miércoles, 31 de agosto de 2016

SICARIO

SICARIO
La vida es pérdida de tiempo que usamos para cualquier bobada. Fíjese bien; los políticos venden seguridades sembrando inquietudes... Cuidado con los rojos que meriendan bebés. Cuidado con los azules que destripan al proletariado. Cuidado con el proletariado que incendia con su lucha de clases… De hacerles caso, el caos, al observar detenido, la respuesta es tan facilona como el lenguaje trenzado por regimiento de guionistas en pro del politiqueo; puesto muerto el perro se acabó la rabia. En este caso, enterrada la verborrea se recupera la cordura, ¿no cree?
Puede que para usted esto resulte divertido, aunque no le veo la gracia.
¿Divertido? Sólo soy un mero operario cumpliendo con su labor, señor. El divertimento que desprenden mis actos es reflejo involuntario en favor del buen ambiente. Cosa que heredé de mis viejas profesiones allá en mis albores, la linda juventud. Trabajé prácticamente de todo menos de puta, no tengo cuerpo para eso más bien para todo lo contrario… Debería relajarse, nada de lo que diga o haga declinará la balanza del destino, señor. En estos casos es cuando uno muestra la pasta de la que está hecho, y no me malinterprete, me refiero a las bases no al papel moneda. Porque ambos sabemos que de eso anda usted bien servido.
Todo tiene un precio, incluso cualquier alimaña se vende. Debería soltar una cifra y olvidar el asunto. Si persiste no tendrá calma durante el resto de sus días.
¿Calma? Cada vez que abre la boca me entran ganas de finiquitar la comanda. Soy un sicario, un asesino a precio razonable que no se publicita en grandes cartelones a tres colores empapelando la jodida ciudad. Mi vida tiene de todo excepto la ilusoria calma… Terminaré como usted aun sin soltar tantas gilipolleces. Los jodidos ricos de segunda o tercera generación dais asco, no tenéis madera… Cuando se compra un boleto de lotería se espera cualquier cosa, quitado que te toque a pesar de hacer mil planes con los millones del premio. Chisme que pasa al llegar el sorteo para ni siquiera comprobar el boleto…
¿Intenta negociar?
No sea gilipollas, al menos no lo sea tanto… Lo que intento decirle es que si tocara aceptaría el destino de la misma manera que lo aceptó durante décadas, pagando la dichosa papeleta. Pues bien, usted ha pasado años comprando el número matarife gracias a sus negocios, jugando cual Al Capone con esos nuevos amiguitos del suburbio, gente que está acostumbrada a enterrar a su madre, padre, hermano, hijo, conocido, desconocido, vecino o a su propia mascota; que no perecieron a manos de cualquier desalmado sicario del dos al cuarto; más bien los quitó él mismo del medio por pura y dura comodidad… Imagínese la escena: “Papá, he decidido independizarme. Creo que estoy preparado para emprender mi propio camino.” Y antes de que el viejo levante mirada del periódico, descerraja un par de certeras en su cráneo.
Pida lo que quiera, cualquier cifra, me da lo mismo.
Ya lo hice, hace un par de semanas en el restaurante holandés del barrio mala reputación. No pusieron ninguna pega, es más, me dieron la mitad por adelantado.
Seguro que podría mejorarla, doblarla, triplicarla…
Cuando esté donde usted está, amarrado a silla en el centro de mi salita, mi casa, con todas mis cosas, recuerdos, bobadas, adicciones y soledades… No intentaré detener lo que sé que no se detendrá. Simplemente pediré una copa y un buen habano antes de sucumbir, no mucho más… Si usted lo hubiese solicitado se lo habría concedido sin dudar…
No quiero morir.
El señor es mi pastor (montó la pistola) y nada me faltará…
Se lo suplico, ¿algo habrá que pueda hacerle cambiar de opinión?
Caminando entre las brumas albeadas cuando fuego alcanzara la inocencia, pues padre en tarde espera a su pequeña que sigue esperando… De eso hace más de veinte años… (Colocó el cañón del arma en la frente del aterido)… Hay algo que podría cambiarlo todo, eso sí, si fuera capaz de proporcionarlo… ¿Recuerda a Laura, la dulce niña preadolescente que conoció hace años?…
¿Qué?
Es el motivo de esta visita… Si eres capaz de devolverla a la vida te dejaré en paz… El señor es mi pastor y nada temeré, alcanzando las llamas de la perdición en los océanos de hielo conocidos como venganza, pues soy el ángel exterminador que la cosecha ayudado por la santa Parca insaciable y famélica por nuevas almas… corruptas… (Y apretó el gatillo)


Fin.



®Dadelhos Pérez