REY MALDITO
por Dadelhos Pérez.
Capítulo 13º, “La cabeza de Tizón.”
No estaba dispuesto a conceder,
Tierno Tizón conocía los fatales firmados por su abuelo en
el pasado, siendo consciente que las cartas marcaban destino sin
vuelta atrás. Con paso decidido caminó hasta la altura del emisario
agarrando el pergamino lacrado con el nuevo sello real, para
acercarse a una de las piras donde lo lanzó sin leer.
—No temáis, mensajero. Yo no
soy como tu falso rey, no mataría la paloma enervado por el
mensaje.—Devolviendo mirada al aterrado.—Puesto que no lo leí.
En vuestras manos queda destino, soldado. Podéis regresar al
bastión, ninguno de mis leales osará atacaros; pero seguro que
sospecháis la reacción del efímero monarca, mi buen abuelo.
—Mi señor, solo cumplo
órdenes.
—Por eso mismo, soldado. Sólo
debéis decidir el mariscal que os las dé. Luchar uniéndoos a mis
legiones donde puede que la gélida os alcance. O regresar al bastión
para acomodar cabeza en el tocón a la espera de la corta testas; en
ese caso, la muerte sería rápida tanto como segura.
—Alteza.—Hincando rodilla en
el suelo.—Prefiero vuestra magnanimidad esgrimiendo acero en
batalla al igual que muchos otros engañados que defienden las
murallas.
—Sois sabio por necesidad,
puede que cualquier otra decisión os guiara hacia el desastre, o
puede que vuestras palabras os condenen.—Desenvainando hermosa daga
engalanada con diversas piedras preciosas incrustadas en la
empuñadura.—No soporto débiles de convicción, soldado.
La batalla fue cediendo terreno
al joven insurrecto y su aliado musulmán causando estragos en los
afines al rey Tizno Tizón, sobre todo desde que dejó de
dirigir el general Duplóh al partir en barcaza hacia el este,
bajando por la poderosa corriente del río para alcanzar la salada
sin ser descubierto por el enemigo, y cabalgar ergo hasta la frontera
norte por la costa. Entretanto, el rey procuró estrategia que
fracasó cuando tras horas de asedio las tropas de su nieto
consiguieron entrar en la fortaleza provocando la rendición
sistemática de los defensores, los cuales, juraban lealtad al Rey
Tizón, Tierno Tizón, reverenciando
al trote animoso del blanco corcel que cabalgaba entrando triunfante
en el bastión del Llano.
No
dio crédito al capricho del destino que le guardó idéntico final
que su acero procurase en la Alta a Godofredo.
Varios fieles permanecían nerviosos en la sala, a la espera del
desastroso desenlace mientras el viejo se sentó de cara a la única
puerta de acceso. Los vítores de aquellos que lo vitorearan al
unísono clamo de rey, rompían el silencio de la hermosa sala muerte
que se colaba por el balcón presidencial, sonando numerosas pisadas
que avanzaban por el pasillo hacia ellos.
—¡Majestad!
Debe salir de aquí cuanto antes.—Insistió uno de tantos.
—Soy
viejo, lo bastante como para barajar los posibles imprevistos como
los imposibles previsibles. Salid todos de la sala y mostrad lealtad
a mi nieto.
—¡Jamás!
No abandonaré a mi rey.
—Lo
harás por mandato, ¡obedeced!
La comitiva victoriosa encaró el
pasillo que moría a las puertas de la sala, donde esperaban
arrodillados junto a la abatible la guardia real que se puso a las
órdenes del joven Tierno cuando éste llegó a su altura. Las
puertas cerradas provocaron que saltaran todas las alarmas en el
aguerrido vencedor. Miró a su instructor y aliado Mohamed,
silenciado, ordenando con gesto mano al resto que abandonaran el
corredor.
—Es el momento que esperábamos,
señor. Debe coronarse y organizar la auténtica batalla.
—Demasiado fácil, Mohamed.
Esto no cuadra, mi abuelo es perro viejo, sobrevivió en los
infiernos, reclutó simpatizantes...
—Tizno, alteza, ha sido
la llave que abrió matanzas, de hecho, las seguirá abriendo
mientras exista. El Sultán os lo explicó cediendo sus
fuerzas para acabar con la amenaza. Pronto llegará Gorín y
su ejército, debemos prepararnos.
Desenvainó desprendiéndose de
la capa negra, sus ropajes en pulcro blanco salpicado por sabia vital
del fragor de la algarada, guerrera ilustre donde figuraba la cruz
de san Andrés y la media luna en extraña comunión, imagen que lo
condenaría a las llamas purificadoras en los cruzados reinos
nórdicos, el vasto imperio del señor de la guerra.
—Si lo preferís, yo mismo me
enfrentaré al viejo, señor.—Murmulló agarrando el brazo del
joven.—Entendería la dificultad de acabar con su sangre, alteza.
—Mi abuelo no es mi sangre,
Mohamed; pase lo que pase, esto debo hacerlo yo. Si caigo,
liquidad al viejo y coronaros rey vos mismo, detened a Gorín.
—Sangre y honor, majestad.
—Sangre y honor.
Accedió cerrando tras de sí
para descubrir al insurrecto rey Tizón sentado frente a la
puerta armado con espada, la cual, aguardaba impaciente por culminar
la obra de su amo...
Solitario, cabalgó entre los
cadáveres resultantes de la batalla y aquellos que los retiraban en
carretas tiradas por bueyes alcanzando las murallas ruinas del
Llano. Descabalgando presuroso para dar mensaje al mando con hora
nueva...
El letal enemigo se adentraba en
las tierras del reino esmeralda con ingente ejército bien armado,
maquinaria de guerra, densa caballería pesada y la horda mercenaria
conocida como los leones, bravos sarracenos despiadados que no
conocían la derrota.
—Mi señor.—Entregando el
pergamino al musulmán.
—Preparad la defensa, colocad
arqueros y que nuestra caballería se posicione de acuerdo al plan.
En cuanto al emisario, enviadle al ducado Mar. Pronto el rey Tizón
encabezará nuestro ejército, retiraos.
Llega el final del primer epílogo
que pronto estará disponible en formato pdf y papel, sé feliz
siempre, no te pongas excusas.
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