jueves, 18 de febrero de 2016

EL FALSO MAQUI capítulo 4º, “La quema del templo.”

EL FALSO MAQUI por Dadelhos Pérez
capítulo 4º, “La quema del templo.”


No los pudieron contener, la guardia marchó a por los cadáveres regresando a la aldea, al cuartel, donde los depositaron sobre mesas en el mismo recibidor cual reclamo de los vecinos. Y me refiero a los llegados de la urbe, los que caminaban entre idearios cancerígenos y alejados de cualquier posible convivencia. Le echaban las culpas al general Sanjurjo, a los partidos católicos, y cómo no, a la iglesia burguesa y desfasada que chupaba tanto como chupaban los políticos. Un drama que incendiara en la urbe, siendo aquel nefasto sábado... Bueno, supongo que habrá oído acerca de las quemas de templos en aquellos años, fueron realidades heredadas de atrocidades venidas desde el otro lado. Ambos irreconciliables y extremistas, comenzaron la guerra civil cuando se sublevó Sanjurjo, lo que vino después para el país fue la consecución de la misma rompiendo la legalidad de la república como la intentaron romper casi desde el inicio de esta, aunque eso es tema que les valió cual excusa para hacer lo propio con el templo de la aldea, caminando enrabietados y con chillido de libertades y derechos hacia donde esperaba el eventual asesino; asesino a la fuerza.
Padre me contó que don Salvador intentó mediar, calmar ánimos haciéndoles ver que el templo que pretendían destruir no era de la iglesia, lo construyeron los lugareños cuando se asentaron en las baldías tierras. Nadie lo escuchó, señor; cuando la ira gobierna almas, los puños destruyen, golpean, arañan; convertidos en salvajes famélicos camino de la destrucción para sentarse en terraza tasca y narrar sus ensoñaciones, sintiéndose parte de algo que liberará no sé qué, destruyendo, asesinando.
Don Salvador se vio obligado, retrocedió cuando los guardias amartillaron arma en nombre de la república. Incluso fue empujado e insultado. ¿Adivina cómo le llamaron? Fascista, le señalaron cual fascista, a don Salvador, el único político de la aldea hasta el momento por petición popular, para que defendiese los derechos, que una vez logrados, se convirtieron en pesadilla, acecho constante desde el minuto uno, tal y conforme anunció el propio edil que aconsejó mantenerse alejados de las mentiras promesa que auguraban futuros brillantes y solo traían... Pues, lo de trajo aquella tarde.
Entraron una veintena de enervados posesos encabezados por los guardias de asalto. El flaco se levantó alzando brazos y caminando hacia la boca del pasillo viéndose de nuevo en delicada situación. Aunque no tembló, nada de eso, sus ojos inyectados por el hastío de tanta violencia parida de incoherencia vendida cual verdad verdadera, comenzó a mellar en su agotado espíritu. Unos cuentan que simplemente salió corriendo escapando por la puerta que daba a la sacristía perdiéndose en las montañas. Otros, sin embargo, que se entregó sin oponer resistencia hasta que uno de los guardias disparó arma. La realidad sigue cual manto bruma por culpa de las interpretaciones políticas. Padre me dejó claro que escapó por la parte trasera junto al párroco que le prestó ayuda condicionada. El cura sabía lo que se le venía encima y necesitaba más del harapiento que el harapiento de él. El templo fue calcinado cual primer acto en la aldea, la que nunca más volvería a ser la misma, la que se contagió del cáncer de la urbe muriendo décadas después.
El resto es la triste consecución que invadió la aldea contagiada de muerte por el mal que asolaba el país. El flaco y su aliado por accidente fueron declarados en busca y captura cuando llegaron los refuerzos al poblado, medio regimiento de anarquistas sindicales pertenecientes a la (F.A.I.) que pronto actuaron cual milicia en zona de guerra. Los comandaba un capitán de la guardia nacional, Berza, el capitán Berza, que intensificó la búsqueda sin fruto alguno hasta finales de año, quedando ambos olvidados.
En 1934 retornó nuevo intento insurrección aunque esta vez del lado radical izquierdista, hasta que llegaron las elecciones anticipadas en febrero de 1936, la victoria del frente popular que meses después, el 18 de Julio del mismo año se levantó el ejército desencadenando la guerra civil. Y en los tiempos de guerra comenzó su andadura en las serradas cual defensor, como posteriormente fue bautizado por aquellos que se unieran a él... Sin duda una gran hazaña aun terminando como terminó.

Aprovecho para anunciar que esta novela, a partir de ahora mismo, la publicaré todos los Lunes con capítulos enteros y sin publicitar en Google plus. Si quieres seguirla, solo tienes que visitar el blog cada lunes o suscribirte, a tu elección lo dejo. De todas formas, gracias por leer mi humilde literatura, un abrazo sincero y sé feliz, no te pongas excusas, ¿de acuerdo?



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