miércoles, 30 de noviembre de 2016

El cantar del elixir (Relato/medieval)



― Grato os describiría los milagros hechos carne tras la ingesta de la pócima que comercio, vuecencia. Los males se alejan copiando insecto que descubre en el jardín de palacio jazmín asesino. Pues gota templada en vaso de vino, extingue perezas provocadas por jaquecas reales, dolores musculares o granos molestos. No es locuacidad bien atada que pretende desde amagos los cuartos de vuestras arcas. De ser así, bien podría describir a este humilde comerciante cual loco suicida por tropezar con el generoso liquide de vuestro afamado verdugo…―Reverenciara con estilo―…Y su temida hacha.
― Dejaos de postureos políticos y cerciorar con vuestra palabra que mis espantos tornaran plácidos tras monto acordado. No soporto el dolor de espalda que me está matando desde hace años, no, décadas.―Ordenó con gesto nada sutil que se acercara al trono.―Sois el quinto parlanchín que me visita, imaginad la suerte de vuestros antecesores (…) Si vos pululáis la misma ruina este es el momento de abandonar el barco, de lo contrario, estoy seguro que el tocón muerte estará gustoso por recibir nueva audiencia.
Tragó saliva mordiendo leve el labio inferior al son que iluminó cristalina en las ventanas del alma, reflejo del miedo que no de culpa aunque en su interior clamó pies en polvareda pese a pisar impoluto mármol italiano…
― No temo, vuecencia, si me hubieseis llamado el primero cuatro seguirían respirando… Aunque resultase fastidio para el verdugo enamorado de su labor macabra, cosa que poco importaría tras la cura que tanto ansía el monarca, ¿cierto? ―Retrocediendo sin perder cara.― ¡Qué mal! Nada se resiste a la pócima secreta que fabrica la anciana del bosque y comercia quien os habla. La semana pasada sanó al tabernero de su ceguera tras beberla, la anterior, hizo lo propio con el párroco deshaciendo el dichoso grano infectado… Y podría seguir relatando ristra de milagros que opera la gracia o sabiduría de la vieja. Aunque no entraré en publicitarios al tener en mi poder frasco del curativo y enfrente, delante, en el regio trono que gobierna vasto imperio… Al enfermo… Siempre di prioridad a la acción frente a la palabra.
―Si mi mal persiste tras la ingesta, vuestra testa pasará a engordar el tiesto que descansa junto al tocón, mercader (…) pero proceded.
Mangas recogiera desnudando brazos peludos, rescató de la bolsa de cuero curtido en las remotas tierras del sur el frasco. Granate imperaba el líquido elemento tras el cristal tallado por experto, para descorcharlo con gesto ensayado en álgido movimiento teatral observado por los pocos presentes… A todo esto, el silencio fue latente por la expectación despertada tras los decapitados adormecidos en poco más de tres días, templando el tocón del acabose por el pringue caliente de la vital derramada.
Giró mano derecha abriendo palma en su ejecución coreografía que tanto agradaba al populacho, frente avizoro esperanzado del propietario del hacha que esperaba su divertimento apoyado en el marco entrada de la sala de audiencias… Cantó incomprensibles danzando imposibles de describir por extravagancia atrayente en su espectáculo venta a vida o muerte. Hasta alcanzar el vaso de cuello estrecho repleto hasta sus mitades del caldo mediterráneo, que paciente por inerte, yacía en la diminuta mesa de noble madera frente al convaleciente.
― Como vida sigue camino hasta la cúspide que resulta decadencia, la cura de la anciana también establece protocolo magia con palabras cultas que despiertan las bondades de tan especial brebaje.―Desalojara ensimismado por su pantomima.―El vino realza el efecto casi de inmediato gracias al espirituoso que encierra su cuerpo, sangre de vid que entra en la del hombre conduciendo el milagro por sus venas hasta alcanzar el mal que os corroe y extinguirlo, tan o más rápido que vuestro virtuoso y su hacha.
Rieron los presentes ante la descarada gracia del que todo se jugó, dejando caer insignificante gota del mágico desde el corcho frasco hasta el vaso real.
― Previo a que bebáis, tengo que recitar el cantar del elixir tal y conforme me adiestrara la sabia anciana. Es imprescindible hacerlo para que los efectos benévolos despierten en el acto… Tanto es así que en ocasiones, aunque las menos, algunos sanaron mucho antes de que el líquido acariciara su paladar.
―Adelante, haced cuanto esté en vuestra mano y no erréis, a no ser que queráis pensar en vuestro mal tino junto al resto fracasado.
―Descuidad, vuecencia; cuando termine mi cabeza seguirá en su sitio, estoy más que convencido…
Plantó tranco en el centro sala abriendo en cruz ambos brazos y dedicando mirada a los cielos cúpula del impresionante castillo exquisitez. Tosió varias veces por culpa de la mala sombra que esperaba de errar, y comenzó el recital indicando al soberano que bebiera.
― ¡Diantres! Rasca mi garganta.―Se quejara el rey.
― Os suplico obréis sin abandonar el guion, majestad. Me gustaría seguir conservando mi testa.
― Mil perdones, mercader… Proceded.
―Noche reviene en parla que engaña cuando siembra la duda con certeza, apostando que la oscuridad reina en diurno adverso cuando en verso, prosa o verborrea; todo el que respira sabe de la existencia de chispa en la oscura… Estrellas o reflejo de la innata Luna que guía al que duda hasta el amanecer que lo clarea…Beba.
―Menudas palabras mágicas.―Quejó nuevamente.―Esperaba incomprensibles idénticos a los pasados por el hierro.
―Terminad la copa, vuecencia. El milagro está concebido y solo resta que ingiráis para desterrarlo de vos por siempre.
Agudizara atención reinando pesimismo en el verdugo, tras el cambio descarado del gesto emperador que ganó sonrosado apagando palideces. Sus ojos ardieron vivaces destronando el mal humor al liquidar el punzante constante que martirizaba la espalda del coronado.
―Os nombraría Dios sin titubeos, mercader, puesto habéis obrado milagro con vuestra increíble pócima…―Interrumpido.
―…Y las palabras mágicas, vuecencia, no las olvidéis pues forman parte imprescindible de la cura como bien me enseñó la sabia anciana.
― En agradecimiento os pagaré veinte veces lo pactado, mercader. Vuestro logro enciende perspectivas por lo valioso que resultaría contar con vuestro tino en la corte. Culminaré de bienes mi propuesta, tantos cuantos deseéis; ¿qué contestáis?
― Tienta baza que pecaría sin pasar por la tela raciocinio, majestad. Pero deber adquiriera con la anciana que laborea el líquido liberador, al ceder palabra con implícito juramento de obediencia desde pura y neta devoción. Debo seguir cauce por las diversas tierras para ofrecer el elixir a los máximos, espero comprendáis mi decisión.
― Me maravilla vuestra doctrina, parece alma militar siendo humilde parlanchín que cumple tras oratoria. De todas formas recoged vuestro monto sin olvidar que ésta es vuestra casa.
Pitanza exagerada cargó en la vieja carreta tirada por idéntico buey, partiendo de inmediato hacia el norte a pesar del cercano invierno que desde siempre se mostró despiadado. Alcanzando el cruce de caminos donde vigilaban los primeros hijos custodios de la inmensa arboleda bosque, junto al riachuelo que jamás seca, para recoger anciana con vestiduras luto y cara pasa que se sentó a su vera con gesto malévolo.
―Otro imbatible alcanzado, muchacho.―Ronroneara en aras de placer desmedido.―Nos espera el Marqués de los Arces que visité recientemente, padece aguda diarrea desde hace semanas. A perdido volumen en sus carnes, chupó su cara que sólo muestra hueso mientras sus ignorantes médicos le administran líquidos con falsas esperanzas. Nada pueden ante las sales que vertí en los toneles de agua.
―Deberíamos guardar primero los cuartos, señora. Nuestra imagen ensombrecería de presentarnos con la carreta repleta de riquezas.
―Te preocupas demasiado, la necesidad inmediata anula visión o perspectiva. Iremos directos al castillo, como siempre. A este ritmo pronto liquidaremos a todos los déspotas de las tierras conocidas gracias al engaño. Una dosis justa de veneno que fulmina almas pasados cinco días tras conceder la mejoría tan deseada por los indeseable caudillos.
―Sinceramente, preferiría la verdadera cura a este embuste, señora. Es obvio que halló justa medida que sana con mentira concediendo tiempo para nuestra fuga… Pero sembrar de muerte.
―Deberíais ser más positivo y descentrar vuestro punto de vista, ya conocéis el dicho que reza: “A rey muerto, rey puesto” Con toda seguridad los pretendientes a la corona agradecerán nuestra obra, cosa que intentaron los más impávidos acabando en el tocón de la desgracia. Dicho esto, sigamos nuestra ruta enlutada hacia las tierras del Marqués, ese viejo cascarrabias tan dado a expropiar inocentes impunemente.
Ocurriera en la década de las muertes sin que guerras imperaran, recogido en los salmos reales de las diferentes soberanas donde maldición resonara entre recodos de las cortes. Mientras en el libro populacho lo tildaron cual cantar del elixir o el fulminar recitado, en los tiempos más claros de la época más oscura donde reinó la ambición de demasiados a golpe de hierro… En este caso de elixir, frasco, teatralidad y muerte…
  
®Dadelhos Pérez (La ranura de la puerta) 2016
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