LA SOMBRA por Dadelhos Pérez
Agita manto pues con ello
encara penumbras cuando llanto amaina entre las tripas calle,
silencio subyace asesinado por cualquier chasquido. Que mal viniera
al son pasado que contamina presente para podrir futuro que queda
cual mala quimera en el adentro carne.
Mamá lo sabe, mamá lo
calla; navidad en nochebuena que cierne esperanzas rotas durante el
resto del año, siendo el ogro malvado mi padre enfermo, mi padre
cambiado, mi padre vil por vilezas que confiesa cuando mañana gana y
los golpes amoratan rostros de los suyos... Se sienta, se compadece,
se disculpa, se marcha y bebe...
Años cargan espaldas de
pureza secuestrada cuando mi paso se adentra en la adolescencia, mi
gesto traiciona candor moribundo en el segundo que occiso presenta
sin la presencia del gordo barbudo que de rojo viste. El regalo fue
la cena tras discusión vana en vanagloria prepotente del que rey
déspota mata tiempos ajenos e inculca pesadillas futuras...
Mamá llora, mi hermana
huye y yo me contengo estoico ante las falacias del progenitor
apartado de vida, el que mira encendido, el que suplica clemencias al
son bárbaro de sus chasquidos puños aterrizando en ensangrentado
rostro de ella... Feliz navidad, resuena en mi mente apretando mis
intenciones...
Mamá se pliega, mamá se
apaga, mamá se hunde en las miserias del amor falso que aterrizó en
su vida maltrecha para destruir bases, sus creencias, su
personalidad, su paciencia... Y yo me harto quitándome las alas y
apagando el halo candoroso, matando al inmaculado que entre juegos
amaba y en realidades despierta...
Paso diera esquivando la
engalanada mesa triste, el árbol sesgó sus destellos, el viento
abandonó soplidos, dios marchó del cuarto donde en el suelo remaba
brazadas desespero la que me entregó su vida, mientras el otro
arrasaba lo bueno de sus días culpando en tontería con su aliento
pestilente...
—¡Qué
te crees! ¿Dónde vas?
—No
soy agua, padre, que apague el fuego que te consume. No soy humilde
que se postra ante tu barbarie en ruego hacia etéreo divino, eso lo
probé durante toda mi vida y no funciona.—Agarré
la llave que abre conciencias cobrando su precio, paso frente y
mirada chispa esperando que el contrariado abandonase el delirio
puñetazos con mi sangre y encauzase lo adverso que cosechó durante
décadas.—Vida
juega, viejo, y muerte gana siempre.
—¡Mocoso
de mierda!
Punta
dirige justicia nada ciega, atraviesa el jersey tejido por mamá en
tiempos confusos, tropieza con el hueso malvado del que no cambia y
nos consume, solloza alarido sorpresa mientras no aparto mirada de la
ajena, de aquella que en pocas ocasiones compartiese conmigo...
—Feliz
navidad, padre.
Sembré
muerte en las tierras exangües contaminando mi alma que escapó de
mis carnes convertida en sombra; sombra que me persigue y acusa cual
parricida que asesinó a sangre hirviendo, recordando el rostro de
mamá inconsciente, el gesto de mi hermana aliviada y la condena de
sus libertades convertidas en las cadenas de mis culpas... Estas
mismas que execran al hombre bueno que en algún pasado romo fui, y
ahora cual parricida convicto bajo llave material correctivo e
infierno interno en estigma sombra que anda siempre acechando.
Nunca
fui mi padre hasta aquel momento, y ahora, lo soy a cada minuto de mi
cautiverio.