El vago poeta (Micro/drama)
― ¡Señoras y señores!
Atiendan a este humilde que se humilla a dos velas, poniendo tiesa la palma
bocarriba con la mirada perdida por la humillación citada que funde el futuro
en negro, y el presente con la necesidad.―Llamara atención al concurrido que
esperaba en el arcén del subterráneo transporte.―Pues hambre ruge en la que
debiera estar saciada, frío golpea en mis noches arropado bajo manto estrellado
y caricia rocío, al ser impío desahuciado del jardín laboro, sanidad bata
blanca, colegio enseñanza o cualquier suplemento ofertado cual derecho en esta
insaciable e injusta sociedad.
― ¿Otra vez el bocas?
Este tío es un “caras” que pretende vivir del sacrificio ajeno.―Soltara
arrogante el obeso situado al lado de la expendedora, a parco metro del
harapiento poeta.
―Si no queréis
compartir al menos respetad, yo solicito sin acoso derribo ni prejuzgo cual
poderoso divino propietario de la verdad, pues sólo conozco con certeza la
propia, no la vuestra. Es más, no pido moneda pues poco alimenta sin trueque en
cualquier zoco. Me conformo con comestible que calme a la que ruge serenando esta
otra que no para de pensar.―Golpeando con su índice la frente.―Puede que guste
colaborar tras mencionar desahogo que parla esencia que encierran vuestras
carnes, o grasas. Es su segundo en el foco del famélico, todos y todas observan
esperando que se resuelva la treta, silencie o termine de mendigar.
―No te daría ni las
buenas noches.―Refunfuñara.
Unos palidecieron
frente a tan desmedida crueldad, otros rascaron bolsillos entregando billete al
desdentado poeta en efecto rebote que ocasionó donación récord… Jamás había
visto tanta cantidad de plata, al menos desde que se quedara en la adopción
eterna de la calle frío, calor, a tiempo o destiempo de su auténtica realidad…
Dijo sonriendo.
― ¡Quién da más!―Salto
extraño con baile mal ejecutado y mueca risa que enseñaba solo paladar.
Llegó el tren subsuelo
abriendo abatibles, soltando lastre, cargando, cerrando y volviendo a marchar.
Quedando junto a la expendedora el obeso malvado y el mendigo poeta, el cual, contaba
los sonantes para sentenciar.
―155 Euros, Pedro. Sólo 155 Euros. Tendrás que poner
más leña en el asador, mostrarte más despiadado, malvado, sin alma, corazón…
―El negocio marchaba
mejor cuando interpretabas el papel del “penas”, este de poeta no cuela, Alfredo.
PD. La necesidad arrasa
almas puras convirtiéndolas en mártires invisibles, esos que pululan entre las
luces que son sombras incapaces siquiera de saludar por no molestar. Puede que
el viejo que se sienta las tardes de todos los días en el banco apartado del
parque desierto, o la señora que pasea a tranco resaca cual muerto viviente
dando vueltas a la manzana. Los puros nunca jaquean en busca de oportunidad al
andar ocupados en su fatídico infierno… Y recuerda que si oyes a cualquiera
recitar no significa que es poeta, puesto que un poeta o poetisa se dedica a
crear entre soledades, susurrando con el acariciar de las teclas computadora o
la punta de la estilográfica cual comunión consigo mismo.
No siempre pide el que
necesita o no tiene, aunque esto seguro que ya lo sabías, ¿verdad?…
®Dadelhos
Pérez (La ranura de la puerta) 2016
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