martes, 24 de mayo de 2016

Bocadillo de mortadela con pan a secas

BOCADILLO DE MORTADELA CON PAN A SECAS, O VICEVERSA.
Los deseos se enfrentan desnudos de cara a la cruda realidad, o en su defecto afectuoso en cuando a precisiones imprecisas, otros deseos con idénticas taras que subsisten en el imaginario del imaginado capaz de imaginar el anhelo vuelto piedra. Y que impere la tranquilidad que no pretendo extraño galimatías casando propósitos en remiendo lingüístico, de hecho, echaré los cuartos al cocido sin pastilla de caldo tramposa en este pues vale (¿O era pues bien?) recorriendo escueta senda hasta alcanzar el magro sustancial de la insustancial realidad que lo hace ser precisamente eso, magro.
Centra sangrante caso que no casa venturas en caída libre (así lo llamarían sesudos a cambio de un puñado de papel moneda) donde la desgracia viene de manos anilladas y reloj pulsera de alto copete que marca tiempos diferentes a los regentes entre respiradores de la existencia finita (siento dar esta mala noticia a todos aquellos y aquellas que se aferran a la inmortalidad esgrimiendo sonrisa ladeada en aras de humildades extintas, mera formalidad suya aflorarlas en el desértico sin sentido de sus almas herradas, que no errantes) cuando lo tremendo de sus actos no revelados condenan tras acecho constante resumiendo su pecado más que capital (y no hago mención a la pena máxima desterrada del sistema falaz) titulando en primera página de prensa papel o vocerío escrito por palmeros sistemáticos incapaces de abandonar su postulado comodón pese a navegar por fangos chaqueteros, no quisiera ser más claro para no deslumbrar al respetable (…)
Un hombre vulgar de cuarentena superada y con la maleta repleta del caos sustancial cosechado en la vida cotidiana, la cual, reverso tras reverso, mermó en desgracia al busca felicidad abocándolo al basurero donde anidan parados de larga duración y movidos (el antagónico del parado) por euro la hora (exagerando lo exagerado del monto percibido en el mercado B de Bárcenas del negro laboral, el mismo donde pululan los que la llevan negra) que acude envuelto en denso desánimo a la asistencia social cual cerdo enfila matadero pese a escuchar las quejas de los de delante, musitando (¡Coño! No es para tanto) palabras soltadas airosas con diferente sonoridad (digamos, más condescendientes) por el acomodado/a en el despacho “salvavidas” sufragado por la sopa boba auténtica, real, palpable, notable e irremediablemente vana.
Cierto, no tengo más remedio frente a la evidencia, que muchos andan por el linde podredumbre, no, tres calles más adentro, aquí, en el país ensoñado convertido para demasiados en pesadilla despierta que sigue y prosigue arrasando el mal mencionado (por referirme de algún modo) estado del bienestar, en la Europa unida y comandada por garulos saqueadores con disimuladas nóminas sufragadas por las grandes marcas que siguen marcando los destinos del mercado, que a la postre y en síntesis realista de realidad fuera de malinterpretaciones o divagaciones típicas de estos y estas (políticos; haraganes amantes de la buena vida que prometen y te la meten orando descripciones sistemáticas que sólo conducen a las puertas del averno, siendo dúctil frente a los que acunan cual vocación mandar sobre el resto, menuda tendencia) … Que esos mercados y esas marcas son simples personas… (Siento en el alma romper la magia que envuelven esas palabrejas extrañas escupidas por expertos adjetivando excéntrico para enmascarar lo obvio)
En definitiva, sigue durmiendo entre cartones y mendigando su derecho a vivir, comer, mear, cagar y morir (que parece ser lo único que sí acepta la maquinaria oxidada e inservible gubernamental) capaz de demonizarle por recoger chatarra intentando alcanzar la mágica cifra que le permita cambiar de menú (en vez de mortadela con pan a secas, pan a secas con mortadela) multando al desgraciado por robar (y dije bien) los cartones de los contenedores mercantilistas colocados en la vía pública de mi ciudad amores, Valencia. La guerra abierta y nada encubierta del cartón, ¡chachá!
Puede que sea justo el meter paquete al insurrecto peligroso reclamando cifra imposible (más de quinientos bocatas de mortadela con pan a secas o viceversa) por delinquir sustrayendo el valioso material custodiado por contenedor, previo acuerdo entre chaquetas de chaqueteros amantes del aroma billete y olvidando lo que suelen olvidar el día siguiente a las elecciones… Como no estoy nada de acuerdo en esta burda forma de actuar que recuerda la realidad verdadera que rige el minuto a minuto de la sociedad esclavizada; a partir de la fecha, me dedicaré a sabotear el valioso material de los ya más que mencionados contenedores. Eso sí, no seré tan torpe como el cuarentón denunciado y repudiado por la inútil asistencia social, ya que usaré pasamontañas para no ser reconocido así como planearé al milímetro (usando incluso la informática y más allá) mis futuros robos sonoros de cartón elitista en las calles de mi Valencia pandereta, forjando revolución chatarrera que encenderá todas las (pocas) luces de los mandatarios en claro jaque al tontísimo capitaneado por gilipollas inmorales que permiten estos desquites feudales.
Con toda seguridad abriré algún telediario, noticiero o propaganda gubernamental junto a peligrosísimos rojos enervados que pretenden revolución, presentado como el más peligroso ladrón de cartón de todos los tiempos y tachado cual enemigo público número uno. Puede que hagan algún filme inspirado en mi acción de género tétrico donde rivalizaré con el mismísimo Freddy cuchillas o el diablo, convirtiéndome en el villano más conocido del planeta “El usurpa papel sanguinolento; Cartoneitor”
P.D. No pienso vender el material, lo almacenaré en zulos escarbados entre cerros, arboledas mediterráneas o simples cuevas montaña, afectando así al nutrido y poderoso mercado del cartón pese a las posibles reprimendas por parte de las coaliciones chatarreras que pululan entre desperdicios buscándose el pan. Señoras y señores, los contenedores quedan fijados cual objetivo principal de este nuevo peligro que se cierne sobre la sociedad (El roba cartonaje, el despiadado chatarrero, el voraz insurrecto marxista-hitleriano) Lo sé, algo exagerado, igual igualito que multar a un sin techo por agarrar unos kilos de cartón para poder mantener su nivel de vida, ese de vivir por encima de sus posibilidades al aspirar comer diariamente un bocadillo de mortadela con pan a secas, o viceversa) Y a todo esto, la asistencia social sigue insistiendo que no necesita ayuda al disponer del dispendio que dispuso cuando tuvo y no retuvo, siempre según sus memeces… De chiste, no; para echarse a llorar y no parir lágrima...
Por Dadelhos Pérez


Un artículo en vanguardia guerrillera que apunta a los que constantemente permanecen apuntando a cualquiera, divisando enemigo, peligro inminente en cada rincón de la ciudad; mientras arrasan con lo ajeno con sus ropajes disimulo y sus recurrentes contestas de echar balones fuera. Puede que algún día amanezca de verdad en el universo elitista y mafioso de la política casera (España) acabando con desmanes instaurados cual norma que se aleja del espíritu real que debería ser la sociedad. Esa misma que sólo representa mero ganado al que explotar sea como sea...

Abrazos desde la corta distancia de este loco loquete (que no loquillo, roquero español) deseándoles de lo bueno lo mejor. Yo, sigo hundido en la vorágine profesional como si no existiera un mañana (y no exagero, por desgracia) espero nos leamos más pronto que tarde en nuestro particular universo etéreo, hasta entonces... Hasta ahora.

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