Esos y esas (Micro)
Amaneciera con galas
soleadas aun tiernas, rompiendo oscuros desde las crestas serradas de las
diversas montañas del horizonte, para colarse brisa mediterránea por la
entreabierta ventana en emperador verano. Cuando sonó precipitado y redundo el
viejo despertador de cuerda que burlaba modernismos a la par que su propietario
adicto al papel, alejado de aparatos eléctricos y enamorado de la poesía virgen
inspirada en soledades desde acompañamientos sufridos… No recuerdo su nombre
aunque poco sumaría a la historieta…
― ¡María!
Paciencia, corren más
las necesidades del protagonista que los dedos del escriba que lo reinventa,
pero todo llega…
― María, ya sonó el que
suena sin melodía, solo grita y grita imitando campana, ese horrendo que
destroza oído deseando sordera.―Nadie respondiera.―María, esta misma mañana que
no sabe a cualquiera, prepararé desayuno de reinas aun con menaje populacho, ya
sabes; vajilla centenaria heredada de familia, cubiertos de latón del siglo que
vive en los libros novelescos y música… Nada de esas modernas que no
transmiten, violines aderezando piano, chelos invadiendo desde el fondo y la
flauta silbando aventuras sin palabras canto… Clásica que es como decir
materna.
Se levantó torpe
caminando inerte hacia la ventana que cerró a golpe gélido de sangre caliente,
descendiendo a la planta baja donde vivía la cocina. Armarios abiertos en
canal, fogón a todo trapo, manzanas, uva, alguna naranja, huevo cocido y otro
escaldado, galletas caseras, yogur de fábrica y pastel de moniato o batata…
Engalanando la rectangular con mantel navidades, candelabro de cobre, velas
ancianas y llama renacida, para sentarse en la orilla más apartada tras abrir
la abatible, encender habano, silbar extraño, hasta que apareció ella como
caída del cielo…
―Siempre
llegas.―Murmurara.―Siempre estás.
Hermosa ave con plumas
grisáceas aterrizó en la tabla festejo, picoteando un poco de esto y de
aquello…
P.D. La soledad es el
auténtico reto de la vida, vencernos a nosotros mismos. Y la extrema, sin duda
concibe excéntricos resultados dignos de argumentar cualquier novela o filme.
La realidad es que el ser humano es capaz de sobrevivir solo, sin ayuda de
semejantes a pesar de lo social que cohabita dentro de cada cual. Hay muchas
almas que se apartan de las ciudades estableciéndose allá donde lo virgen
impera, muchas más de las que creemos y no están enfermas, les falta algún
tornillo o cualquier calza de este calibre… Si atendemos gélidos a las
barrabasadas que nos circundan, nuestra conclusión frente a la sociedad
cambiaría rotundamente... En la extrema soledad no existen las guerras, los
robos, la avaricia, etc…
Es posible que
menospreciemos a los tachados como diferentes, mártires indefensos que no son
capaces de vivir en sociedad… A lo que pregunto: Sí subsisten durante décadas
en plena selva sin supermercados, médico o policía… ¿De verdad son incapaces de
vivir entre nosotros?
Dedicado a Elena y su
casita perdida en las panzas edén del amazonas, seguro que no leerás esta
composición que raya incluso lo absurdo, pero sigo apreciando tu carácter
humanista y tu valentía al enfrentarte sola a la naturaleza… Tu último trabajo
literario es tan delicia que roza el pecado, si sigues escribiendo con tan tino
los ángeles agarrarán celos… Besos castos y sinceros del “melenas” (ahora lo
llevo corto) Espero viajar a Venezuela cuando me sea posible para visitar tu
rincón inspirativo, charlar contigo y componer alguna que otra oda… A
propósito, la adoro, ya lo sabe, es para mí como una hermana de azúcar mañana y
sal al atardecer, pues su amistad enriquece mi pequeño universo por completo…
®Dadelhos
Pérez (La ranura de la puerta) 2016
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