del marquesado?
Desde hace tres lunas, en este independiente marquesado gobierna la señora, no el señor. Pero no disponemos del suficiente tiempo para explicar cómo llegué al poder...




La guerra da su primera batalla entre los que parecían aliados, el joven Tierno Tizón, nieto del monarca insurrecto comanda las fuerzas del depuesto Dorth sin que estas se subleven a su mandato, ¿por qué?
En la empalizada oeste del marquesado Mar, los maristas unidos a ingente ejercito musulmán preparan movimientos bélicos con objetivo aun no revelado... ¿Quién es el verdadero enemigo? ¿Escaparán los adictos al rey Godofredo de las mazmorras del Llano aprovechando el desconcierto de la batalla? ¿Atacaran las hordas del señor de la guerra? ¿Cómo pudo cruzar el ejército del sultán el reino sin ser advertido?
Como puedes contemplar, los bandos andan aún en grises exceptuando al terrible Tizno Tizón y sus enfrentados... La verdad será revelada cuando culmine la sanguinolenta batalla del Llano que ya ha empezado... Un reino con dos monarcas, intenciones veladas y objetivos ambiciosos siembran de penumbra el diminuto reino esmeralda... Pronto, en éste blog, el capítulo 12º de esta saga, mucho queda... Recuerda ser feliz siempre, no pongas excusas. Un saludo, familia.









EL FALSO MAQUI capítulo 3º, “Muerte en la cuneta.”

EL FALSO MAQUI por Dadelhos Pérez
capítulo 3º, “Muerte en la cuneta.”




¿Dónde está don Constante? Ese maldito viejo fascista.Preguntó uno de ellos alertando al parco en palabras que abandonó lectura.
Salió, el don salió. No sé.
Puede imaginar los malos augurios que rondaron al pobre desgarbado, el que feliz vivía cargando sacos cual animal por un plato de caldo y un mendrugo de pan mohecido. Sintiéndose afortunado por vivir la pobreza sin lo nauseabundo de aquello que dejó atrás y solo habitaba en el tormento de su dormido donde no tenía ningún poder. Y aquel Agosto del 32, tras el pronunciamiento en Sevilla del general José Sanjurjo, aquellos que propugnaban una revolución con el afán de erradicar la segunda república a la que tachaban de burguesa, vieron la oportunidad, tras aplastar la sublevación en Madrid y Sevilla deteniendo al general, de obrar su locura alentada por la idéntica de la derecha. Asesinando aquellos inocentes que nada tenían que ver en política rancia, se dedicaban a sus pequeños negocios, ayudando en lo posible a sus iguales de la aldea perdida, puesto que así eran tratados todos y todas a pesar de los forasteros enfermos.
Las escopetas apuntaron y sus miradas predicaron la tragedia aun no consumida, destellos sedientos que impactaron en los sinceros del flaco, el cual, levantaba las manos sin poder evitar que estar temblaran por la angustia de distinguir la verdad entre océanos de posibles que disparaba su mente. No sabría explicarle con veracidad lo que pensó, eso queda para con su intimidad ya que jamás confesó sentires propios. Aquel hombre se vestía por los pies, pensaba con la cabeza y se daba completo escuchando y comprendiendo a cualesquiera. Una balsa de aceite dormido, incapaz incluso de dar muerte a la pesada mosca que circunda con su seseo soporífero a la hora de la siesta, y cuando cierras los ojos preso de la plácida cabezada, aterriza en la punta de la nariz una y otra vez jorobando.
Con la culata lo golpearon cayendo en el mismo suelo donde disfrutaba de la repetida lectura en sus tiempos libres, mordiendo la tierra que creyó andaba lejos de la locura en la que se sumió el país. Masacraron su cuerpo a base de patadas aliñadas con insultos y gritos que les valió para alcanzar el punto de no retorno; creo que no tenían lo que debían tener para la atrocidad y por eso apalearon al inocente, por eso le gritaron, le llamaron fascista sin serlo, traidor sin traicionar, enemigo de la república sin tener enemigos. Le obligaron a levantarse, y debilitado tanto como ganado por el miedo, cruzaron el estrecho camino al otro lado deteniéndose en la cuneta la cual miró horrorizado, falto de esperanzas al estar convencido que aquellos anarquistas desvirgarían sus aceros para sentarse en la terraza de la nueva tasca de la aldea, pedir una ronda de vinos y marcar muesca vanagloriándose, hinchando pecho cual pavos de corral, narrando cómo asesinaron a un muerto de hambre que solo perseguía soledades encarando las letras de su viejo libro, un trabajo sustento y poco más.
Ya sabes cómo acabarán todos tus amigos fascistas, igual que tú. Descerrajados en cualquier cuneta de la nueva España. ¡Poder al pueblo!
Cuatro pequeñas piedras circundaban una mayor entre el yerbajo y el poco matorral que erigía desde la base del pequeño muro de apenas medio metro; al otro lado, el cerrado donde pastaban las ovejas de Ramón y Loles, una conocida pareja de la aldea que no tuvieron hijos. Creo que eso le valió en cierto sentido, buscar en el suelo tumba con la mirada para aterrizar en pensamiento dedicado aquellos dos que le procuraron el trabajo, al menos, me gusta pensar que así fue. Aunque padre solo me contó, que se dio la vuelta para mirar a sus verdugos en extraño cambio. Les observó impávido, sus manos dejaron de temblar y descendieron a su posición natural. Esta parte de la historia anda con pinceladas que la ornan en demasía, debe entender que el inicio insólito se constituyó tras su increíble hazaña. Lo más lógico, pienso yo, es que algo falló en el mal quehacer de los asesinos novatos aprovechando ese segundo desconcierto para ganar la vida, la misma que estaba predestinada a la muerte bajo el sol justicia de aquel sofocante sábado; muerte que sació su sed aun con otras víctimas bien diferentes.
Dispara tú.Soltó el rezagado con rostro compungido.
¿Qué carajo te pasa? Es un jodido fascista.
No, no lo es. Recuerdo cuando llegó a la aldea, estaba de guardia. Este tipo es un muerto de hambre, un jornalero sin techo ni futuro. En teoría, el débil que juramos defender y liberar. Además, vinimos por el viejo del molino, el amo. ¿De qué valdrá cargarnos al esclavo?
La insistencia del caído en cordura provocó que el más gallo se girada bajando hierro, mostrando total desacuerdo en su gesto agrio al mismo tiempo que solicitó que se acercara con la mano, tras ordenar al tercero que controlara al sentenciado sin culpas.
Un desvío de mirada, puede. El aletear de mariposa buscando sombra o el ladrar del perro pastor, no lo sé. O tal vez su ímpetu sin ayudas externas que lo empujaron agarrar el cañón apartándolo para cabecear el rostro de su asesino... Imagino que utilizó al anarquista noqueado cual escudo, empujándolo hacia la pareja en discordia para cazar el hierro y descerrajar ambos cartuchos en aquellos dos radicales. Nadie sabe que diantres ocurrió en aquella primera cuneta de la vergüenza, y no me atrevo siquiera a contarle lo que me contó padre, esa alucinante historia de halos, destellos solares que se aliaron con el flaco deslumbrando a los tres asesinos idealistas. Me quedo con la versión que acabo de darle, creo que se acerca más a lo qué posiblemente ocurriera.
Muchos lo vieron en la aldea, caminaba con paso acelerado y cabeza hundida, ojos suelo, manos en los bolsillos, pálido. Supongo que decidió entregarse a la guardia de asalto confiando que la cordura reinaría aunque terminara con sus huesos en la cárcel. Para un hombre como él, resultó impactante aniquilar aquellos tres incultos e inhumanos que pretendieron hacer lo propio con nocturnidad y alevosía, pese imperar el astro poderoso, el testigo presencial de las primeras sangres de la aldea.
Mercedes fue quien advirtió las salpicaduras de sangre en su tostada camisa, diminutas gotas casi inapreciables que la curandera descubrió cuando ambos se cruzaron a las puertas de la iglesia. La curandera acudía diariamente al culto, era ferviente creyente que entregaba hasta el último céntimo en el cepillo pese a lo desértico que casi siempre permanecía la misa. Y no por los dichosos idearios enfrentados en esa España que caía engullida en sumidero, fueron las malas artes del “Falacias”, el párroco, y su voraz apetito por lo ajeno.
Ella avisó a las autoridades cuando el flaco entró en el culto parándose frente a la pila donde se santiguo, para caminar entre los bancos hasta sentarse en el primero sin cruzar un mero hola... Así comenzó la gesta, la gesta parida desde el absurdo aterrizado en delirio años después cuando el general Mola orquestó nuevo golpe dando lugar a la guerra civil española.
Aunque el Maqui, al menos, el futuro Maqui; tuvo que soportar desde aquel momento persecución, al convertirse en criminal por orden del que viniera ergo de la gran urbe... Un capitán del ejército perteneciente a la agrupación socialista aun siendo un anarquista.
A partir de aquella tremenda escaramuza surgida en las entrañas del templo, nació la leyenda que demasiados auparon exagerados, usándola cual arma política. Y otros, otros la tacharon de aventura desventurada de un asesino despiadado. La verdad, como siempre, camina por otros lares bien diferentes que responden a una única necesidad o argumento, seguir respirando un día más.


Esperar lo lógico aun atroz, como seguro adivinaste en esta entrega, una leyenda forjada desde la desesperación. Pronto el capítulo 4º, no te lo pierdas...
Recuerda ser feliz siempre, es un requisito indispensable para hacer feliz a los tuyos. Y muchas gracias por leer mi humilde literatura. Un abrazo, familia.









martes, 16 de febrero de 2016

EL FALSO MAQUI capítulo 2º “El nuevo régimen.”



EL FALSO MAQUI por Dadelhos Pérez
capítulo 2º “El nuevo régimen.”



Debe entender la inhibición que padecía la aldea por culpa del nulo interés por parte de las autoridades. Durante el régimen dictatorial de Primo de Rivera y su victoria en la guerra de Marruecos, los aldeanos andaban preocupados por la peste que asoló el ganado; las fiebres que algunos vecinos contrajeron doblegados en agónica decadencia sin ser atendidos por médico, nada de eso. La vieja Mercedes y su supuesta sabiduría en yerbajos, pociones de sabor horrenda que solo amargaron los paladares de los acariciados por el mal, fue la única atención que recibieron antes de cruzar el gélido umbral muriendo sin sacerdotes, sin sus rezos y salvos, sin su dios olvidadizo que los olvidó sin saber siquiera de su existencia. Su único alivio fue morir rodeados por los suyos, los verdaderos, los desvividos, los que en verdad amaban y sufrieron sus marchas con luto negro a la vista de todos, y ese otro que perdura hasta alcanzar el final del camino.

No sabían de victorias ni derrotas, ni de la revolución industrial que pretendió y ejecutó el dictador. En aquellas cuatro casas perdidas en el baldío paraje olvido, no acudió la prosperidad aunque fueron conscientes años después gracias a don Salvador, el único que visitaba la civilización semanalmente por imposición, al detestarla profundamente alegando el “pistolerismo” arraigado en las grandes urbes, entre sus calles y avenidas donde la tragedia se erigía agarrada a ideales. Los unos asesinaban a otros enardeciendo con sus loquescos credos rotos y traicionados tras sus pecados, al obrar olvidando el fin que proclama sus libros leídos a medias en el mejor de los casos, porque la mayoría ni siquiera leyó la portada, ni siquiera sabía de que color era, nada de eso. Mientras en la aldea aquello sonaba a serial radiofónico de los sábados a media tarde con la voz hechizo de la mujer dulce, y la aguerrida en neto tono grave de su compañero. Universos adversos dentro del marco cual mismo país. Un país que se desconocía frente al espejo y prefería mirar al fuego, enfermando con charlatanería cara, muy cara. Nada de lo que reinó en aquellos turbulentos días, nada; representaba el espíritu de mi aldea materna. Y si no representaba a la mía, con toda certeza puedo asegurar que no representaba al resto desperdigado por la piel de toro.
Dicho esto, entenderá reacciones ante la llegada de los sindicalistas, aquellos tres flacos con mono azul y pañuelo bicolor anudado al cuello que levantaban el puño cantando la internacional, defendiendo los derechos de los trabajadores con nuevo subyugo pese intentar igualar la balanza desequilibrada desde demasiado. Puede que la dejadez de las clases pudientes ocasionaran la fistula en el culo del país, sobre todo en las salvajes urbes abocadas al desastre, hundidas en el apocalipsis que cada vez deseaban más compatriotas, hermanos, amigos, desconocidos; aunque nunca jamás los moradores del poblado olvidado. Sus promesas de una vida mejor desde su oratoria empobrecida por falta de lenguaje, discernía de la realidad del lugar, de la dureza y el esfuerzo que acarreaban los lugareños para sobrevivir. Describían un mundo perfecto donde todos y todas eran iguales suscitando mofas del pueblo, porque en las tierras que recordaron bajo sus intereses, todos y todas eran iguales sin distinción. No existía un libro escrito que seguir a pies puntillas porque la vida es mera acción enmarcada en cordialidad, entendimiento y colaboración por mera supervivencia. Si lo que anunciaban los sindicalistas era la izquierda, lo anunciaron el la aldea más izquierdista del país, aun sin saber que carajo significaba. Y no me refiero a los lugareños, nada de eso, si no aquellos rescatados de humildes trabajos honrados que jugaban a ser mesías con sus recetas revolucionarias, olvidando la identidad genuina de la idea. En parcas palabras, no sembraron cordura sentándose frente a la rancia y ladrona derecha, señor. Decidieron golpear sin contemplar las opiniones ajenas, distantes de su ideario, obrando cual destructores enervados y sedientos, propugnando la revolución cual amenaza frente a los opresores que desvalijaron el país y querían seguir eternos con su saqueo.
Tras ellos, los otros; los falangistas y varios políticos de la nueva España, para mear y no echar gota. La nueva España diseñada por los que convirtieron el país en campos de hambrientos y desequilibrios sociales casi insalvables.
Si, así comenzó el enfrentamiento, bajo la tricolor que representaba libertad, la república aterrizada cuando todo andaba perdido, tripulada por los mismos que provocaron el desastre aun entrando en el ruedo parlamentario la salvadora izquierda del país.
Según me contó mi padre, llegó caminando por el camino de piedras portando un enorme pañuelo cual maleta. Sus botas exhibían tantos agujeros que le era más cómodo caminar descalzo. Sucio, famélico y sediento; le pidieron documentación en la entrada del pueblo, en la entrada del pueblo que apenas años atrás gozaba de paso libre para todo aquel que quisiera pasar. Y con la república, ese dichoso antibiótico tomado demasiado tarde, se convirtió en frontera... No recuerdo como se llamaba, mi padre dudaba entre Eduardo o Jacinto, ya que mi abuelo escuchó su nombre solo una vez y se lo dijo a padre. Pero padre andaba ahogándose en el vino, apagando las llamas infernales que le arrebataron tres años de su vida in situ y todo el resto cual tormento.
Lo certero, se puso a trabajar en el molino de la enorme acequia para don Constante, cargaba y descargaba sacos sin descanso y sin quejarse al disponer de plato caliente a diario, el aprecio del anciano propietario y de vez en cuando, algún vaso de vino peleón de estraperlo.
Todo rodaba más o menos bien hasta 1932, según padre, el pistoletazo de salida que arrinconó al delgado forastero entre la espada y la pared. Como no podía ser de otra forma decidió vivir, seguir respirando pese a la podredumbre de la subsistencia. Pero para vivir se vio obligado a morder sin enseñar dentadura. En aquellos años, avisar de tu quehacer se pagaba con tiro en nuca, sin contemplaciones. Por supuesto me refiero al 32, después de la insurrección militar fallida, la chispa que encendió la mecha sembrando desconfianzas y aupando el clamor revolucionario de anarquistas y casi el pleno de la izquierda. Padre lo resumió; el primer tiro de miles.
Lo detuvieron cerca de la acequia, a pocos metros del molino donde solía hacer la colada cada sábado con puntualidad británica. No tenía demasiadas prendas que lavar, así que no tardaba en tumbarse bajo el olivo con un diminuto y deteriorado libro que releía una y otra vez, escapando del mal fario que lo condujo hasta la aldea. Según contara a padre mi buen abuelo, se rumoreaba que fue profesor en alguna escuela de la gran capital, casado con una dulce de sangre azul que murió de alguna extraña enfermedad en cuestión de meses afectando su estado, volviéndose loco, abandonando una enorme fortuna para pulular en busca de algo, de la muerte, decían las avispadas lenguas de los nuevos vecinos venidos de los suburbios urbes. Aunque tras aquel encontronazo que debió terminar con el extraño abatido en cuneta, demostró que buscaba cualquier cosa menos la muerte.
Fueron los sindicalistas que marcharon en busca de don Constante tras el fallido golpe militar, para darle muerte en nombre de la república, como si don Constante tuviera algo que ver con las pretensiones del general Sanjurjo. Y llegados al molino, no encontraron al orondo bonachón advirtiendo la presencia del trabajador, del extraño, del que vivía bajo miserable sueldo, del que, según sus falaces discursos, intentaban liberar del yugo mediante su revolución de fuego y muerte. Puede imaginar el nulo intelecto de los desgraciados buscando sangre para vengar no sé qué.
El resto... El resto se podría argumentar como la china en suela que molesta y retrasa el paso, te paras y descalzas intentando sacarla de las entrañas zapato, te vuelves a calzar, das un paso y ahí está de nuevo... Invisible aun molesta... Aquel flaco se convirtió en la dichosa china para los alocados famélicos de muerte cuneta, hambrientos de revolución confundida con... Bueno, mejor será que le cuente la historia como me la contaron, sin pinceladas personales que nada aportan del verdadero protagonista, más bien, me reflejan a mí mismo...



lunes, 15 de febrero de 2016

REY MALDITO Capítulo 10º, “Los reyes Tizón.”

REY MALDITO por Dadelhos Pérez.
Capítulo 10º, “Los reyes Tizón.


Todo no está perdido mis queridos huéspedes. Puede que enfrente se alce ingente ejército voraz, algo con lo que contaba Silvyna. Demos gracias a la inteligencia de la hermosa princesa del reino del norte por caer en cuantos escollos podían aparecer por el camino.Informó el duque invertido sentándose siempre con sus amaneradas formas.
¿Qué queréis decir?
Mi buen amigo, Lobo; sois un excelente estratega en el arte de la guerra sin lugar a dudas. Puede que me hubiere gustado culminar nuestra romántica relación en los Almos, ¿recordáis? Erais un joven apuesto...
¡Duplóh! Dejaros de enredar con vuestras debilidades sabidas en los reinos conocidos, y tened la bondad de comportaros como el bravo guerrero que sé que sois.—Arremetió ganado por la nefasta situación, esperando escuchar milagro de los labios carmín del cuerpo esquelético y tez maquillada.—¿Qué planes tiene la señora?
Levantó caminando de puntillas hasta adentrarse en la sala de armas canturreando cual desquiciado que desquiciaba al ofuscado general, el cual, no conseguía vislumbrar mejor salida que defender las murallas esperando la muerte. Adelha, oliendo el desplome del máximo mandatario militar, lanzó daga que clavó habilidosa en el marco puerta, a pocos centímetros del desviado bailarín.
Hablad claro y dejaos de niñeadas, señor. ¿Está aquí mi madre?
Avizoró sobre la hermosa deteniendo su absurdo al son pareo que agarraba la envainada, tentado. Duplóh, no estaba acostumbrado a rebeldías de ningún tipo; es más, solía hervir en enorme cazuela de cobre a cualquier vasallo que osara o entendiera el duque que osó. Pidió que todos regresaran a la sala para informar con pelos y señales las órdenes que la cobriza Silvyna le dio semanas atrás.
Pronto cambiaron las caras derrota al entender la laboriosa treta diseñada por la amante del rey Godofredo, adoptando cada cual su papel en la obra teatro con espectacular final heroico, al mismo tiempo que el suboficial de guardia entregó al general Lobo, la invitación en pro de las condiciones para rendir plaza.
Anunciad al mensajero que acudiré a la hora fijada.
Sí, señor.
La decisión no tuvo pegas por parte de sus oficiales, al general le acompañaría el joven Assin y dos de sus consejeros. Rigodón, prepararía la caballería pesada con lanzas largas. Duplóh, defendería las murallas con mil efectivos, casi el grueso de todas las fuerzas. Y Adelha comandaría ciento veinticinco arqueros y ballesteros equipados con suficientes pertrechos como para pasarse cincuenta años disparando flechas y saetas.
El resto, los quinientos de la columna Miedo, lucharían bajo las órdenes del general Lobo y su segundo recién nombrado, el capitán Assin. No obstante, pese a la perfección del plan trazado por la hermosa Silvyna, el galo propuso utilizar el secreto del fuego griego con las siete catapultas del bastión cuando el enemigo cargase con su caballería pesada, su mejor baza. Al explicar lo destructivo y desmoralizador, que al estrellarse, esparramaba el alquitrán candente hacia todos los lados causando numerosas bajas y asustando a las bestias uniformadas con armaduras.
Lució sus mejores galas para encontrarse con el duque Dorth, incluso se colocó el viejo yelmo con la efigie del lobo que el rey le regaló en su última contienda, cuando todavía rebosaba de añorada juventud. Para montar impávido corcel tras revisar la columna miedo que esperaba orden a las puertas de la muralla. Al frente, a unos quinientos metros; tres jinetes aguardaban su llegada bajo el inconfundible estandarte del traidor.
Los cuatro adictos al rey Godofredo, avanzaron con tensa calma al encuentro. Assin, portaba el estandarte real mientras que uno de los consejeros el de la columna miedo. Los corceles mostraban intranquilidad al oler los vientos de guerra que soplaban famélicos en el inmenso llano, enorme descampado entre muralla y colina destinado a ser escenario de la decisiva batalla.
Hace décadas nos encontramos casi en la misma situación, aunque vos estabais a mi lado, no enfrente como ahora.—En tono grave para descabalgar.
Cabellos largos con mechones cana y crecida barba a juego, el duque Dorth, mostraba varias cicatrices que deformaban su rostro dándole temible aspecto. Desenvainó clavando el acero en la tierra, siguiendo tradición, para sentarse en la misma a la espera que su adverso igual le imitase, como así fue.
Un joven muchacho de apenas veinte años, intentaba dominar su nervioso corcel sujetando el estandarte traidor; su yelmo escondía identidad, aunque su quehacer evidenciaba novato asustado y deseoso por no entablar batalla. Al menos es lo que dedujo Assin desde la corta distancia.
Nos engañan, Lobo. Andamos hasta el bastión del Llano desprotegida la frontera, a merced del señor de la guerra. Puede que hoy le toque a vos morir, la evidencia así lo dicta; pero esta locura cobrará mañana mi alma cuando Gorín inicie la invasión.
Entonces, mi viejo amigo, hay solución razonada. Regresad a vuestro ducado y velad por el interés del reino.—Tentó el astuto general.
Es lo que pretendo, aun en parte. El enemigo anda dividido cual serpiente venenosa de dos cabezas. Tizno Tizón, el glorioso conde, camina por las llamas del infierno en su errada visión de los presentes. Gorín y el insurrecto son carne y uña, dejando a las claras su paupérrimo papel secundario. Intenta aprovechar los vientos favorables para alcanzar buen puerto sin ver más allá de su propia nariz. Creed lo que os digo, valeroso general. Esta contienda solo debilitará nuestras fuerzas mellando ejércitos, derribando murallas, una mera treta de quien ansía desmesurado el trono del imperio del recién nombrado emperador, Gorín. Representamos ciegos alienados por honores vanos, amigo mío, el peligro subyace en nuestra propia corte desde que Godofredo alcanzara el poder como lo alcanzó.
Si fuere así. Decidme: ¿Cómo habéis podido reunir tan vasto ejército? Sospecho que lleváis meses preparando lo que va tener lugar, Dorth.
¡Abrid los ojos! Pensad. ¿Quién andaría intranquilo frente a esta hecatombe orquestada?—Acercando su tétrica cara al general Lobo.—Desde siempre nuestro reino obró cual tierra que distanciaba ambos imperios. Godín por el norte y las fuerzas del Sultán por el sur. Y el Sultán ve clara la amenaza que se cierne sobre nosotros, para seguidamente, adentrarse al grito de sangre y honor en sus tierras. Él, y no Tizno Tizón, procuró mis efectivos y máquinas de guerra.
Vuestra historia carece de credibilidad, ¿por qué los musulmanes se implicarían en contienda ajena?
¡¡¡Porque no es ajena a ellos!!!—Encolerizado y golpeando la hierva con ambos puños.—Mientras nos matamos en la batalla, ¿dónde está su amada meretriz de cabellos cobrizos? Esa ramera que pretende lo que el padre del rey Godofredo fue incapaz con todas y cada una de sus inertes contiendas... Rendid la plaza y uniros a mi ejército. No correrá la sangre de nuestros hermanos, general; nos encaminaremos a la capital del reino y vos, con vuestra columna miedo, regresaréis al Serrado para proteger la frontera. En cuando a Silvyna, interceptaré su ejército acabando con la hechicera.
¡Divagáis! La señora carece de ejército, todos los efectivos afines en este lado del río están concentrados en el bastión.
Sois vos quien baila al son palmas de la barragana, igual que hizo el rey. La princesa del imperio del norte intenta asaltar el trono de Gorín... Nuestro enfrentamiento es distracción para que las fuerzas del señor de la guerra comiencen la invasión desprotegidos sus bastiones. Abrid los ojos, general. Entablad batalla con mis afines es sucumbir al infernal plan de la fulana, la cual, abandonó al propio Godofredo en la Alta, dejándolo a merced del loco Tizón. Seguro que la cabeza del rey está expuesta en la plazoleta clavada en pica y a la vista de todos. Mientras el conde dejó de ser conde para convertirse en el nuevo monarca, el rey Tizón.
Sangre y honor, Dorth.—Soltó avizorando la mirada del insurrecto y su extraña historia.
Que así sea, sangre y honor.
Regresaron al bastión quedando el capitán Assin con los efectivos de la columna del miedo encuadrados en doble fila y armados con alabardas, mientras el general se encaminó al balcón presidencial junto al duque Duplóh con el fin de avistar los movimientos del enemigo, dijo:
Que suene el cuerno de batalla.
Sonó impregnando el ambiente y avisando a sus efectivos que comenzaba la contienda. Adelha, partió con sus tropas adentrándose en la ciudad hasta alcanzar el borde río, para seguirlo hasta el extremo oeste donde dejaron los corceles y continuaron a pie bordeando por el exterior la muralla. Rigodón, desenvainó la “embelesada” a lomos de su recio corcel insuflando valor a la caballería en las entrañas del bastión, las catapultas andaban dispuestas para lanzar las bolas de fuego destructor, a la espera de la orden directa del duque Duplóh.
En el horizonte, comenzaron los movimientos militares del enemigo, como sospechaban, la caballería pesada insurrecta formó esperando orden de carga; entretanto se armaban más de treinta catapultas, las que siempre comenzaban el baile de muerte en el llano maldito, al menos, ese sería inequívocamente su fatídico destino inminente.
Cuando atisbó a varios soldados insurgentes bandeando estandartes de cara a las murallas, el general Lobo no entendía a que se debía aquella extraña señal que le dedicaban...
Puede que quieran rendirse.—Airado en tono agudo le dijo Duplóh.
No, nada de eso. Dorth no rendirá acero, es bravo estratega. Algo escapa de nuestra visión, duque; pero, ¿qué?
El invertido retrocedió colándose en la sala de armas hasta alcanzar un viejo baúl que descansaba en un rincón del habitáculo, lo abrió animoso sacando de sus entrañas un húmedo y pestilente saco para regresarse junto al general.
Puede que esconda baza que no sospechara la señora, o puede que solo pretenda que nos preguntemos que diantres pretende.
Si la señora estuviese aquí nos sacaría de dudas, señor. Seguro que ella encontraría la respuesta en un abrir y cerrar de ojos.—Comentó desde las espaldas del viejo estratega, el cual, no apartó mirada del frente en ningún momento.
Entretanto, la valiosa Adelha advirtió extraños movimientos en la orilla adversa del río, allá en la senda que conducía a la capital del reino, deteniendo su progreso por el exterior de las murallas cuando descubrió el avanzar de la infantería real bajo el estandarte del conde.
Informad de inmediato al general, somos víctimas de encerrona.—Ordenó a uno de sus soldados que quedó paralizado, sin apartar mirada de la bella.—¿No habéis oído?
Todos los efectivos cercanos a la amazona desenvainaron reduciéndola, maniatando sus manos a la espalda.
Avisad al duque.
Sí, señor.
Duplóh continuaba con su verborrea en el palco presidencial del bastión.
Verá, mi buen amigo, ella vino hace semanas, un par de lunas, quizás. Me instó de la inminente insurrección dando mi palabra de mi adicta posición para con la corona del santo y sagrado rey Godofredo.—Enredando Duplóh de nuevo con su cansina oratoria.—Le pregunté cómo debíamos obrar ante imprevisto, rogándole que se quedara en la guarnición. Insistió en que no podía complacerme al desear corroborar hasta donde llegaba la insurrección, viajando a los feudos del sur, creo recordar. Aunque mi locuaz oratoria la convenció quedándose en el bastión del llano.
Lobo desvió su mirada del horizonte para mirar sorprendido al duque.
¿Dónde está la señora?
Le encantaría consultarla. ¿Verdad?
La caballería pesada comenzó avance hacia las murallas en extraña maniobra suicida, ya que la lógica mandaba disparar las catapultas sobre las murallas intentando abrir brecha.
¡Mi señor! Carga la caballería del duque.—Voceó vigía.
¡Preparad las catapultas! ¡Comienza el baile! ¡Caballería real, preparaos para la carga!—Alentó el gigante entre gozo casi infantil frente al infierno que se avecinaba, cuando observó que varios soldados cerraban las puertas dejando desprotegida a la columna miedo.—¿Qué hacéis? Abrid el portón de inmediato.
Varios jinetes apuntaron con sus lanzas largas al noble Rigodón inmovilizándole en el centro, para obligar que descabalgara siendo engrilletado y conducido a los calabozos del bastión.
Duplóh, sacó una cabeza decapitada del húmedo saco agarrándola por los cobrizos cabellos, para mostrarla al general.
Preguntadle, pues, mi señor. Como podéis apreciar todavía conserva cabeza, aunque su piel perdió tersidad, ¿no sé por qué?
Segundo sobrara al agarrar acero que desenvainó cuando el sarasa dejó caer la cabeza de la hermosa Silvyna, mostrando filo mucho antes de que aterrizase en el suelo. No le dio tiempo para más, una lluvia de flechas impactaron en el cuerpo del viejo estratega que sucumbió moribundo quedando arrodillado, a merced del traidor enmascarado ahora sin máscara.
Como os dije, me hubiere encantado culminar nuestra relación romántica allá en los Almos, aunque me queda la consolación de culminarla...— Agarrando la empuñadura de su acero con las dos manos.— Ahora.
La cabeza del viejo general Lobo de guerra acompañó a la de la princesa del imperio del norte.
Únicamente el bravo capitán Assin consiguió escapar junto a poco más de cincuenta hombres de la encerrona, cabalgando primero hacia las densas montañas del este. El resto de sus efectivos fueron masacrados por la temible caballería pesada del duque Dorth.
El rey Tizno Tizón entró con su guardia real en la sala de armas encontrándose con su incondicional Duplóh, que le informó.
¿Y el hijo del Marqués?
Lamentablemente, alteza, escapó con un reducido grupo de adeptos hacia el este.
Ambos, desde el balcón presidencial, observaron como los más de mil componentes de la afamada caballería pesada del duque entraban en el bastión. Distinguiendo a lo lejos, entre el vasto ejército de Dorth y las murallas, un afanado jinete que cabalgaba hacia su posición.
Traedme la hora nueva del mensajero, Duque.—Con déspota entonación elitista.—O mejor dicho, general Duplóh.
Acomodado en el trono de la sala principal, el emisario del ejército de Dorth, caminó portando una caja rectangular de madera, la cual, posó delicado a los pies del nuevo monarca.
¿Qué significa esto?
Alteza.—Reverenciando dominado por puro terror.—Es un mensaje de mi señor para vos.
Tizno, abandonó el engalanado trono sonriente, pletórico tras culminar su astuto plan insurrecto, para agarrar la madera que zarandeó escuchando.
No esperaba presente, señores.—Bromeó brotando condescendientes risas de los allí presentes.
Abrió la caja una vez acomodado de nuevo en el trono cambiando su rostro radical, dentro, con un pergamino entre los inertes labios, la cabeza decapitada de Dorth.
Lanzó la caja enojado tras capturar el mensaje que abrió molesto para leer en voz alta.
¡¡¡Sangre y honor!!! Abuelo, la traición a la corona conlleva la pena de muerte. Firmado, el conde de Tizón, Tierno Tizón.
Permaneció durante varios minutos observando las inexpugnables murallas del llano junto a su inseparable consejero, Mohamed, guerrero musulmán que adiestro al joven Tierno Tizón durante los últimos cinco años. A sus pies, el cuerpo sin vida de quien fuere su señor.
¿Cuántas posibilidades tenemos?
Tantas como tiene nuestro enemigo, majestad.—Contestó el aguerrido guerrero reverenciando.—Las fuerzas del Sultán llegarán pronto.


La insurrección se alza con la victoria. Rigodón y Adelha prisioneros. El viejo general lobo y la princesa del imperio nórdico, decapitados al igual que el rey Godofredo y el insurrecto Dorth. Sólo la insospechada ambición del nieto del actual monarca aliado con el Sultán, parece única fuerza frente a los insurrectos y su despiadado aliado, Gorín, el señor de la guerra.
El capitán Assin, valeroso guerrero adoctrinado por los mejores, intentará rescatar a sus aliados aprovechando la dilatada batalla que se avecina en el Llano, mientras un ingente ejército liderado por los generales de Godín, se aposta en la frontera norte del reino.
Para el epílogo 2º (capítulo 11º) se alinean las fuerzas de uno y otro mando en lo que ya es una guerra abierta entre los imperios; por un lado el Sultán y su pretensión de proteger a su pueblo del bárbaro norteño, y por otro, Gorín y su insaciable sed de conquista... Dentro de pocas semanas comenzamos el epílogo 2º El reino esmeralda (capítulo 11º)
Entretanto, nuevos capítulos de la saga, El falso maqui, inspirada en los albores y posterior guerra civil española. Recuerda ser feliz siempre, no te pongas escusas. Un saludo sincero y gracias por leer mi humilde literatura, ya sabéis, la que solo pretende entretener.