Sonara
llanto, pero no recuerdo. Al igual que redoble tenebroso de las del
campanario costa, idéntico a despedidas ancladas en recuerdos que
imposibilitaban seguir adelante. Sé que existió vasto desierto
mucho antes de encontrar el vergel de tu mirada, la calidez de tus
susurros, abrazos madrugada que albean cada mañana con buenos días,
beso en mejilla, en labio, en alma… Sé que antes del después
existió el nunca que me ató a la roca del inmovilismo empujando mi
faceta creativa, oprimiendo al humano en su día a día aun alentado
con el ensoñado que compone, para tejer aquel que no era por la
evidencia del ahora que por fin soy. Un enamorado entregado que se
deleita mientras duermes, mientras sueñas… soñándote despierto…
Naciera ergo…
Lucen
luceros en alba despuntada, resuenan anhelos con el vaivén de la
playa. Y miro mirada que se mira hacia adentro, mientras sentado
compongo oda sin dejar de advertir universos. Diera propina a la
parca antaño a cambio del desespero ahora frustrado, enfrentado al
papel del que cree y crea, del que inventa y se diluye, del que acude
en presente al alimento que lo mantiene; tumbada mi diosa en lecho
alquilado, veraneo prometido, sabor agrado e ímpetu crío que
espanta hastío y eterniza primavera.
Lucen luceros en alba
despuntada, resuenan anhelos con el vaivén de la playa. Y miro
atrevido tanto como entregado al existo desde tu existencia, a la
paciencia cual credo, a tus ojos de princesa que recorren mis
adentros tras acariciar mis afueras, brotando tu niña sonrisa que
calma y seduce, embriaga y resucita, me llama y te llamo, me besa
pues te beso, me ama… Te amo… Me vive en su vida pues ésta
concede y me reza, en el siempre que engatusa al escuchar lírica voz
diva, futuro, nunca pasado. Sonriendo desde el balcón apartamento,
del aroma sal mediterránea, del cielo regente por el reflejo de la
dama de los cielos pardos, algunas estrellas y estos momentos que
recitan callados… A tu estampa perfecta en nuestro eventual tálamo
que me sigue esperando…
―
¿Qué haces ahí
afuera, te desvelaste?
―
No, mi niña,
desde que estoy contigo todavía no sé qué es desvelarse. Y espero
no saberlo nunca, me apetece sucumbir en este apasionante sueño.
―Somos
reales, papito.
―Mucho
mejor, ¿no crees? Sabes, me gustaría recorrer el océano hermoso de
tu piel, puede que esta vez alcance lo inalcanzable por siempre
alcanzarme antes de alcanzarlo… ¿Qué me dices? ¿Improvisamos?
―Eres
incorregible. Anda, ven.
Se
acabaron las vacaciones, aunque para mí son eternas al estar a su
lado. Bella, buena, inteligente, independiente, persuasiva y muy pero
que muy sincera. Corazón tuyo mi vida, ya sabes, ese otro que late
por vos acelerado… Amor eterno…
Dadelhos
Pérez
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