Es tan extraño que pierdo norte encontrando esperanza,
esa mínima comedia de la consciencia inconsciente que persiste en
perseguirte. Esperanzado en tu sonrojo frente a halago que entrego
desde el más sincero que alberga mi alma, lejos de la nostalgia
padecida durante la hora alejada de tu estampa en eterna primavera.
Esperanzado por las risas que albean niñez que pensé caduca y
entallecen en nuevas juventudes que me regalas. Esperanzado en el
todo de la nada por tu estar, pues incluso alma atisbo en el raso
perdido del vacío insustancial, cuando llenas galaxias al caminar
con tu natura desde la cocina al salón, desde el enamoramiento al
idéntico que te mira, convertido en preso de la vida que regalas en
cada segundo de tu existir agotado.
Es tan extraño que pierdo sur encontrando luz, esa
mínima que ilumina simpleza reconvertida en proezas que conquistaron
mi alma. Encontrando poemas en los poros de tu piel, en cabello ébano
que cual catarata desciende hasta el pecado hombros, el anunciado del
por siempre y el desechado jamás.
Es tan extraño que pierdo éste en el oeste sentido que
figura tu silueta entre soledades revenidas por acompañamientos
vividos, una bocanada de oxígeno que desoxida lamentos mermados al
recuerdo de nuestros primeros momentos sobre la faz de la tierra, esa
nuestra, idealizada hasta materializar en el físico verdadero
naciendo lo que naciera y se niega a morir, pese que la muerte golpea
en su arduo desenlazar. Siendo reo que ama celda al encontrar
libertad en el faro de tu mirada evaporada que fosiliza en el
recuerdo de recordarte, un extraño que te extraña dibujando
sentimientos en el pálido papel que se alegra, cuando en verso
prosado u oda rescatada, reconstruyo lo que fuera en la soledad de
quien es incapaz de dejarte de amar, con la esperanza de quien ama
sin condición dentro del condicionamiento que le rige.
Si no te lo dije en nuestras albas hermosas, te lo digo
en atardeceres otoñales, no existe amor que alcance lo que el
nuestro alcanzara, aun pareciéndose a otros de porte belleza, con
caras diferentes y gestos semejantes. Pues te escribo apartado del
real hostil que anega mis presentes, susurrando un te quiero
sincerado en el cuarto de las penalidades condenadas a las alegrías
que contagias, desde el mero hecho de resucitarte en pensamiento.
Amor prometido es futuro porvenir, el eterno subyace en
el alcanzado que retoña imparable hasta la hora incuestionable donde
volveremos a volver. Cruzando mirada en el jardín esperanza que se
convirtió pleno en realidades. Como antes y siempre, amor otorgo
rubricando al igual que en cada aniversario desde la fecha que me
tara, beso que espero y abrazo eternizado desde el recuerdo de
mantenerte viva, mientras respire.
(Sustrato, La cohesión del beso.
De próxima publicación gratuita)
®Dadelhos
Pérez
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