CIELO
E INFIERNO por Dadelhos Pérez
Sé que estáis puestos con las diferentes clases de
ángeles que militan en los ejércitos de Dios, que si los
generales arcángeles y sus alucinantes batallas contra “Luci”
(así es como lo llamamos por estos lares, no os rebotéis) Pero
estoy seguro que poco o nada os contaron de la tropa, ¿verdad? Es un
secreto, lejos de la vista de los creyentes, porque esa es otra, no
existe ser vivo en el planeta que no lo sea, diga lo que diga; ya que
no creer es creer que no crees en aquello que creen los demás, esos
mismos que no creen en lo que crees tú, aunque no significa que
crean o no en ti, es asunto más terrenal éste que confunde a los
mortales, que no a los alados o cornudos (así llamamos a los
diablos, ya sabéis)... Está contemplado en las leyes y
comportamientos adecuados para los “pollos”(que es como
nos llaman los presumidos generales y la alta alcurnia de los
cielos.) Y también figura en la contraportada del boletín “contra
azufre” que sale a final de cada mes, para que no nos olvidemos
de la jurisprudencia en la guerra más larga que existe y existirá
por seguir existiendo o por los siglos de los siglos (para que los
creyentes me comprendan) Hay que ver, pregonando la paz y concordia
entre los vivos y andamos a guantazo limpio entre nosotros. Manías
de lo divino.
Os contaría cosas de Dios que os arrastrarían a pedir
hora en el concesionario del averno con toda seguridad, suplicando
que os vendan una plaza cuanto antes... Debo deciros que los malos no
actúan como nosotros; para conseguir una parcela de tercera en el
barrio lucero (el más humilde del cielo) los requisitos son claros,
toda una vida portándote ajustado a los cánones de nuestra alteza
divinidad. Ir a misa y depositar diezmo del sueldo mensual o del
paro, que en cuyo caso, ejerce un gravamen de dos puntos para los del
primer mundo y siete para el resto, en pro del sacrificio para
obtener el préstamo hipotecario del único banco existente en el
paraíso, el Banco Judas, que reza cual eslogan (Beso en mejilla y te
quito las “pelillas”) o algo por el estilo. Y es extraño porque
en el cielo no hay ningún banquero, o al menos en la sección
profesión de la solicitud pusieron otra... Mendigo, sin techo; que
son de los que más pululan por el reino de Dios. Eso sí, los que
fueron sin techo reales no son dados a la gresca, almas pacíficas
que hacen caso omiso a lo de las alas, ya sabéis, ganar las alas
para ser un ángel. Ellos prefieren pasar la eternidad leyendo o
conversando como si fueran meros mortales, sin ofender ya que yo
también lo fui (…) mortal, digo, porque tenía techo comprado a
toca teja, uno encima de otro, sin hipoteca, nada de eso...
Sin embargo, para conseguir un apartamento en el barrio
“A la brasa”, el equivalente en cuando a humildad pero abajo, los
requisitos también son muy claros. Pasar la vida como te dé la gana
y una vez termina, rellenar un simple formulario y para dentro. Todo
eso qué si no obedeces en vida hormiguearás el resto de la
eternidad en el infierno es publicidad engañosa. Los diferentes
comerciales (de ambos lados) lanzan sus cañas en la cola de los
recién palmados para acrecentar los distintos ejércitos, así es
como llegué a la guarnición de San Miguel, tras escuchar al diablo
y ángel estando yo recién perecido.... Fue algo así:
—Veo que se masturbó a los quince años, encerrado en
el cuarto de baño mientras miraba a su vecina que tendía la ropa.
Es un pecado menor, no se altere, por suerte cuando su solicitud sea
aprobada le quitaremos el pene y sus colgantes; es un requisito
ineludible...
—Señor, san Ángel, ¿puedo preguntar?
—Llámame sirviente o sólo señor, para alcanzar el
estatus de San todavía me queda mucho trecho. Y sí, por supuesto.
La gloria del señor es generosa y sabe escuchar.
—¿No hay nadie en el paraíso con pilila o chochín?
—Sólo nuestro señor redentor y su salva de
doncellas, el resto no tenemos sexo, puede que suene catastrófico
pero todo son ventajas. Además, nadie puede nacer en el cielo
exceptuando al linaje divino, claro está.
—Pues, no lo tengo tan claro.
—Déjate de mariconadas.—Entró
en acción el comercial del averno.—Nuestra
política de libertad plena y sin peros, esa misma que no te obligó
más que a vivir como te dio la gana, sigue vigente una vez la has
palmado. En el infierno no exigimos castración, puedes pasarte toda
la eternidad masturbándote si es lo que te va. Cada cuatro años hay
elecciones para escoger a nuestro representante y no tienes que pedir
créditos para comprar vivienda. En realidad únicamente estás
obligado a subir a la tierra y fastidiar a todo aquel mortal que nos
haga publicidad.
—¿No lo entiendo?
—A diferencia del paraíso, tenemos un cupo máximo
para nuevos miembros. Esas mentiras de los alados que el que mal se
porta castigo eterno, es eso mismo, falacias. Intentamos que no se
masifique nuestro reino para poder llevar una eternidad plena, sin
restricciones. Sin embargo, éstos, mucho predicar contra el aborto
en la tierra y lo primero que te quitan al llegar al cielo es la
pilila, abortando cualquier posibilidad de procreación, hipócritas.
Beberás como mucho un litro de buen licor hasta quedarte lleno, con
ganas de orinar, y pasarás toda la eternidad meándote aun sin poder
mear... Yo de...—Y un grito
del jefe de comerciales lo silenció para luego decirme.—Lo
siento chico, pero ya tenemos el cupo. Aun te queda la posibilidad de
insistir al encargado de “regresos a la vida” para reencarnarte.
Que tengas suerte.
Y llevo cien años aguantando las ganas de mear e
insistiendo que me reencarnen, cuando lo consiga, pasaré toda una
vida viviendo del cuento hasta palmarla e irme directo al comercial
cornudo para firmar el primero y sin preguntar.